CRÍTICA DE:
'Tiempo de silencio', de Luis Martín-Santos: una España miserable, sin salvación posible
NARRATIVA
'Tiempo de silencio' es una de las mejores novelas españolas del siglo XX. En el centenario de su autor, se reedita esta historia que se enfrenta a una nueva generación de lectores
Otras críticas del autor
La celebración en el año 2024 del centenario de Luis Martín-Santos es oportunidad elegida por Seix Barral, editorial que la publicó por vez primera en 1962, para volver a editar 'Tiempo de silencio', obra cuyo impacto y repercusiones en la historia literaria no pudo ... celebrar su autor, fallecido en accidente de tráfico en 1964, dos años después de publicada.
Volver a una novela cincuenta años después de haberla leído por vez primera, es un ejercicio que no suele deparar buenos reencuentros, pues resulta difícil resistir el paso del tiempo y sobre todo que sea elocuente, que siga la novela hablando, aunque no dejo de preguntarme que a quién.
NOVELA
'Tiempo de silencio'
![Imagen - 'Tiempo de silencio'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/09/1599portapozuelo-U85321637772zYW-224x330@abc.jpg)
- Autor Luis Martín-Santos
- Editorial Seix Barral
- Año 2024
- Páginas 300
- Precio 19,90 euros
La experiencia ha sido provechosa, pues la novela se sostiene, pero difícilmente tendrá interlocutores jóvenes. No puedo dejar de pensar en la distancia hermenéutica inevitable para universitarios de hoy que sean lectores de novelas, y no únicamente estudiosos de historia literaria, ante los que supondrá un muro difícil de franquear su barroquismo lingüístico, su juego con las palabras y con los significantes, su visible extrañamiento, y también ese distanciamiento provocado por un sentimiento elitista que impregna la novela, de filiación radicalmente regeneracionista, quiciada entre el noventayochismo de su tesis sociohistórica, y una visión de España, veteada de un pesimismo que va más allá incluso del fondo e intención política antifranquista que la animaba.
Si lo miramos bien es una novela que resulta más orteguiana de lo que seguramente verán quienes se detengan fácilmente en la famosa sátira que incluye sobre el maestro intelectual del momento. Cuando hablo de distancia hermenéutica no me refiero tan solo a la que esta novela suscita para un joven lector. Podrán hacerlo igual otras coetáneas de Ignacio Aldecoa, de Juan Benet, de Caballero Bonald o de García Hortelano. Si uno piensa en las novelas publicadas por estos y las que son habituales en el mercado literario a partir de 1990, se percibe una brecha abierta que ha afectado muy directamente a la consideración del valor de lo formal, de lo lingüístico, como ingrediente de contenido.
Obra cuyo impacto en la historia literaria no pudo celebrar su autor, fallecido en accidente de tráfico
No es posible leer 'Tiempo de silencio' sin aceptar el punto de partida de la voluntad alienante del autor para con el público de la tradición realista militante. Hay en esta hiperrealidad de las escenas, sean de chabolismo, de laboratorio con las ratas, o sea del lupanar de señoritas de la casa de citas para burgueses, toda una postura ideológica nihilista, o mejor de un existencialismo sartreano que oponer a la militancia comunista.
La apariencia es la influencia evidente de Joyce o Faulkner (de la que se hace eco el Prólogo de Vila-Matas), pero lo que late fundamentalmente es la herida de la España sin redención, de un pueblo sin futuro y sin esperanza. Gonzalo Sobejano lo vio. Es una novela al margen de la búsqueda del pueblo perdido. Casi el acta de defunción de tal pueblo. No hay nada más que recordar las páginas dedicadas al osario de pobres, o las que retrata al público de la revista musical en unas páginas memorables que terminan con el asqueado rechazo de un pueblo enunciado y retratado como vil.
Martín-Santos continúa hablándonos sesenta años después, pero a condición de que aceptemos que lo literario necesitaba esa forma de distanciamiento, que otros como el entonces amigo Juan Benet o posteriormente Juan Goytisolo llevaron a una radicalidad a menudo solipsista, perspicazmente denunciada por Carmen Martín Gaite. En todo caso, sirve la relectura de 'Tiempo de silencio' para aprender la función e importancia del discurso narrativo. Mas allá de los juegos significantes, lo que impera es la ganancia para la modernidad de los planos de narrador, de una experimentación con la voz narrativa de la que podrían aprender los jóvenes narradores, quizá para darse cuenta de que en literatura la forma también es contenido, a menudo menos envejecido que los materiales temáticos que lo sustentan.
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