Las letras neoyorquinas celebran a Rushdie: «No dará marcha atrás»
Paul Auster, Siri Hustvedt, Gay Talese, Tina Brown, Colum McCann, Andrew Solomon, Hari Kunzru, Francesco Clemente y otras personalidades de la literatura y del arte se encaramaron a la escalinata de la Biblitoteca Pública de Nueva York para leer a los cuatro vientos textos del autor y celebrar su figura y su lucha por la libertad de expresión y contra el totalitarismo

Salman Rushdie recuperó el habla un día después de que un fanático islámico le apuñalara en el cuello y estuviera a punto de acabar con su vida. «Su humor peleón y desafiante sigue intacto», dijo entonces su hijo, Zafar, desde el hospital, con ... su padre todavía muy grave. Ayer Rushdie recuperó su voz -poderosa, valiente, provocadora- a través de otras gargantas: la de compañeros íntimos de la creación, escritores, periodistas, artistas.
Paul Auster, Siri Hustvedt, Gay Talese, Tina Brown, Colum McCann, Andrew Solomon, Hari Kunzru, Francesco Clemente y otras personalidades de la literatura y del arte se encaramaron a la escalinata de la Biblioteca Pública de Nueva York para leer a los cuatro vientos textos de Rushdie y celebrar su figura y su lucha por la libertad de expresión y contra el totalitarismo.
El acto fue organizado por PEN America, una organización a favor de la libertad de expresión en literatura, y con la que Rushdie ha colaborado con frecuencia.
«Hoy nos juntamos aquí en apoyo a Salman, nuestro camarada incondicional, que está padeciendo una agonía provocada por una 'vendetta' que ya tiene 33 años», dijo Suzanne Nossel, directoral de PEN America, sobre la fetua que el ayatolá Jomeini de Irán impuso al escritor por su novela 'Los versos satánicos'. «Celebramos la perseverancia de Salman, su perseverancia creativa, su perseverancia frente al peligro y su perseverancia a favor de ideas y principios».

«Espero que algún día puedas ver esto, Salan. Te quiero como a un hermano y valoro como un tesoro la amistad que hemos construido en los últimos treinta años», dijo Paul Auster, uno de los grandes novelistas vivos de EE.UU., vecino de Brooklyn y que ha estrechado su relación con Rushdie desde que el escritor de origen indio se trasladó a Nueva York a comienzos de este siglo.
Auster hablaba a unas doscientas personas arremolinadas sobre la escalinata, en plena Quinta Avenida, bajo un sol demoledor, donde sus colegas y amigos hablaron de la libertad de expresión a través de sus textos.
«El acto de la creación requiere no solo de libertad, sino también la suposición de la libertad. Si el artista está preocupado por si será libre mañana, no será libre hoy», leyó la escritora A.M. Holmes de un discurso sobre censura que Rushdie pronunció en 2012.
La libertad de expresión bajo ataque constante
«El ejercicio de la libertad es la mejor defensa para la libertad», prosiguió la periodista Tina Brown, con palabras que Rushdie dijo en 1996 sobre la prensa. «Las sociedades libres son dinámicas, ruidosas, turbulentas y llenas de desacuerdos radicales».
El ensayista Andrew Solomon defendió que no es una «coincidencia» que el intento de asesinato de Rushdie haya ocurrido ahora. «Vivimos una era en la que el derecho a la expresión libre ha estado bajo ataque constante tanto desde la izquierda como de la derecha», dijo, y recordó los cierres de bibliotecas y la censura a libros en los curriculum escolares.
Siri Hustvedt, escritora y favorita habitual para el premio Nobel -y mujer de Auster- aseguró a la prensa después del acto que, tras el atentado, Rushdie «no dará marcha atrás en sus creencias, seguirá en su lucha por la libertad de expresión».
Antes, desde las escaleras, leyó un extracto de las memorias de Rushdie sobre su convivencia con la fetua -'Joseph Anton'- y defendió que «sin libertad la literatura es poco más que una cámara de eco con lugares comunes efímeros y perogrulladas».
Para tener contexto
Los escritores no solo celebraron a Rushdie hablando de libertad. También la ejercieron. Hari Kunzru, compañero de las letras y amigo del novelista, dijo que Rushdie escribió en una ocasión que «el papel del escrito es nombrar lo innombrable, denunciar a los defraudadores, escoger bando, lanzar discusiones que den forma al mundo y que impidan que se vaya a dormir».
Kunzru eligió leer al público el comienzo de 'Los versos satánicos'. Ya lo hizo hace una década en el festival de literatura de Jaipur, en India, donde el libro fue prohibido. Volver a leerlo ahora en público en Nueva York no era pese al ataque. Sino, sobre todo, por el ataque.
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