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Por qué Enrique Morente fue un genio
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Una aproximación a su discografía cuando se cumplen doce años de su muerte

Enrique Morente fue un genio. Este envite a su universo no pretende ensalzar su figura cuando se han cumplido doce años de su muerte. Más bien, justificarla ante quien no conoce su discografía a fondo. A menudo, su revolución queda explicada con la mención del disco 'Omega', su cénit y también el más popular de todos los que grabó. Pero su revolución, en realidad, comenzó mucho antes. En la década de los 60 empiezan a levantarse los primeros porqués que desgajan la gran aportación del cantaor granadino. Un mosaico de virtudes que cambiaron la historia de la música en España.
Enrique Morente fue un genio porque entre Granada y Madrid posó los oídos en los maestros y recreó a partir de sus legados. Muestra de ello son las malagueñas del Canario y de Chacón, los fandangos de Frasquito Yerbabuena y la taranta del Morato que graba de joven para Hispavox. Aprendió el oficio de cantar desde abajo y se adentró en los tuétanos con una afinación excelsa. También intención creativa, depositando su sello en cada tercio, cambiando tonos y escalas hasta enriquecer la armonía. Cobitos y Pepe de la Matrona fueron algunos de sus maestros directos.
Enrique Morente fue un genio porque con treinta años y aún en la dictadura franquista dedica un disco al completo a un autor malogrado a causa del régimen: 'Homenaje flamenco a Miguel Hernández'. Anteriormente, algunos artistas habían cantado a poetas, digamos, de culto. La Niña de los Peines, Pepe Marchena y Pepe Albaicín, su paisano, habían interpretado a Lorca. Él, sin embargo, inaugura la tradición de adaptar poemas a la música flamenca. Esa corriente se confirma en 'Se hace camino al andar', donde presenta al mundo una de las formas de tangos granadinos más reinterpretadas en el presente y comparte un aluvión de hallazgos sobre la poesía machadiana. También anticipó estribillos y coros. Camarón de la Isla, Carmen Linares, Calixto Sánchez, Sordera, Miguel Poveda y otros tantos abordarían de ahí en adelante otros textos. Como ha confesado Carmen Linares, Premio Princesa de Asturias, él fue la puerta de entrada, así lo demuestra también la cronología.
Enrique Morente fue un genio porque puso en la palestra escuelas y estilos que durante décadas anduvieron denostados. Cuando todos miraban a Antonio Mairena como gran artífice, él acudió también a las antípodas para transitar otros senderos. Así indagó por el universo de Pepe Marchena. Me atrevo a decir que seguramente gracias a Morente jóvenes como Rocío Márquez, Arcángel y Jeromo Segura atendieron de nuevo a ese vibrato que en los años 30 gozó de protagonismo, pero que de los 60 en adelante caería en el olvido. El 'Homenaje flamenco a Antonio Chacón' es el tributo más elevado que se le ha hecho jamás al mítico cantaor jerezano. Destapó al Sernita, otro verso suelto de Jerez. Y cambió, en definitiva, el horizonte de lado. Alumbró por las cicatrices y las sombras de la estética.

Enrique Morente fue un genio porque en la década de los 70 y 80 confirma eclecticismo con discos que ya empiezan a contener himnos: 'Despegando', 'Sacromonte', 'Aunque es de noche'... Trae lo místico y oriental en el eco y la lírica, que hasta San Juan de la Cruz y Al Mutamid se marchan a beber. No deja de sonar nunca a Granada, pero rezuma contemporaneidad en la instrumentalización y la propia ejecución, que cambia octavas para transmitir el mensaje de otra manera. Que concibe el cante como la consecución de un pensamiento, por lo que no todo parece un acto fruto de la inspiración dentro de este género de garra y raza. Deja espacios e incluso transforma el verbo en melodía cuando en la colombiana 'Tiro tiré' de pronto se musicalizan las palabras.
Enrique Morente fue un genio porque creó para sí, pero cedió sin compromiso sus propias ideas. Y así de generoso fue con Camarón, a quien dejó un fandango para que el de San Fernando lo grabara en compañía de Paco de Lucía: 'Ni que me manden a mí'. El dúo soñado, Morente y Paco, siempre será eso: un sueño.
Enrique Morente fue un genio porque desde 'Despegando' homenajea ya sin decir. De este modo, en la soleá 'Tú vienes vendiendo flores', la misma que Pepe Marchena grabó como cante de José Illanda en 'Reniego de los rosales' y Antonio Mairena como 'Soleá del Charamusco', manifiesta un arco melódico sin parangón, una capacidad creativa inusitada y también otro prisma de la expresión, que además se asienta sobre una percusión igualmente novedosa. Pepe Habichuela es quien toca la guitarra.
Enrique Morente fue un genio porque en el 96 publica el último disco verdaderamente revolucionario que se ha elaborado en lo jondo: 'Omega', hace ya más de veinte 25 años. Fue un genio porque ahí anticipa tendencias que hoy parecen modernas, psicodélicas, intelectuales y rockeras junto a Lagartija Nick. Se adentró en un Lorca según Leonard Cohen. Respetó el compás interno con el que fueron escritos los poemas, generó atmósferas propias del 'downtempo' y, además, sonó flamenco. No a Perrate de Utrera, pero flamenco. Ese álbum agita y mueve. Derriba estatuas y colorea paisajes neoyorquinos desde lo puramente experimental. Ahí no solo aproximó la poesía a otros artistas, sino al público general, que de su boca paladeó algunos escritos por primera vez.

