Franco en Ayete
Los Veranos Del Poder
El general acudía todos los meses de agosto a descansar en este palacete de San Sebastián, lo que aprovechó un grupo anarquista para intentar asesinarle en 1962

El último verano que el general Francisco Franco pasó en el palacete de Ayete en San Sebastián fue el de 1973. Había disfrutado allí de dos o tres semanas cada mes de agosto desde 1940, la fecha en la que el Ayuntamiento ... de la ciudad cedió su uso al jefe del Estado. Pero en julio de 1974 padeció una tromboflebitis, que obligó a hospitalizarle. No volvió nunca más a la capital donostiarra.
Ayete es una construcción, ubicada en un parque de más de siete hectáreas, diseñada y edificada en 1878 por el arquitecto francés Adolfo Ombrecht por encargo de los duques de Bailén. Fue residencia veraniega de Alfonso XIII, que acogió a la Reina Victoria de Inglaterra en el lugar.
Franco era un hombre muy aficionado a las rutinas. Presidía cada año la celebración del 18 de julio en Madrid, la fecha de la victoria del bando nacional, y luego se iba a pasar unos días al pazo de Meirás en Galicia. Volvía a principios de agosto y se desplazaba por carretera hasta Ayete, un lugar por el que sentía especial predilección. Paraba habitualmente a comer en el actual mesón 'Las campanas' en Honrubia (Segovia), donde hay un monolito abandonado que conmemora su figura, conocido como el Miliario del Caudillo.
La mayor parte del tiempo la dedicaba a pasear por los jardines, estar con su familia y leer. También salía a pescar y recorrer las aguas cercanas a la bahía en el yate Azor. Pero no abandonaba sus obligaciones oficiales. Convocaba a sus ministros para celebrar un Consejo a mediados de agosto y recibía a las autoridades locales. Algunos amigos íntimos como su médico Vicente Gil y el almirante Nieto Antúnez también acostumbraban a acercarse al palacete para hacerle compañía.
Uno de los fijos era el general Franco Salgado-Araujo, primo carnal, segundo jefe de la Casa Militar, fiel colaborador y confidente, la única persona con la que el general acostumbraba a sincerarse, que dejó constancia de su relación en unas memorias, publicadas tras su muerte en 1975, unos meses antes del fallecimiento de su mentor.
Es posible reconstruir la agenda de Franco en San Sebastián a partir de los diarios de la época, que daban cuenta de sus actividades en vacaciones. Franco iba a los toros, asistía a partidos de pelota vasca y veía las regatas que se celebraban frente a la playa de La Concha. Recuerdo la multitud que se agolpaba frente al mar en un verano de comienzos de los años 60 en el que yo estuve en una colonia cerca de Ondarreta. Las monjas nos llevaban a pasear muchas tardes por la carretera que pasaba por Ayete en estricta formación y nos decían que no alborotáramos porque el Caudillo estaba descansando.

Además de descansar, Franco aprovechaba la estancia en Ayete para disfrutar de la gastronomía, aunque era un hombre bastante frugal. La periodista Ana Vega Pérez de Arlucea ha publicado un reciente trabajo en 'El Diario Vasco' en el que reseña los menús del general. El 31 de agosto de 1947 comió entremeses, huevos escalfados, capones y helado de postre. Era muy aficionado a los dulces, especialmente a los helados. También disfrutaba de los pescados de la zona.
Franco aprovechaba sus semanas en San Sebastián para relajarse y olvidarse de la política. Pero fue allí donde designó a los llamados 'Cuarenta de Ayete', que eran los miembros del Consejo Nacional del Movimiento nombrados por el jefe del Estado. Cuando murió, ilustres franquistas como Girón, Blas Piñar, Arias Navarro, Licinio de la Fuente, López Rodó, Utrera Molina y Garicano Goñi formaban parte de este órgano asesor. Adolfo Suárez también figuraba en él.
El general viajó a Ayete para una entrevista con Hitler en Hendaya en octubre de 1940. Allí comentó a sus colaboradores que había logrado evitar la implicación de España en la II Guerra Mundial. Serrano Suñer, como ministro de Exteriores, le acompañó en aquella cita.
Franco era muy agasajado en esas semanas de agosto por los jefes militares, el gobernador y las viejas glorias falangistas de Guipúzcoa. Pero los anarquistas aprovecharon sus vacaciones para intentar asesinar al general en varias ocasiones.
La más conocida se produjo en agosto de 1962 cuando Octavio Alberola, que lideraba un grupo anarquista, colocó una bomba en la cuesta de Aldapeta para hacerla explotar al paso del ilustre inquilino. Fracasó en el intento porque estalló antes de tiempo produciendo escasos desperfectos como la rotura de los cristales de las casas vecinas. El intento pasó desapercibido.
Tras la muerte de Franco en 1975, el Ayuntamiento de San Sebastián recuperó el palacete y sus jardines, con un estanque con cisnes, una gruta artificial, una capilla y hermosos jardines al estilo Versalles, diseñados por el jardinero francés Pierre Ducasse.
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Hoy no queda ni rastro de las huellas del general. La corporación donostiarra ha convertido el lugar en la Casa de La Paz y de los Derechos Humanos. Allí se celebró una llamada 'conferencia de paz' con observadores internacionales en 2011, muy poco después de que la banda terrorista ETA anunciara la renuncia a la violencia.
Ayete, que era un enclave solitario hace más de medio siglo, está hoy en medio de un barrio por el que se ha expandido San Sebastián. El elegante edificio de estética Belle Époque con mansardas en el tejado de pizarra sigue testimoniando una época en la que reyes, aristócratas y jefes de Estado pasaban los veranos en lo que era la villa más glamurosa de España. Todo parece tan irreal como lejano.
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