CRítica De:
'Tren a Samarcanda', de Guzel Yájina: los traumas del pueblo ruso
Narrativa
Un viaje legendario, en una especie de éxodo bíblico que atraviesa lo más profundo de la Rusia revolucionaria. Su autora nos vuelve a cautivar con una historia fascinante
![Guzel Yájina (Kazán, 1977)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/16/yajina.jpg)
Con una enorme y deslumbre maestría en cada obra publicada, algo que la hace destacarse entre muchos de sus contemporáneos, Guzel Yájina (Kazán, 1977) es ahora mismo uno de los más grandes nombres de la literatura rusa actual.
Una más que digna heredera ... de aquellos impresionantes maestros de la novela rusa del siglo XIX, y parte del XX, difícilmente superables. Si ya nos deslumbró con la novela anterior 'Zuleijá abre los ojos' (Acantilado, traducida magníficamente, como la actual, por Jorge Ferrer) la espléndida 'Tren a Samarcanda' no dejará indiferente a nadie que la lea.
NOVELA
'Tren a Samarcanda'
![Imagen - 'Tren a Samarcanda'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/16/1627portamercedes.jpg)
- Autora Guzel Yájina
- Editorial Acantilado
- Año 2024
- Páginas 486
- Precio 32 euros
De nuevo, en un viaje legendario, en una especie de éxodo bíblico que atraviesa lo más profundo de la Rusia revolucionaria, Yájina nos vuelve a cautivar con una historia fascinante y llena de emoción, ambientada con una admirable precisión histórica. En ella narra, una vez más, sin ningún tipo de maniqueísmo ni manipulación histórica los terribles, a veces inimaginables, traumas atravesados por el pueblo ruso. Sus retratos realistas, y a la vez de gran delicadeza, acompañados de mil matices, vuelcan la mirada en un gran número de personajes en ocasiones ambiguos, difíciles de encasillar con dos o tres lugares comunes. Cada uno de ellos está envuelto en secretos claroscuros y atrapado en la historia de su momento, algo que los hace profundamente humanos.
Aquí nos encontramos en la década de 1920, en la URSS, en un momento en que la hambruna azota la región del Volga. El gobierno soviético decide enviar convoyes de evacuación con el fin salvar a los niños de orfanatos y de las calles. Niños apenas sin nombre que solo responden a motes. De uno de estos trenes se hará cargo el joven oficial del Ejército Rojo, veterano de la guerra civil, Déyev.
Su misión es transportar a quinientos niños débiles, hambrientos, consumidos, entre los dos y los doce años, desde Kazán, la capital de Tartaristán, hasta Samarcanda. Para llegar al Turquestán, una tierra de abundancia que se salva de la hambruna, hay que hacer un largo viaje de miles de kilómetros a través de los bosques del Volga, las estepas de los Urales y luego los desiertos de Asia Central.
Sus retratos realistas, y a la vez de gran delicadeza, acompañados de mil matices, vuelcan la mirada en un gran número de personajes
Como si se tratara de un viaje iniciático y existencial para salvarse sobre todo a sí mismo, «preservando la humanidad de esa máquina de moler carne que es la Revolución», Déyev tendrá que enfrentarse a los fantasmas de su pasado, a los crímenes cometidos en nombre del poder soviético y a esa crueldad de su país, por la que la vida humana se ha convertido en algo profundamente inútil.
A través de su coraje y bondad, este compasivo hombre, que no ha sucumbido a una dureza ambiental que aconseja que «el que trabaja con niños desamparados ha de tener el carácter tan recio como el que va a la guerra» salvará cientos de vidas que se van añadiendo, mientras entierra a otros tantos por el camino. Por otro lado, al hablar en contra de los crímenes del estado soviético, mostrará un posible camino hacia la redención.
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