Los museos son la pieza que el ministro quiere cobrarse
En este proceso de descolonización Urtasun se ha cargado de un plumazo la autonomía de los directores de los centros concernidos sobre sus colecciones. ¿En nombre de qué?
Urtasun pone en marcha la descolonización de dos museos nacionales
![Ernest Urtasun, ministro de Cultura](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/08/eurtasun-efe-kLqF-U602820392378yYF-1200x840@diario_abc.jpg)
Hace poco más de un mes, en una reunión en el Ministerio de Cultura, el secretario de Estado y el director general de Bellas Artes comunicaron a los directores de los museos bajo su mando que querían darles autonomía. Uno de ellos preguntó: «¿Podremos hablar ... con la prensa sin esperar vuestro permiso?» La respuesta fue un 'no' rotundo. «No no no». Entonces, otro dijo: «¿Y gestionar el presupuesto según nuestro criterio?». «Que no es eso, que no es eso», respondieron los mandos, antiorteguianamente. La autonomía era una palabra hipnótica, de bisutería, para callarlos.
Hasta ahora los directores eran responsables del estudio y ordenación de sus colecciones, para eso se los nombraba. Con sus equipos de conservadores. El Prado, en tiempos; el Reina Sofía, el Arqueológico y todos los demás se modernizaron así. Pero ya no. Urtasun no lo permite, impone otro 'modus operandi'. Dos museos, el Nacional de Antropología y el de América, deberán negociar su criterio a partir de ahora con un grupo dominado por activistas, y dentro del cauce descolonizador impuesto desde el Gobierno. Uncidos al yugo de estos designios, los directores serán meras marionetas. ¡Queremos daros más autonomía! Son lentejas, si quieres las descolonizas, si no las dejas.
El Museo de América organizó en 2017, antes de Urtasun, una exposición y un programa titulado 'Trans', con motivo del Orgullo, en los que rastreaban, desde sus colecciones hasta el presente, huellas de la tolerancia en culturas latinoamericanas con los transgénero. Ni esa experiencia ha sido suficiente para que el afinado criterio de Andrés Gutiérrez Usillos, el director y comisario de 'Trans', fuera mayoritariamente aceptado por Urtasun. Habrá en el comité 3 personas del museo contra seis asesores, que también de eso se trata. Entre ellos, eso sí, la profesora de la Universidad de Salamanca, Izaskun Álvarez Cuartero, premiada en 2017 con la Cátedra Indigenista de la Universidad Michoacana, especializada en la violencia sexual vivida en Yucatán en el XIX, y que ha pedido a la RAE que acepte 'biopoder', palabra inventada por Foucault para denunciar la explotación colonial. Porque todo esto viene del 68, que no era biodegradable.
Tal vez Urtasun habría conseguido un debate más interesante si hubiera incluido americanistas de los centros de investigación más reputados (CSIC, Universidad de Sevilla) donde la bibliografía científica es más numerosa y aborda con más complejidad las luces y sombras del 'Spanish turn', como se conoce fuera de nuestro país aquella primera globalización.
Falta hablar del calado político. Da la impresión de que Urtasun sigue un plan bien diseñado, que está poniendo en cuestión la idea de museo nacional creada en nuestra democracia. Las consecuencias sirven de enmienda a la política cultural desarrollada sobre todo por el PSOE en los años 80 y 90. Aquel PSOE. También son un aviso a navegantes. No tardaremos en oír hablar de otros centros, como el Museo Arqueológico Nacional, tercera estación de este programa, cuyas piezas, desde la llamada 'momia guanche' a las Damas de Elche y de Baza, son deseadas por diferentes gobiernos autonómicos. Lograr la impugnación de los museos de la historia de España es un asalto al entramado afectivo y simbólico de nuestra convivencia. Y su demolición es también un ataque a Madrid, aldea gala del cesarismo de Pedro Sánchez y punto de mira de todas las políticas del Gobierno, simbólicas o no, tendentes a envenenar el pasado.
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