No hace falta ser tan alto
Pecados capitales | envidia
Nuestro amigo Baroja era un maestro. Rubén Darío había dicho de él: «Pío Baroja es un escritor de mucha miga. Ya se conoce que es panadero». Y el vasco del nicaragüense: «Rubén Darío es un escritor de buena pluma. Ya se conoce que es indio». Hoy estaría cancelado por delito de odio

La envidia es el deseo de que el otro no tenga lo que tiene. Por ejemplo, que no tenga el Concorde. Desaparece el Concorde y una se alegra de que nadie lo pueda usar (si yo no puedo pagarlo, que se fastidien los ricos). Y ... ahora me salen con que los aviones supersónicos comerciales preparan su vuelta para 2029. Vaya. De los aviones privados ni hablamos. La envidia es 'mu' mala. Sobre todo, para el que la sufre. Para la madrastra de Blancanieves, que acaba despeñada y sin hacer un bonito cadáver, para Messala, para Salieri, para Eva Harrington.
Contra la envidia, alabanza. Pero eso de la alabanza viene cuando uno se ha muerto. Entonces cualquiera es la leche. Cuando murió Rubalcaba, se desató el ditirambo. Cayetana Álvarez de Toledo dio el «pésame sentido» a la familia, pero criticó el «gran derroche sentimental» y la «ficción» sobre la obra del político «brillante y complejo». Y también que no había derrotado a ETA, que había participado en la negociación con Josu Ternera y en la de la vuelta de Bildu a las instituciones. Que el PSOE, «al igual que el nacionalismo», era «muy hábil a la hora de construir marcos mentales». Y uno de ellos era ese «luctuoso luto colectivo» por el exministro. Cómo la pusieron, que cómo se atrevía. 'De mortuis nihil nisi bonum'. De los muertos no digas nada malo.
Pero de los vivos, ay, de los vivos. Nuestro amigo Baroja era un maestro. Pardo Bazán no le interesaba ni como escritora ni como mujer («era de una obesidad desagradable»). Rubén Darío había dicho de él: «Pío Baroja es un escritor de mucha miga. Ya se conoce que es panadero». Y el vasco del nicaragüense: «Rubén Darío es un escritor de buena pluma. Ya se conoce que es indio». Hoy estaría cancelado por delito de odio. Pero creo que meterse con los panaderos no está todavía penado por los tontos de 'capiwoke'.
Entre las cosas personales que cuenta Fernando Díaz-Plaja en 'El español y los siete pecados capitales' está lo de Jardiel. Era bajo y le molestaba que pasara cerca alguien de 1,80: «Tampoco hace falta ser tan alto». Agustín de Foxá tenía éxito laboral, era aristócrata, rico, diplomático, tenía una mujer guapísima… «Mucho, ¿verdad? Ya he empezado a hacer correr el rumor de que tengo una úlcera de estómago». Otra vez, Miguel Mihura le pidió que le consiguiera comentarios en los periódicos alemanes a una obra suya ('A media luz los tres') que se iba a representar en Hannover. Las críticas no eran buenas y Díaz-Plaja trató de escaquearse. Cuando Mihura lo llamó, le dijo la verdad, que como las críticas no eran buenas, había preferido callárselo. Y Mihura: «¡Qué tío! Otros amigos me habrían buscado por todas partes para comunicarme que me habían puesto verde».
Los pecados capitales de Rosa Belmonte
En España lo de poner verde a alguien tiene muchas modalidades. Por ejemplo, cambiando el nombre habitual sin introducir insulto aparente. Sus enemigos llamaban a Pérez Galdós el señor Pérez. Hombre, claro, con eso echas abajo 'Fortunata y Jacinta', no te digo. Más recientemente hay quien ha llamado Pedro José a Pedro J. O quien pone los dos apellidos a Pablo Iglesias. Pablo Iglesias Turrión. Qué manera de chinchar. Por otro lado, nos expresamos de forma que parece denotar envidia, aunque se haga de manera cariñosa. No creo que Carmina Barrios tenga envidia de Nuria Roca, pero con ellas hay un ejemplo de eso que digo. En un programa que se llamaba 'Road Trip' coincidieron Carmina y Nuria. La primera dijo de la segunda: «Escribe libros, presenta, es buena madre, es guapa. Qué hija de la gran puta».
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