la barbitúrica de la semana
Entre los Forsyte y los Buddenbrook
La historia de las empresas familiares dedicadas a la edición en España muestra las paradojas del mundo contemporáneo y las fusiones comerciales
Antoine Gallimard: «Amazon vende libros, pero no los lee»
Más allá de los cementerios
![Locales de la editorial Espasa Calpe y de la librería Casa del Libro, situados en la Gran Vía](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/03/12/espasa_calpe-REvEW0BIqnZ3Vx3uUf7SQqM-1200x840@abc.jpg)
Bonniers Förlag, la editorial sueca fundada en 1837, que publicó la obra de August Strindberg, sigue siendo una de las casas más reputadas y antiguas que mantienen su actividad. Fischer, la más importante de la industria editorial alemana, fue fundada hace más de 130 ... años por Samuel Fischer, el hombre de quien Thomas Mann dijo que había hecho «clásico lo revolucionario». En el corazón de Saint-Germain-des-Prés, funciona la mítica editorial francesa Gallimard, fundada a comienzos del siglo XX por Gastón Gallimard y cuyo catálogo posee los clásicos selectos franceses y extranjeros, desde Proust y Malraux hasta Modiano.
Las editoriales españolas de mayor relevancia, como Anagrama, Tusquets o Alfaguara alcanzan medio siglo de existencia cada una (incluso un poco más), casi siempre bajo el ala de un gran grupo que las ha comprando respetando su estilo y catálogo. Sin embargo, casi ninguna de las pioneras sobrevive. La guerra civil española, el ascenso del franquismo y el posterior exilio dio origen a sellos como Ruedo Ibérico, fundado en 1961 en París, Sudamericana en Argentina o Séneca en México.
Pocos proyectos longevos sobreviven, excepto Espasa-Calpe, nacida a partir de la unión de Espasa, fundada en 1860, y Calpe, fundada en 1918. Se mantuvo como una única casa editorial hasta 1991, en que fue adquirida por el Grupo Planeta. Algunas de las editoriales que se mantienen a lo largo de tanto tiempo fieles a su esencia, lo consiguen, en parte, porque han pasado de generación en generación. Gallimard ha alcanzado la tercera con Antoine Gallimard, hijo de Claude Gallimard. No se descarta que sean sus hijas quienes en un futuro pudiesen asumir las riendas.
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El caso más parecido en España, junto con Escasa-Calpe, fue la familia Lara, dueña de la editorial Planeta, que acabó asumiendo las proporciones del Grupo Planeta. Creado por José Manuel Lara, el sello pasó luego a manos de su hijo y aún se mantiene como parte del conglomerado empresarial. Si son todas empresas privadas, por qué unas consiguen mantenerse en el tiempo y otras no. ¿Las editoriales como proyectos intelectuales resistieron mal a las embestidas del tiempo en España? ¿Hubo herederos comprometidos con el legado que debían proteger y multiplicar? ¿Es ésta, en el fondo, una historia familiar? A veces se hereda mal. O acaso las circunstancias menguan la voluntad de quien recibe un legado. Ocurre en toda gran saga. Se le queda cara de Buddenbrook o de Forsyte a muchos. Pasan de poseer a alquilar. Del esplendor al subalquiler.
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