Crítica DE:
'Tú eres la tarea. Aforismos', de Franz Kafka: inquietudes kafkianas
ENSAYO
En el año del centenario del fallecimiento del autor de 'El proceso' se publican estos aforismo que más parecen anotaciones en torno a su pensamiento
Otras críticas del autor
![Retrato de Franz Kafka de la serie 'Diez judíos famosos del siglo XX', de Warhol](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/15/franz.jpg)
El título de este libro, armado mucho tiempo después de la muerte de Kafka, lleva el título de 'Aforismos'. Creo que esto es un grave error porque como sabemos un aforismo es una sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ... ciencia o arte. Kafka no escribió sentencias sino anotaciones, reflexiones y pensamientos huidizos.
A veces hasta son trozos rasgados de monólogos. Aforismo suena mejor que anotaciones, parece un género mayor y con más prestigio, pero no es así. Además el genio literario conduce a cualquier creación a lo más excelso. Estos supuestos 'aforismos' no tienen nada que ver con los que redactaron los grandes maestros de lengua alemana como Lichtenberg, Karl Kraus quizás el gran maestro, o más contemporáneamente Canetti.
ENSAYO
'Tú eres la tarea. Aforismos'
![Imagen - 'Tú eres la tarea. Aforismos'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/16/1613portacesar-U41887737384SZi-224x330@diario_abc.jpg)
- Autor Franz Kafka
- Editorial Acantilado
- Año 2024
- Páginas 253
- Precio 18 euros
Los grandes aforistas, vinieran del siglo que fuere, se leían unidos a otros como si pertenecieran a un único y selecto país. El individualismo de Kafka estaba ajeno a todo esto. Es en estos escritos donde surge un autor distinto al narrador. Aquí Kafka se codea con la filosofía que jamás practicó. Estos supuestos aforismos kafkianos carecen de tres elementos fundamentales para serlo: la ironía, el humor y el sabio divertimento. Tampoco hay un interés por asombrar o sorprender, ni tienen un arranque inesperado. Por otra parte estas notas escritas en papeles distintos y muy descuidados, están dirigidas a él mismo, a ese TÚ que se repite.
A diferencia del resto de los aforismos, aquí sobresale la condensación lingüística, una complejidad en la expresión y en la comprensión. Están rozando el hermetismo. También hay algunas referencias religiosas. Por ejemplo la reinterpretación de la historia de Adán y Eva. Son pensamientos, ideas e intuiciones que revolotean sobre sí mismas.
El mal es el motivo más habitual en estos escritos, además del suicidio como conocimiento
Estos reproches, que no le son ajenos al responsable de la edición, no menoscaban el extraordinario trabajo de recopilación, transcripción, ensayístico e interpretativo de Reiner Stach. En realidad, sin él, este libro hubiera sido imposible. Por eso yo lo considero coautor. Una de las grandezas del praguense es el desconocimiento de sí mismo. Stach hace un trabajo de autopsia textual extraordinario. Todo surgió alrededor del año 1917 en el Callejón de los alquimistas, en la ciudad vieja de la capital checa.
En un apartamento minúsculo que aún hoy en día se puede visitar, su hermana Ottla se veía con su futuro marido. Las noches que no lo ocupaban los amantes, lo utilizaba Franz para escribir. Allí no logró terminar ni 'El desaparecido' ni 'El proceso'. Sí finalizó unas prosas breves que reunió bajo el título de 'Un médico rural', incluyendo 'Un informe para una academia', 'Un mensaje imperial' y 'En la galería'.
Ese año se le fue complicando a nuestro autor por su despreciado trabajo en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo. Además su hermana se mudó al pueblo de Zürau (hoy Sirem) al noroeste de Bohemia, para hacerse cargo de una granja. Kafka temporalmente alquiló otro apartamento en el Palacio Schönborn. Allí, en el verano, por primera vez tosió sangre, tuvo una hemorragia pulmonar. Tuberculosis. Sabemos que odiaba a los médicos, era un negacionista de las vacunas y defendía una medicina natural basada en los buenos habitos: un trabajo interesante (detestaba el suyo), buena alimentación, higiene, ejercicio físico (la natación y el remo), una sexualidad sin complejos (esta es la época de las dudas y el cese de la relación con Felice Bauer, de la que habla aquí) y una disposición psíquica estable y no alterada como casi siempre tuvo.
