Descubren la gran ciudad ibérica de la Dama de Elche
Un equipo de arqueólogos desentierra en La Alcudia unas viviendas del siglo V a.C. adosadas a la muralla fundacional que se han conservado «prácticamente intactas»
En casa de la Dama de Elche

Es el penúltimo día de campaña y, por raro que parezca, llueve en La Alcudia de Elche. El equipo del proyecto 'Damas y héroes: tras la Ilici ibérica' se afana por tapar los últimos hallazgos arqueológicos en el ángulo sureste del yacimiento para ... su protección. Daban casi por concluidas las excavaciones cuando encontraron las primeras evidencias del giro de la muralla de la fase ibérica más antigua, levantada hacia el siglo V a.C.
Resguardados junto al monumento que recuerda que en esta zona se descubrió la icónica Dama de Elche, el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Alicante Alberto Lorrio y el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Murcia Héctor Uroz, directores de las investigaciones, atienden la llamada de este periódico. En sus voces se percibe el entusiasmo de quien tiene algo importante que contar. ¿Habrán dado con otra escultura ibérica? «Lo que hemos descubierto tiene mucha más relevancia histórica y arqueológica que encontrar una segunda dama», aseguran.

Cuando el joven Manuel Campello se topó en 1897 con la Dama de Elche mientras explanaba un ribazo con su azadón, aquella era tierra de labor. Hoy es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de España, donde se han hallado otras esculturas ibéricas sin parangón, como la del Torso del Guerrero o el Grifo, y vasos pintados de esta época, pero también destacados vestigios de su posterior pasado romano y tardoantiguo, como las termas, el foro o la basílica. Ubicada sobre una pequeña elevación de unas 10 hectáreas cerca del río Vinalopó, la antigua Ilici estuvo habitada hasta la islamización, cuando los árabes fundaron la cercana Elche.
La primera metrópoli
De sus remotos orígenes como ciudad, daban fe los notables conjuntos escultóricos ibéricos. Ahora, las excavaciones arqueológicas emprendidas desde 2017, gracias a la financiación del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Alicante y la colaboración del Ayuntamiento de Elche, están sacando a la luz su urbanismo más antiguo, el de su fase fundacional. «Esta es la primera metrópoli, la primera gran ciudad ibérica de la Contestania y la más antigua. No hay nada tan antiguo de esta envergadura», asegura Uroz.
Los primeros resultados, que avanzó ABC en 2021, se dieron a conocer en un artículo en la revista científica 'Complutum' en 2022, pero desde entonces se han dado importantes pasos.

Los arqueólogos han desenterrado unos 30 metros lineales de la primera muralla de La Alcudia (aunque han constatado que sigue en al menos otros treinta más) y han hallado ocho ambientes adosados a la misma que parecen ser viviendas. La cronología más antigua obtenida con carbono 14 se sitúa a mediados del siglo VI a.C. «Podríamos estar hablando de uno de los lugares más antiguos de época ibérica», señalan Uroz y Lorrio, aunque con cautela prefieren datar los restos en torno al año 500 a.C.
Casas selladas
La lluvia que riega La Alcudia en esos compases finales de la campaña desempeñó un papel clave para que los arqueólogos volvieran a pisar esas primitivas casas en tan buen estado de conservación más de 2.500 años después. La construcción de la muralla interrumpió el curso natural del agua hacia zonas más llanas y con la caída de lluvias torrenciales, las últimas viviendas de esta esquina sureste de la ciudad se anegaban. «Hemos identificado niveles de inundación dentro de las casas, con capas de limos de deposición lenta», revela Lorrio.

Hartos de ponerse a salvo con sus enseres en cada fuerte tormenta -han documentado varios niveles de inundación y la avenida de guijarros que «prácticamente elimina un metro de altura de la muralla», según el catedrático de Prehistoria-, sus habitantes optaron por abandonar estas viviendas y trasladarse a una zona más alta. Eso explica que en estas últimas estancias excavadas hayan encontrado escasas cerámicas -entre ellas algunas muy características de un periodo ibérico muy antiguo, como las llamadas urnas de orejetas- o alguna cuenta de collar perdida, junto a restos de animales consumidos que les permitieron datar los ambientes. Sus moradores se llevaron sus bienes antes de rellenar los espacios y dejaron atrás solo lo que olvidaron, desecharon o los bancos de barro amasado adosados. Han descubierto cuatro, en muros que se han conservado con una altura de un metro o 1,5 en algunos casos.
«Esta zona de la primera ciudad ibérica quedó de alguna manera sellada o sepultada y cuando llegamos hasta esta primera época la encontramos prácticamente intacta, con los muros de adobe perfectos», continúa Uroz, satisfecho del trabajo realizado en la excavación para salvaguardar esas estructuras de tierra, algo nada fácil, asegura. Así, han podido documentar las técnicas constructivas de los primeros iberos de La Alcudia, con adobes y barro amasado.

