La invasión del Seat 600
AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS
Los famosos Seat 600 –el cuatro ruedas con más motes y apelativos: seiscientos, 'pelotilla' u 'ombligo'–, invadieron las carreteras españolas como los champiñones del videojuego Super Mario Bros
El último seiscientos cumple 50 años
Capítulo 1: Sufre mamón, devuélveme mi música
El ataque de los extraterrestres es una amenaza que aterra a investigadores y mortales. Incluso el científico Stephen Hawking advirtió sobre los riesgos de intentar contactar con civilizaciones alienígenas. Sin embargo, hace años, España sufrió una gran invasión pero sin consecuencias dramáticas. La conquista ... del asfalto la iniciaron unas originales 'pelotillas' que dominaron las calles y carreteras de todo el territorio en poco tiempo. Sí, el Seat 600 se convirtió en el gran rey automovilístico: pequeños huevos de distintos colores que se desplazaban entre las avenidas.
El Seiscientos más que básico era espartano, aunque moderno en sus formas redondeadas: cuatro ruedas, dos puertas que se abrían de atrás hacia adelante -en los modelos iniciales tenían apertura suicida, de delante hacia atrás, lo que provocaba que en caso de cerrar mal la puerta se abriera por la fuerza del aire en mitad de la conducción, susto asegurado-, volante, palanca de cambios, cenicero, capacidad para cuatro personas… El motor estaba en la parte trasera, sin excesiva ventilación, lo que generaba calentones en cuanto el calor apretaba o se conducía durante un largo recorrido. Las ventanillas, por supuesto, se bajaban con una pequeña manivela y en el espacio del maletero delantero solo cabía una ridícula maleta, y con suerte.
El pequeño-gran automóvil abdujo a la sociedad. Más de 780.000 unidades invadieron la calzada. Los padres llevaban a sus hijos y compañeros al colegio en el asiento trasero como si fueran sardinas enlatadas, sin cinturón, con poco aire y mucho olor a sudor.
En los viajes se acoplaba en la parte superior del coche una baca, más bien rejilla metálica, y se apilaban todos los enseres, maletas y bártulos imaginables. Luego, por miedo a que alguno de esos objetos volara durante el trayecto, se cubría con una pequeña lona y se ataba con cuerdas. Más que un Seat 600 parecía uno de los champiñones del videojuego de Super Mario Bros desplazándose por las carreteras.
Otras entregas de la serie 'aquellos maravillosos años'
El viaje al pasado y la añoranza del Seat 600 estallan en mil pedazos al arrancar un coche de 2023, al escuchar el pitido estridente del ordenador porque alguien no se ha colocado el cinturón de seguridad en su asiento. Sí, ahora las bacas son aerodinámicas, los niños se sientan en elevadores o sillas que se fijan al asiento del coche con el sistema de seguridad Isofix; una voz seductora de mujer indica con precisión y conexión GPS cómo llegar al destino deseado o una leve vibración advierte al conductor de la cercanía de un radar para esquivar una multa. Los más pequeños solo saben bajar la ventanilla si hay un botoncito electrónico, tienen un amplio espacio para colocar todos sus aparatos de última generación, cargan el móvil con el adaptador USB y si dan una leve instrucción al coche, les cambia la canción de Spotify. Todo muy moderno, todo muy seguro, pero ¿quién no echa de menos arreglar el coche con un simple alambre, alicates, cinta aislante y una cuerda; las carreteras llenas de champiñones; las antiguas matrículas con las letras de las provincias de España -¡la mejor lección de geografía!-; el brusco sonido del freno de mano y las escasas cuatro marchas de la palanca de cambios del Seat 600?
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