Kafka vivía en la indecisión permanente y tanto es así que pensó que la enfermedad se le había hecho presente para resolver sus problemas. «Mi cerebro y mis pulmones llegaron a un acuerdo sin mi conocimiento» (carta a Max Brod). A los enfermos ya no se les exige grandes decisiones. Tenía treinta y cuatro años. No le concedieron una prejubilación como él esperaba, pero sí una baja médica prolongada. Rechazó ir a un sanatorio y fue a refugiarse con su hermana. En el campo pasó ocho meses y se debatió, según cuenta en el 'Diario', en reflexionar sobre su onírica vida interior. Aquí surgió esa literatura más reflexiva. Escribió un par de cuadernos con anotaciones a lápiz. Caligrafía descuidada, tachaduras y correcciones. Reflexiones y especulaciones metafísicas, sobre el bien y el mal, la verdad, la fe, la existencia, las cosas supremas. Recorre territorios inhóspitos pero hermosos. En total son ciento cinco fragmentos repartidos entre la Biblioteca Nacional de Israel en Jerusalén y la Bodleian Library de Oxford. Durante aquellos meses repasó a Platón.
Lo había estudiado en el bachillerato. Un mundo espiritual y otro sensible. El más familiar este último, pero solo es un reflejo del anterior que es el real. La justificación de nuestra existencia solo era posible en el mundo del más allá. También se acercó al cristianismo, a la Cábala y al jasidismo. Pero, sobre todo, leyó a Kierkegaard con quien siempre se sintió identificado. Por ejemplo, en el plano amoroso, «lo fastidioso de un noviazgo es y será lo que en él hay de ético. Lo ético es tan tedioso en la ciencia como en la vida» ('Diario de un seductor'). Kafka escribe, «Kierkegaard es un astro, pero sobre una región que me resulta casi inaccesible». La filosofía, el pensamiento, la teología, las religiones. Los dos K. eran antidogmáticos. Pero el checo tenía muy poco que ver con los conceptos religiosos establecidos.
Sin embargo Kafka en estos escritos tiene una obsesión desmedida por el Antiguo Testamento (sobre todo por el Génesis). Reiteradamente se pregunta qué fue realmente lo que provocó la expulsión del Paraíso. La caída ontológica desde un estado de perfección hasta otro mucho menos perfecto. Caer de lo eterno a lo efímero. «La Torre de Babel se hubiera concluido bajo la prohibición de escalarla» comenta. Kafka no tenía mucha facilidad para el pensamiento abstracto. Prescinde de la terminología filosófica y utiliza imágenes y metáforas propias.
La presencia española en estas hojas viene, como no podía ser menos, de Cervantes
Como sabemos, también a Kafka le horrorizaba el psicoanálisis. Pero el mal es el motivo más habitual en estos escritos ( el 'Fausto' de Goethe era uno de sus personajes favoritos), además del suicidio como conocimiento, la importancia de la libertad, la envidia («hay que ser digno de ella»), el celibato, la muerte, el más allá, su descreimiento en el progreso, la fe como creencia en la indestructibilidad del ser humano, la mentira y el silencio de la verdad y el sufrimiento.
La presencia española en estas hojas viene, como no podía ser menos, de Cervantes: «Sancho Panza, quien nunca se jactó de ello, logró con el paso de los años, aprovechando las tardes y las noches, apartar de sí a su demonio —al que más tarde llamó Don Quijote— por el método de proporcionarle una gran cantidad de libros de caballerías y novelas de bandoleros». Un gran regalo este libro inesperado de uno de los grandes de la creación literaria.
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