Una lechuga: la nueva calavera de Yorick
la barbitúrica de la semana
Antes de la tragedia, aparece la farsa. La hortaliza con peluca de 'The Daily Star' suplanta el cráneo del bufón de Shakespeare.
![Una imagen de la parodia de 'The Daily Star'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/10/23/lechuga-R8EIsrkXeBkzcdspGZxFirN-1240x768@abc.jpg)
El post Brexit va de muerte en muerte, incluida la de su soberana más longeva. La primera ministra británica Liz Truss duró seis semanas en el cargo. Su acelerada decrepitud acabó por superar a la lechuga que 'The Daily Star' retransmitió en vivo como ... apuesta para probar qué ocurriría primero si la 'pochez de la lechuga' o el fin de Truss en su cargo. Para acentuar el infortunio de la situación, el tabloide británico dibujó ojos y boca al vegetal y le colocó una peluca rubia.
Antes de la tragedia, aparece la farsa. La máxima de Nietzsche aplica para el Reino Unido. En uno de los momentos más débiles de las instituciones británicas, la bufonada de la lechuga de Truss acabó por sustituir el símbolo de la calavera de Yorick que aparece en el quinto acto de Hamlet, cuando el príncipe danés regresa del destierro en Inglaterra y conoce la muerte de su amigo y bufón de la corte, cuyo cráneo sujeta en la mano para evocar sus virtudes.
«¡Ay! ¡Pobre Yorick! ¿Qué se hicieron de tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes que animaban la mesa con alegre estrépito? Ahora, falto ya de músculos, ni puedes reírte de tu propia deformidad...». Yorick es el emisario de la muerte en la vida, el recordatorio de todo aquello que yace en el olvido y el desconocimiento. A ese símbolo apeló el escritor Javier Marías en Berta Isla para ilustrar la oscuridad y melancolía de Tomás Nevinson, ese hombre del que su mujer apenas sabe nada. «Tomás hizo un gesto con la mano vacilante hacia arriba, como si sostuviera en ella un pesado globo terráqueo o quizá la calavera ligera de Yorick, con el codo apoyado en la mesa. No sé por qué, noté condescendencia en ese gesto».
Lo mismo que el bufón de Hamlet le ha pasado a Truss, una thatcheriana descabalgada del 10 de Downing Street por el poder económico que alentó su llegada al cargo, y que apenas ha tenido tiempo de asimilar su aparatosa caída a lo Buster Keaton. Como al actor cuando sus padres lo arrojaban sobre el escenario apenas siendo un bebé, e incuso como el mismo Yorick shakesperiano, la líder conservadora ha dejado de dar risa.
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Inglaterra va de la carcajada al responso y del responso a la carcajada, aunque hay quienes aún ven vodevil en la elección del nuevo primer ministro. El regreso apresurado desde República Dominicana de Boris Johnson, payaso él también, para intentar regresar al cargo del que fue apeado hace apenas unos meses es la mejor prueba. El partido conservador británico traza, bufonada a bufonada, una tragedia cuya inevitable comicidad remite al drama de Yorick. Ni muertos pueden ya reírse de su propia deformidad. Nada de esto sería del todo grave, de no tratarse de un espíritu de los tiempos. La risotada que arrancan los populistas mientras mancillan la vida pública.
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