En lugar de reconstruir la historia a través de los materiales, en su caso ha ocurrido al revés. «Hemos encontrado el contexto casi en perfecto estado y en cambio la asociación de cerámica y materiales es muy pequeña porque se los llevaron», señalan los directores de las excavaciones.
Uroz, que también dirige las excavaciones de Libisosa (Albacete), explica además que lo que mejor se suele mantener tras el paso del tiempo es lo más reciente, «pero aquí tenemos la paradoja a la inversa: justamente lo mejor conservado de La Alcudia ibérica es la fase más antigua, si cabe lo más interesante, porque tenemos muy pocas ocasiones de encontrar un nivel de conservación tan importante en la fase fundacional de una gran ciudad ibérica».
En los niveles de cronología más avanzada hubo más expolio de materiales constructivos y resultaron más alterados en época romana y tardoantigua. En estos estratos del periodo llamado ibérico final o pleno, sí han recuperado, en cambio, gran cantidad de materiales como numerosos fragmentos de cerámica figurada, con animales, e incluso alguno que parece parte de una divinidad femenina.
Más allá de lo funcional
Las intervenciones arqueológicas en La Alcudia están sirviendo para rellenar un importante hueco de conocimiento que se tenía: se ha descubierto el hogar de las aristocracias que encargaron esculturas como la excepcional Dama de Elche. «Eran importantísimas, las más relevantes a cientos de kilómetros a la redonda y por fin hemos encontrado dónde vivían», sostienen los directores de las excavaciones, convencidos de que encontrar ese contexto «es el mejor favor que le podíamos hacer a la memoria de la Dama».

Los hallazgos, que han sorprendido por su tamaño y su nivel de conservación, tienen, a su juicio, «una envergadura acorde» al poder que tuvieron estas élites de la Contestania, una región que comprendía la actual Alicante y parte de la provincia de Valencia, Región de Murcia y Albacete. «No todo responde a una necesidad utilitaria, toman algunas soluciones arquitectónicas en la construcción de la muralla y de las casas para demostrar de qué son capaces, es un derroche absoluto de poder», asegura Uroz, mientras pone por ejemplo las grandes losas que emplean en partes internas de la muralla, en lugar de guijarros que hubieran cumplido con la misma función. «Quieren mostrar a los suyos que son lo suficientemente poderosos como para merecer su posición y, sobre todo, para defenderlos del resto», añade.
La obra de la muralla, que estiman que podría alcanzar unos cinco metros de altura, sorprende por su singular alzado, todo de adobe, sobre una sólida base de cajones de piedra, que resulta «enormemente funcional», según resalta Lorrio. Revela, además un amplio conocimiento de su entorno, pues desde finales del siglo VIII esta zona se vio sacudida por varios seísmos y en la construcción de la muralla de La Alcudia se emplearon sistemas antisísmicos que no se han documentado en otros yacimientos próximos. «Encontramos una junta de dilatación de 60 centímetros de anchura que separa dos cajones, de barro amasado, que solo se explica como elemento antisísmico», explica este experto, que también dirige las investigaciones en la ciudad fenicia de La Fonteta (Guardamar del Segura) y en Herna/ Peña Negra (Crevillente, Alicante). A su juicio, «detrás de esta construcción hay una organización perfectamente estructurada, con una cabeza que dirige el proyecto urbanístico y además con unas normas regladas, una métrica».

Lorrio y Uroz también han detectado que algunas de las casas adosadas a la muralla sufrieron una remodelación. Las más antiguas constan de una habitación de hasta 5,60 metros de anchura conectada a otra menor por una puerta y accesos a posibles zonas abiertas, pero después aprecian «una estandarización de esas viviendas» a estancias de unos 3 metros. En la campaña del próximo año pretenden completar la excavación de esas viviendas hacia el interior, para tener una visión completa de las mismas.
Saben que no será tarea fácil pues para llegar al nivel ibérico tendrán que documentar otras capas históricas con fosas bizantinas o basureros tardoantiguos, como ya les ha ocurrido en los 525 metros cuadrados que llevan excavados y en los que han llegado a profundizar hasta cuatro metros. «No hay otra zona en La Alcudia donde se haya encontrado la última y la primera fase, con toda la secuencia intermedia. Aquí está la clave para entender toda la evolución de uno de los yacimientos más importantes de España», asegura Uroz.
Al otro lado del hilo telefónico se oye a José Uroz, el arqueólogo iniciador de estas investigaciones hoy jubilado, pero que continúa trabajando con ellos y que les consulta sobre la cubrición de los restos desenterrados. «Nos da mucha rabia que quienes ahora visiten La Alcudia vean todo esto tapado, pero estamos estudiando cómo se podría musealizar», dicen. Será otro desafío. De momento, al menos, su proyecto 'Damas y Héroes: tras la Ilici Ibérica', en el que participan estudiantes egresados de grado de Historia y Máster de Arqueología de las Universidades de Alicante y Murcia y que también cuenta con el apoyo de la Generalitat Valenciana, ha cumplido su principal objetivo. «Ya no estamos 'tras' la Ilici ibérica, estamos 'en' ella».
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