La Biblioteca Nacional acaba con la invisibilidad de Concepción Arenal
La institución dedica una muestra a una de las grandes pensadoras españolas, a punto de terminar el infausto año en el que debía celebrarse el bicentenario de su nacimiento

En 1927, el filólogo Ángel Valbuena Prat , uno de los historiadores más relevantes de la literatura española , estableció una suerte de tipología de los centenarios, bien útil para los menesteres periodísticos. Con ánimo de poner cierto orden en sus celebraciones, Valbuena distinguió tres ... tipos distintos, usando para nombrarlos términos que a George R. R. Martin le resultarían hoy muy familiares: viento -no coincide con la época en la que se celebra y el homenaje pasa desapercibido-, hielo -sólo provoca indiferencia- y fuego -es capaz de prender una chispa en el tiempo en el que se conmemora y de despertar una llama-.
Ha querido el destino que en un año tan infausto como 2020 coincidan en el calendario de festividades culturales el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós y el bicentenario del nacimiento de Concepción Arenal , dos de los nombres más ilustres de nuestra historia reciente. El primero fue honrado, a finales de 2019, con una gran exposición en la Biblioteca Nacional de España (BNE) que cerró sus puertas el pasado 16 de febrero. Arenal debía haber sido agasajada en los mismos términos, y en la misma casa, en marzo, pero la muestra no pudo inaugurarse por los motivos ya de sobra conocidos y la pensadora se quedó compuesta y sin cortejo.
Pasados los meses, y apenas quince días antes de que concluya el año, y con él su bicentenario -Arenal nació el 31 de enero de 1820-, la exposición ha abierto, por fin, sus puertas , gracias al empeño y al trabajo de sus dos comisarias, Anna Caballé y Cristina Peñamarín . Un esfuerzo que, sin duda, ha merecido la pena, ya que recorrer las dos salas de la BNE en las que se exhiben, hasta el 4 de abril de 2021 , con la sutileza propia de quien hizo de la sencillez su modo de vida, más de 120 piezas originales (manuscritos, fotografías, correspondencia, primeras ediciones) relacionadas con la vida y la obra de Arenal es una experiencia inolvidable.
Por eso a Caballé, dados los obstáculos pandémicos con los que han tenido que batallar, le «encantaría que este bicentenario fuera de fuego». Y como, casi siempre, la casualidad es causalidad, la comisaria considera que «tiene mucho sentido que el bicentenario se Arenal se celebre en un año tan difícil» como el que estamos viviendo. «Todo su pensamiento ético está cruzado por una teoría del dolor según la cual para ella la vida es sufrimiento y el ser moral sólo se construye a partir de la dificultad». Pues sí, 2020, un año «arenaliano» por excelencia.
«Concepción Arenal. La pasión humanista. 1820-1839» se estructura en dos espacios que se complementan. El primero, dedicado a su biografía, es un mapa del tesoro que, ante la falta de material documental, va dejando pistas valiosísimas para conocer, finalmente, a la mujer -persona, según ella misma habría puntualizado- que se ocultaba detrás de tan imponente figura. La sala recibe al visitante con una fotografía del que fue su último gabinete. A partir de ahí, su vida se despliega mediante retratos y fotografías de la época, correspondencia, libros -su biblioteca era admirable, de Platón a Larra, Herbert Spencer o Molière-, documentos inéditos, borradores…
«No se la ha tenido en consideración, no aparece en los libros de texto. Hemos querido hacer visible una figura de la que no había nada», se queja Caballé. Es, de hecho, la primera vez que vemos el rostro de su marido, Fernando García Carrasco , al que Arenal envió numerosas cartas de amor, prueba evidente de su felicidad conyugal, de las que sólo han sobrevivido las cinco que se exhiben en la muestra. Están presentes, también, los dos hijos de la pareja, en una divertida fotografía de su niñez que ve la luz, igualmente, por vez primera.
Indumentaria
A los pocos pasos de estas estampas familiares, está reproducido un poema que escribió en su juventud, en Madrid, en el que se describe a sí misma en pantalones, prenda por la que, muy a su pesar, pasaría a la historia en forma de anécdota, por presentarse así vestida en la universidad de Derecho a mediados del siglo XIX. «Esta exposición -argumentan Caballé- pretende combatir esa anécdota y demostrar la profundidad de su pensamiento . Adoptó una indumentaria que le fuera cómoda, y así se adelantó a las mujeres del siglo XX, incluso a la propia Coco Chanel . Ella no quería llamar la atención, no quería que se fijaran en ella como mujer, sino que se fijaran en lo que decía. De ahí su indumentaria, aunque en su tiempo se vio como una mujer excéntrica y rara».
Lo cierto es, como demuestra una de las imágenes del recorrido biográfico de la muestra, que a Arenal no le sentaba nada bien el miriñaque . Y eso que era agraciada, de tez menuda, pelirroja, con los ojos de un verde intenso, según dejó por escrito el abogado catalán Pere Armengol i Cornet en la que es la única descripción física que de ella se conserva. Arenal y el letrado sólo se vieron una vez y mantuvieron una interesante correspondencia, que se exhibe en la exposición, ya que ambos buscaban la reforma estatal de las prisiones . Aunque, en el capítulo de amistades, destacó, sobre todo, la que la pensadora mantuvo con Juana de Vega, condesa de Espoz y Mina , que fue su protectora, su confidente, y que, como ella, creía en la posibilidad de una sociedad civil que prestara socorro a los necesitados.
Un mapa de sus afectos, de sus pasiones, personales y profesionales, que no fue nada fácil de elaborar, de reconstruir, por parte de las comisarias, puesto que, sabiendo que le quedaba poco tiempo, Arenal quemó, durante sus últimas semanas, todos los documentos relacionados con su vida personal en la estufa de su despacho.
Pensamiento
Más sencillo, aunque igualmente laborioso, fue abordar el espacio de la exposición dedicado a su pensamiento, ubicado en la Sala Recoletos de la BNE, presidida por un gran velo que muestra el diseño de la Cárcel Modelo de Madrid , que Arenal no llegó a conocer y que simboliza su sueño: una celda para cada preso. Esa reforma penitenciaria es uno de los ejes de esta parte de la muestra, pero también la esclavitud -Arenal fue una de las primeras abolicionistas declaradas en España-, la educación y, en resumen, su pasión humanista , reflejada en el título de la exposición.
«Su lucha contra la esclavitud no ha merecido en España la atención que merece», advierte Cristina Peñamarín, quien destaca que escritores como ella o Galdós consiguieron que «aquellos que no importaban empezaran a importar, les hicieron salir de la oscuridad, y eso es un cambio de mirada fundamental del siglo XIX, es la gran adquisición del siglo». Arenal también quiso que los sentimientos se implicaran en la política , pero en el sentido bueno y positivo. «Abordó -continua Peñamarín- la formación de los trabajadores , de las mujeres … Con la Ilustración nace la idea de que la sociedad se puede transformar, y esa posibilidad de transformar lo que hemos heredado Arenal la lleva a sus escritos». Sin olvidar su acción social, su compromiso, destacando su implicación en la fundación de la Constructora Benéfica , una sociedad destinada a construir casas para los trabajadores. Y en paralelo a todo ello imágenes de esa España , gris y polvorienta, que tanto luchó por cambiar, siempre desde un segundo plano, y de la que nunca salió, por mucho que la reclamaran incluso desde Estocolmo .
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