Delfos, el santuario oracular que representó la unidad de la cultura Griega
A los pies del monte Parnaso, el paisaje de este conjunto de templos y edificios es idéntico al de hace dos mil años

Uno de los lugares más sublimes por su entorno natural privilegiado y sus restos arqueológicos se encuentra en Delfos. Este paisaje espiritual alberga uno de los santuarios más bellos y políticamente más importantes de la Grecia Antigua. Se encuentra en el Peloponeso, cerca ... del Golfo de Corinto, en las faldas del empinado monte del Parnaso, por donde corría el agua de la arcaica fuente Castalia, manantial sagrado, donde sacerdotes y peregrinos se purificaban antes de entrar en el Templo dedicado a Apolo.
En él se encontraba el Oráculo, excelencia en prestigio y devoción, fama y riqueza. El santuario representaba la unidad griega, la pertenencia a una cultura común. Este paraje sagrado, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, era conocido como el Omphalos, «el ombligo del mundo». Según la mitología griega, Zeus quería saber cual era el centro del universo, para ello mandó a dos águilas desde los dos extremos del cosmos, y el lugar donde se encontraron fue Delfos. En el Museo Arqueológico de Delfos podemos ver la piedra que simboliza este punto.
Este santuario, antes de ser destruido por una avalancha de rocas y tierra, al final de la Edad de Bronce, estaba dedicado, en tiempos micénicos, a la diosa Gea. En el s. VIII a.C. aparecen ya vestigios del culto a Apolo. En la mitología griega, Apolo, que aprendió las dotes adivinatorias gracias a Pan, dios de los pastores y rebaños, decidió establecer su santuario en este espléndido paraje custodiado por Pitón, un híbrido entre serpiente y dragón que Apolo mató y se hizo con el control de Delfos.
Los juegos Píticos
En este enclave extraordinario se construyó, al pie de la montaña con vistas al valle, flanqueada por montes, un complejo presidido por el Templo de Apolo. Además de peregrinos acudían visitantes a ver los Juegos Píticos, que junto con Olimpia, Nemea y los del istmo de Corinto, eran uno de los cuatro Juegos Panhelénicos. Se realizaban en el Estadio de Delfos, que podemos ver en el punto más alto del recinto, consagrados a Apolo y en el que los atletas recibían una corona de laurel como simbolo de honor y gloria.
Los peregrinos recorrían el camino sagrado, que es el natural para visitarlo e ir ascendiendo por la montaña. En ese paseo vamos recorriendo edificios, que se asemejan a pequeños templos llamados «tesoros». Destaca el Tesoro de Atenas. Aquí se guardaban los suntuosos exvotos donados por las ciudades que consultaban el Oráculo. Solían conmemorar un evento importante como la victoria de una batalla.
El oráculo
El Oráculo lo pronunciaba una sacerdotisa, que tenía la capacidad de comunicarse con el dios Apolo y proveer de consejos proféticos a todos aquellos helenos y bárbaros que acudían a consultarle, principalmente antes de una guerra, una alianza o una expedición de colonización.
Estudios geológicos han descubierto que la cámara sagrada de la sacerdotisa en el Templo de Apolo está ubicada en un área de alta actividad sísmica, en la intersección de dos falla geológicas, Delfos y Kerna. Bajo la superficie de la tierra emanaban de la falla vapores tóxicos, que pueden tener efectos anestésicos y psicotrópicos y podían ser la fuente de inspiración de la sacerdotisa.
Las respuestas de la Pitia sugestionada por la masticación de hojas de laurel, el incienso y los gases eran ambiguas y conducían a las más diversas interpretaciones. En los muros del pronaos del templo de Apolo, gracias a Pausanias, sabemos que se encontraban máximas de los siete sabios de la Antigua Grecia, como la proverbial inscripción «Conocete a tí mismo», sentencia que nos indica que debemos conocer el lugar que ocupamos en el mundo y cuales son nuestros límites. Otra de las máximas era «nada en demasía».
Además del templo de Apolo y el Estadio, Delfos alberga maravillas como el tholós del Santuario de Atenea Pronaia (s IV a C) del arquitecto Teodoro de Focea. Este edificio de forma circular, es una imagen icónica de Delfos. Sus tres columnas restauradas se erigen en otro lugar privilegiado, una terraza en la pendiente del complejo con vistas al valle délfico. Antaño constaba de veinte columnas dóricas exteriores y decoración interior de columnas corintias. Las metopas estaban adornadas con escenas de Centauromaquía y Amazonomaquía.
Cerca se encuentra el Gimnasio, el más antiguo de Grecia. Aquí los atletas se preparaban para los Juegos Píticos. Según el mito, aquí es donde, estando de caza, Ulises fue herido por un jabalí en el pie. Esta adversidad hizo que su sirvienta Euriclea le reconociera cuando regresó a Itaca. Uno de los restos mejor conservados es el Teatro, con capacidad para más de 5000 espectadores, que se situaba por encima del Templo de Apolo y antes de que lleguemos al Estadio. Las representaciones que se hacían eran líricas y dramáticas.
No hay que olvidar visitar el prestigioso Museo Arqueológico de Delfos, en el que encontraremos obras tan excepcionales como el Auriga de Delfos, los monumentales koúros arcaicos Cleobis y Bitón, de Polimedes de Argos, la colosal esfinge de Naxios, o la Nike alada entre otros hallazgos arqueológicos de gran importancia artística. Este museo complementa la visita a uno de los lugares históricos más excepcionales.
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