Hazte premium Hazte premium

Hitler, el vecino de enfrente

El historiador Edgar Feuchtwanger rememora en «Hitler, mi vecino» los diez años que compartió calle con el Führer

Hitler, el vecino de enfrente abc

david morán

«Ahora Hitler parece un monstruo de otro planeta, pero era real; una persona real», asegura Edgar Feuchtwanger (Múnich, 1924). Y no solo eso: Hitler podía ser también el vecino de enfrente, el tipo al que uno ve saliendo de su casa y subiendo a su Mercedes y al que incluso un niño de seis años es capaz de tomar la medida a partir de detalles aparentemente nimios. «Una mañana mi madre dijo que ese día no tendríamos mucha leche porque el lechero había tenido que dejar más botellas en casa de Hitler. Fue la primera vez que oí su nombre», recuerda el historiador, quien durante diez años, de 1929 a 1939, vivió frente a la casa del Führer en la Prinzregentenplatz de Múnich .

Edgar era poco más que un crío, sí pero aún recuerda cuando, en 1933, su mirada se cruzó con la de un Hitler recién nombrado canciller. «Justo salía para entrar en su coche y él me miró, benévolo. Había personas que gritaban “Hail Hitler”, pero él simplemente se levantó el sombrero y entró en su coche», relata. El historiador, hijo del Ludwig Feuchtwanger y sobrino del prestigioso escritor Lion Feuchtwanger, regresa ahora a aquel turbio territorio de la infancia con «Hitler, mi vecino. Recuerdos de un niño judío» (Anagrama), colección de memorias que el escritor francés Bertil Scali se ha encargado de vestir con ropajes literarios.

Así, a caballo entre el relato histórico y el devenir cotidiano, Feuchtwanger, especialista en historia alemana y autor de títulos como «From Weimar to Hitler: Germany, 1918-33», recupera a aquel niño que veía desde su ventana el auge del nazismo mientras, en el colegio y pese a sus orígenes judíos, dibujaba esvásticas y garabateaba alabanzas al régimen. «La profesora estaba eufórica con lo que ocurría, y todo lo que ella decía iba a misa –explica–. Supongo que habrá quien se pregunte cómo un niño judío podía haber asimilado todo esto, pero cuando se produce una revolución nada funciona de una manera muy lógica. Y yo quería contar con la aprobación de la profesora».

«Si Hitler hubiese sabido que vivíamos tan cerca, nos habría aniquiliado»Era en su casa, la misma desde la que se podía ver a Hitler entrando y saliendo de la suya, donde Edgar encontraba el equilibrio y sus padres trataban de contrarrestar el peso de la propaganda nazi. Sus padres y, sobre todo, su tío Lion, quien después de conseguir que su libro «El judío Süss» batiese a «Mein Kampf» en la lista de los más vendidos, preparaba con la novela «Éxito» un nuevo golpe maestro. «Era una parodia que sacó a Hitler de sus casillas». Por fortuna, añade Feuchtwanger, el Führer nunca descubrió que la familia del autor de tamaña afrenta vivía a un tiro de piedra. «Si Hitler hubiese sabido que vivíamos tan cerca, habríamos sido aniquilados», reconoce.

Antes de exiliarse a Inglaterra, Feuchtwanger aún tuvo tiempo de asomarse a la ventana para ver el revuelo que se organizó durante la Noche de los Cuchillos Largos –«ese día me despertaron los ruidos que venían de casa de Hitler, donde había muchos hombres entrando y saliendo», recuerda– y vivir en primera persona la Noche de los Cristales Rotos. «La Gestapo arrestó a mi padre y lo llevó a Dachau. Si hubiesen descubierto que era hermano de Lion, seguro que lo hubiesen matado. Pero no lo descubrieron», explica. Después de aquello, señala, ya no tenía sentido quedarse en Múnich. «Me fui de Alemania el 14 de febrero de 1939 y sentí un gran alivio. Sentí que huía de un imperio maligno», recuerda. Después de tantos años, ni siquiera le duele reconocer que a duras penas se siente alemán. «Me siento completamente desconectado», confiesa.

Hitler, el vecino de enfrente

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación