Durmiendo con el enemigo: cuentos de Natalia Ginzburg
«Ser hombre es ser un criminal en potencia. Sin embargo, la sospecha no podía detenerse ahí. Quizás hasta las mujeres podían ser machistas. Y de pronto hallé en mis manos, en ese instante, la obra 'A propósito de las mujeres'»
La labor ingrata de releer a Cesare Pavese
![Durmiendo con el enemigo: cuentos de Natalia Ginzburg](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/abc/abcnacional/2023/09/02/ginzburg.jpg)
En la entrega anterior me despedí de los atentos lectores de este taller. No obstante, ciertos acontecimientos en el mundo cultural español me obligan a reabrirlo, así sea por una última ocasión. Como ya es noticia, un aliade importante ha caído en desgracia. Quiso la ... casualidad, o el destino, que yo lo nombrara de manera profética en la primera entrega de esta columna. El decapitador de decapitadores ha sido, en términos mediáticos y laborales, decapitado. Uno de los principales adalides del feminismo fue acusado de maltratador y acosador de mujeres… Quién lo diría (bueno, lo dijo mucho antes María L. Soto en Zenda en su reseña de un libro del susodicho).
El enemigo está dentro, fue lo que pensé. Los hombres deconstruidos lo sabemos. Ser hombre es ser un criminal en potencia. Sin embargo, la sospecha no podía detenerse ahí. Quizás hasta las mujeres podían ser machistas. Incluso, algunas de aquellas exaltadas dentro del feminismo. Y de pronto hallé en mis manos, en ese instante, la obra 'A propósito de las mujeres', de Natalia Ginzburg. Esta autora italiana fue amiga de Cesare Pavese, sobre quien advertí en esa que creí mi última entrega del taller. ¿Coincidencia? No lo creo. Me bastó leer este tomito de apenas cien páginas para confirmarlo.
El libro cuenta con dos prólogos. Uno de Elena Medel y otro de Ginzburg, un ensayo quejumbroso que da título a esta selección de cuentos. En el suyo, Medel habla de «las mujeres que focalizaron la obra de Ginzburg, tan contraria en sus palabras habladas al feminismo, tan cercana en las palabras escritas a la defensa de la libertad y la independencia de la mujer». No queda claro a qué se refiere Medel con «sus palabras habladas». Su introducción al volumen es menos rigurosa que hiperestésica. Párrafos antes, Medel dice que «esta es una obra valiosísima porque huele a Ginzburg» (sic).
Quizás se refiera al contraste entre las reflexiones del ensayo 'A propósito de las mujeres', donde se define a la mujer como un sujeto esclavizado y estructuralmente depresivo, en contraste con la trama de los cuentos, donde con frecuencia son los personajes femeninos los que se someten y martirizan unos a otros. Sin embargo, en ese ensayo, lo que supongo yo que Medel llama sus palabras habladas, ¿o se referirá a alguna entrevista?, Ginzburg dice, por ejemplo, que no tener hijos «es la peor desgracia que puede sucederle a una mujer», como si fuera uno de esos personajes de 'Entre mujeres solas', la novela de Pavese que recomendé no leer.
Los personajes masculinos de Ginzburg no es que sean mejores, pero su crueldad no nace del resentimiento sino de la indiferencia. ¿Una confirmación, entonces, de la naturaleza psicopática de los hombres? Pero, ¿no hay personajes femeninos en esta colección de relatos que también expresan una indolencia que pone los pelos de punta? Creo que lo más peligroso de estos cuentos es que parecen apuntar a una noción del mal que supera la barrera de los sexos. Como si, tiemblo al escribirlo, las mujeres también pudieran experimentar una maldad de suyo, una maldad que no fuese siempre un caso de machismo inoculado por el patriarcado y reprimido. Como si, terror de terrores, las mujeres no fueran ángeles que están más allá del bien y del mal sino seres humanos.
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