una mirada académica
De la variedad lingüística española
La diversidad de nuestras lenguas me parece una riqueza especial de un país situado en un espacio planetario muy peculiar
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En el bachillerato, cuando yo era adolescente, mis padres me enviaron a Francia —Pau— para que materializase algo mi torpe francés, y allí conocí a un colega irlandés, Ryan, que me decía, con admiración: 'Vous appartenez au petit continent!', refiriéndose a España. Nunca lo ... he olvidado, y la variedad de nuestras lenguas me parece una riqueza especial de un país situado en un espacio planetario muy peculiar, y cuya gracia particularísima está, paradójicamente, en la diversidad que tiene de todo tipo de elementos —de los telúricos a los culturales…—, lo que le da al unitario conjunto un valor difícil ya de encontrar en condiciones decentes de vida en la Tierra.
Por eso, en el asunto de la aparente contraposición entre el castellano y las demás lenguas españolas, creo que la crispada perspectiva política, y en casos bien conocidos, la absurda voluntad independentista —¡cuando está claro que, en esta singular península, la tajante separación administrativa de España y Portugal no nos beneficia a ninguno de los dos!— influye negativamente, y a menudo contrapone castellano y lengua autóctona de forma estúpida y malévola, pues pienso que el castellano —debe llamarse español por su internacionalismo, aunque también nuestras demás lenguas sean españolas— es sin duda, con la suya particular, lengua de la mayoría de los gallegos, catalanes, valencianos, baleares y vascos y, desde luego, pienso que tan patrimonio suyo como la que llamamos materna —aunque con otras perspectivas sentimentales—.
El asunto de la aparente contraposición entre el castellano y las demás lenguas españolas influye negativamente
Y no creo que la mayoría de gallegos, catalanes, valencianos, baleares y vascos —¡y ciertos asturleoneses, para no olvidarnos de nadie!— renunciasen a considerar lo que se llama lengua española como lengua que también les pertenece, que no es un préstamo ni una adherencia fortuita. La convivencia de una lengua de muchos hablantes, y hasta universal, como el español, con otras de pocos hablantes, directamente relacionadas con un territorio concreto, requiere una atención especial hacia la lengua con menos expansión, porque es la más delicada y vulnerable, pero ese cuidado no tiene por qué llevar necesariamente al abandono de la otra, que es lengua de comunicación en tantos espacios del planeta, siempre que la perspectiva de las decisiones políticas no sea exclusivamente demagógica, como ya he señalado.
Hace unos años participé en un debate sobre el asunto en el que estaba presente un joven gallego con una actitud muy radical, que lo hacía abominar del castellano y de lo que entendía como su nefasta presión sobre la lengua gallega. Me enteré de que había nacido en Venezuela y le dije que, si el español no fuese también lengua de sus padres, ellos no podrían haber rehecho su vida, como lo hicieron, en la América de habla hispana, y acaso él no hubiera nacido. Guardó silencio, ¿qué iba a decir?...
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