Enrique Morente fue un genio porque de la mano del guitarrista y productor Juan Carlos Romero, entonces un joven por el que ninguna primera figura apuesta de esta forma, vuelve a Lorca. Lo hace en el 98 y propicia nuevos hallazgos. Explora unos versos que Camarón ya había hecho antológicos, los de 'La leyenda del tiempo', y en vez de versionar hace otra creación a partir del mismo texto, esta vez por tientos. En 'Asesinato' arriesga y en las 'Canciones de la Romería' reverdece lo popular.
Enrique Morente fue un genio porque realizó una 'Misa flamenca' canónica. Le dio continuidad a los estilos de ida y vuelta en 'Negra, si tu supieras' e incluyó de manera muy temprana el cante a dos guitarras. Fue un genio porque cuando la técnica se lo permitió en el estudio miró hacia el pasado como nunca antes se había hecho. En 'El pequeño reloj', sobre el toque por rondeñas de Ramón Montoya, levanta un castillo. Por así decirlo, le pone voz a la sonanta antigua, y en su ejecución nos revela nuevos elementos. También sobre el toque original de Sabicas y Manolo de Huelva hizo lo propio con una sólida arquitectura musical y uso de la electrónica. Otorga contenido filosófico e hilvanando la caña con el polo, con cierta ironía, halla la policaña.
Fue un genio porque manejó la polifonía e innovó a la hora de protagonizar, por ejemplo, el encuentro entre el flamenco y las voces búlgaras que después han podido escuchar en Arcángel.
Fue un genio porque tuvo la habilidad natural de convertir el flamenco en agua potable para ese 'cultureteo' que utiliza gafas de pasta y no deja atrás el pitillo. Y esa fórmula continúa vigente: todo lo que hoy lleve la sombra de Morente se califica de vanguardista por ciertos sectores, aunque ya se haya hecho. Es decir, atrajo nuevos públicos que vinieron para quedarse.
Enrique Morente fue un genio porque al final de sus días siguió filtrando la cultura con compromiso. No se repitió jamás. 'Sueña la Alhambra', donde incluye a Luis Cernuda, poeta tradicionalmente soslayado por los flamencos, 'Pablo de Málaga' y el lúgubre 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías' son relatos que continúan abriendo confines. Fue un genio porque hizo cante social de la pintura, en 'Guern-irak'. Porque su obra la reciben mejor los jóvenes de hoy que los de hace cuenta años, una prueba de que se adelantó a su tiempos; aunque la frase esté algo manida, no deja de ser cierta. Porque en piezas como 'Me van a aniquilando' representó al hombre en lucha con su propio tiempo.
Y fue un genio, después de todo, porque murió sin avisar dejando una duda en cada oído: qué música estaría haciendo hoy. Qué veredas nos abría descubierto quien, a fin de cuentas, lo único que hizo fue crear un universo compositivo y expresivo propio a partir de un sinfín de elementos. Ensanchó un género y una ciudad. Un país. Corrió garganta abajo por árboles y fuentes, empleó el órgano como atributo emocional de la seguirilla 'Mírame a los ojos', resignificó algunas letras populares y en al menos cien cortes de su discografía revela una nueva forma de comunicarse desde el flamenco. Morente, sí, fue un genio. Un porqué final: se puede cantar por él sin hacer sus cantes. Es decir, no creó una cáscara, sino un continente que sigue en expansión.
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