ARTE
Steve McCurry: «Mantengo intactas la pasión y la curiosidad»
FOtografía
El fotógrafo estrella ha presentado en Madrid un libro de artista: 'Capturando el alma' (Artika Books), una selección, realizada y comentada por él mismo, de cuarenta instantáneas, junto a estudios sobre su trayectoria vital y profesional
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![Steve McCurry (Filadelfia, 1950)](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/27/steve.jpg)
En 1985 la portada de ‘National Geographic’ ofreció una impactante fotografía que dio la vuelta al mundo y que, hoy, en tiempos de internet, diríamos que se convirtió en viral. Se trataba de ‘La niña afgana’, una jovencita de grandes y penetrantes ojos ... verdes, con una singular mezcla de tristeza y coraje, que malvivía en Nasir Bagh, un campo de refugiados, cerca de Peshawar, Pakistán, tras huir, junto a millones de compatriotas de la invasión soviética de Afganistán.
El autor del retrato de Sharbat Gula es el fotógrafo norteamericano Steve McCurry (Filadelfia, 1950), miembro de la carismática agencia Magnum y del International Photography Hall of Fame, y colaborador de publicaciones como ‘The New York Times’ y de 'Time’, entre otras.
Esa fotografía le lanzó al estrellato, aunque Steve McCurry tiene en su haber cientos de fotografías, resultado de sus múltiples viajes por infinidad de países, siempre con su cámara al hombro y la mirada atenta, pues, confiesa, «nunca se sabe cuando va a surgir la ocasión perfecta para captar la mejor instantánea».
Ahora, Steve McCurry, más allá de las polémicas de hace años, ha venido a España para presentar, en la Galería Leica, su libro ‘Capturando el alma’ (Artika Books). Un libro de artista, en edición numerada y limitada a 2.998 ejemplares, firmados por McCurry, y en un estuche que contiene dos volúmenes: uno el Libro de Arte, con cuarenta fotografías seleccionadas por su propio autor, y dos, el Libro de Estudios, con trabajos sobre su trayectoria vital y profesional, firmados por su hermana, Bonnie McCurry, presidenta de los Steve McCurry Studios y directora del centro de formación sin ánimo de lucho ImagineAsia, y el periodista Antoni Ortí. Asimismo, entre ellos, encontramos el análisis del propio creador de las cuarenta fotografías con comentarios, anécdotas y recuerdos de cada una de ellas.
—Su libro se titula ‘Capturando el alma’. ¿Es esto sobre todo lo que usted se propone en cada fotografía?
—Sí. Me interesa captar, capturar el alma esencial que asoma, la experiencia grabada en el rostro de un ser humano. Creo que una imagen puede revelar una verdad delicada y conmovedora. El libro es fruto de una intensa colaboración entre mi equipo y yo. Quería dar una idea de lo que han sido todos esos años de mi vida, en los que he viajado tanto por muchos lugares. Deseaba transmitir lo que he hecho, las personas con las que me ido encontrando, y cuál ha sido el significado de todos esos lugares y esas personas para mí, en mi existencia. Sitios que me han impactado. Para mí, esta obra es una especie de legado.
—¿Pero usted sigue trabajando, verdad?
—Claro, claro, y hasta siempre que pueda. Por fortuna, me encuentro bien. No pienso en jubilarme.
—¿No le da cierta rabia que a usted se le asocie continuamente con la icónica fotografía ‘La niña afgana’, cuando su producción es inmensa y variada: conflictos bélicos, escenas cotidianas...?
—Estoy muy orgulloso de esa fotografía, y agradezco lo que ha significado para mí. También de que contribuyese a una mayor toma de conciencia de la tragedia de los refugiados. No me molesta que se me relacione con ella, a pesar de todo el tiempo transcurrido. En general, no espero una reacción determinada de quienes ven mis fotografías. Cuando yo hago mi trabajo, simplemente sé que cada una de las personas que las contemplan responde de forma distinta y experimenta frente a ella sentimientos diferentes.
—Diecisiete años después de fotografiar a Sharbat Gula, descubrió su identidad y volvieron a verse. ¿Tiene intención de un nuevo encuentro, y quizás un nuevo retrato?
—En 2021, Sharbat Gula consiguió por fortuna escapar de los talibanes y hoy vive en Europa, en Italia, donde logró asilo y ayuda. Sí, tengo planes para volverla a ver en un futuro próximo. Me encantaría, pero de momento no es posible.
«No me considero fotoperiodista. Me veo más como un fotógrafo artista, aunque en esta categoría sigue habiendo una parte de documentar la vida»
—¿Hay alguna foto que le hubiera gustado tomar y no pudo?
— Sí, y no solo una. Muchas veces pensé en hacer algunas fotografías y al final no las hice por unas u otras razones. Confío en poder hacerlo, pues, como le dije, no pienso jubilarme. No obstante, es sabido que todo el mundo se arrepiente de algo y tiene tareas pendientes. Resulta algo natural en el proceso de toda vida, no se puede llegar a todo y culminar todo con éxito.
—Entre otros reconocimientos, usted se hizo acreedor de la medalla de oro Robert Capa. ¿Este célebre colega es uno de sus referentes?
—Robert Capa es un fotógrafo muy influyente, muy bueno. Y tiene una personalidad muy completa. Le admiro, y sí, me ha influido, pero no en exclusiva.
—¿Se considera usted fotoperiodista?
—No. Respeto mucho a quienes lo son y el trabajo que realizan, pero yo no me considero en absoluto fotoperiodista. Me veo más como un fotógrafo artista, aunque en esta categoría sigue habiendo una parte de documentar la vida, y de ayudar a entender la realidad.
—¿Qué le movió a ser fotógrafo?
—Mi motor principal ha sido conocer el mundo, sobre todo a través de los viajes, y aprovechar el tiempo que tengo en la tierra lo más posible. Y también en la medida de mis posibilidades aportar mi granito de arena en la construcción de un mundo mejor para todos. Y siempre me he propuesto trabajar con mucha energía y con mucha intensidad, movido por la curiosidad y la pasión, que mantengo intactas.
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