Mikel Santiago: «El escritor ya no tiene que ser un académico o un iluminado»
El escritor vasco se ha convertido en uno de los fenómenos de la temporada con «La última noche en Tremore Beach»
Las comparaciones, dicen, son odiosas y conviene manejarlas con cierta prevención, pero en el caso de Mikel Santiago (Bilbao, 1975) permiten calibrar a la perfección la dimensión de este autor que, pese a acabar de aterrizar con su primera novela, está armando un revuelo considerable. Para entendernos: no todos los días se cruza uno con un autor recién llegado al que se emparenta por activa y por pasiva con Stephen King, por lo que, cuando aparece, no hay más remedio que hacerle caso.
«Bueno, también decían que Héroes del Silencio eran los U2 españoles», bromea Santiago desde Ámsterdam, donde trabaja al tiempo que peina los flecos promocionales de «La última noche en Tremore Beach» (Ediciones B), estreno literario que le ha convertido en uno de los fenómenos de la temporada. «Cuando ves estas cifras y estos rankings y que estás peleando con Paulo Coelho es como estar en un globo. Es un shock», explica a propósito de un libro que suma ya 30.000 ejemplares despachados y acumula una decena de traducciones contratadas. «El único miedo que tengo es que un verdadero fan de Stephen King le busque a él en la novela -añade-. Que quizá sí que tengo cosas parecidas, pero no creo que me condicione. Además, tampoco creo que nadie se lo tome muy en serio».
-¿Pero eres lector de Stephen King?
-Totalmente. Mentiría si dijese que no me he leído ningún libro suyo: me he comido unos cuantos. Y releído muchos también. Me parece un genio. No voy a negar que el libro tiene mucho de él. Por supuesto. Y uno produce lo que come.
Y lo que produce Mikel Santiago no es otra cosa que una turbia e inquietante postal irlandesa, una novela con paisaje desolado en la que el thriller y lo fantástico se cruzan y enredan en la vida de Peter Harper, un compositor de bandas sonoras que busca refugio e inspiración en un rincón ignoto de la costa de Irlanda. «Al principio me situé en un escenario de terror: una playa solitaria, una tormenta, personajes solitarios… Pero de pronto me crucé con otra idea y me pareció bien mezclar un planteamiento de terror con una amenaza de carne y hueso», relata Santiago, para quien la profesión de su protagonista es cualquier cosa menos casual. «En Peter he puesto muchas ambiciones e ilusiones –explica-. La profesión me parece muy atractiva, cuando te lo imaginas componiendo… Yo he sido sido músico, aunque no me ha ido tan bien. Seguramente me hubiese gustado ser compositor e irme a una cabaña, aunque estaría muerto de miedo, como le pasa a él».
«Todos los personajes son expatriados. Gente que no es de allí, que se ha integrado»
Morirse de miedo (en el mejor sentido de la expresión, claro) es precisamente uno de los efectos colaterales de «La última noche en Tremore Beach». Miedo al vacío, miedo a la soledad y, claro, miedo a llegar al final. A que se acabe una novela con la que Santiago ahonda también en la vida del expatriado. Una vida que es la suya -ha saltado de Irlanda, donde empezó a idear la novela, a Ámsterdam, donde trabaja actualmente como programador informático- y también la de sus personajes. «Todos los personajes son expatriados. Gente que no es de allí, que se ha integrado… Son extras, y en el libro se reflejan situaciones comunes en un expatriado, como los debates sobre si irse o no, las amistades tan rápidas y profundas con las que recreas una familia…».
Así, entre compositores con crisis de creatividad, playas desiertas y emigrantes profesionales, Santiago ha puesto su granito de arena en una literatura de género que, asegura, anda recuperando energía y entusiasmo. «Con el cine , la televisión, los cómics e incluso internet se ha creado un mundo mas plano en el que el escritor ya no tiene que ser un académico o un iluminado. Ahora parece que hay como una nueva onda de autores que están sorprendiendo y que no solo venden aquí, también fuera. Mira a Víctor del Árbol o a Dolores Redondo… Son otro nombre más en cualquier librería del mundo», explica un autor que considera que con la revitalización del género «se le está dando al lenguaje un nuevo brío».
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