Sean Scully se reencuentra con Barcelona

Todo el foco, desde el título, recae sobre Sean Scully, nacido en Dublín en 1945, y que ha desarrollado una obra que se mueve entre la tradición europea y la modernidad americana. Su evolución parte del Minimalismo de los años setenta, con una paleta restringida y una estructura geométrica precisa, hasta alcanzar un lenguaje más expresivo, donde las franjas y bloques de color vibran con una calidez y una profundidad emocional que lo distinguen. Su obra busca «devolver la emoción a la pintura abstracta», ha dicho, alejándose de la frialdad minimalista para crear piezas que dialogan con la luz, la textura y la memoria.

En La Pedrera, Scully regresa a una ciudad donde vivió y trabajó durante más de catorce años. Esta exposición, la más completa del artista en Barcelona desde 2007, permite un recorrido por su evolución artística y destaca su relación con la capital catalana. Obras como 'Barcelona Band of Light' y 'Barcelona Dark Wall' (ambas de 2004), reflejan la huella de su estancia en la ciudad.

Además, por primera vez en Barcelona, se exhiben sus esculturas, incluyendo la monumental '55' (2025), una pieza de casi siete metros de altura creada específicamente para la muestra y emplazada en el patio del Paseo de Gracia. Estas esculturas, realizadas en materiales como piedra, aluminio y zinc, trasladan a la tridimensionalidad su característico lenguaje de franjas horizontales y verticales.

Uno de los aspectos fundamentales de la obra de Scully es su diálogo con la Historia del Arte. Influido por Matisse, Mondrian y Rothko, ha logrado una abstracción profundamente humanizada, donde el color y la estructura transmiten una intensa carga espiritual. En esta exposición, ese diálogo se expande al espacio arquitectónico de Gaudí. La Pedrera, con su organicidad y su innovación formal, establece una relación fascinante con Scully, que también busca desafiar las normas y explorar nuevos límites en la expresión visual.

Como comenta el propio Javier Molins, comisario de la muestra, la obra de Scully guarda un paralelismo con la música de Bach, en particular con las 'Variaciones Goldberg', donde la repetición con variaciones genera una experiencia envolvente y dinámica. La pintura de Scully comparte esta estructura: sus franjas, a primera vista repetitivas, nunca son exactamente iguales, creando una cadencia visual que invita a una contemplación prolongada y profunda. El propio Scully ha señalado que «cada franja de color contiene múltiples gradaciones en su interior y, con el tiempo, los colores que utiliza tienen cada vez más matices y complejidad».

Además, Scully ha manifestado su interés por que su trabajo recupere la dimensión espiritual de la pintura abstracta, afirmando que su arte busca «capturar algo que refleje la dimensionalidad del espíritu humano dentro de la cuadrícula de nuestro mundo». Esta exploración de lo emocional y lo trascendental se ve reflejada en obras como 'Africa' (1989), donde, en palabras del irlandés, «esta pintura presenta una extraña luz fría y cálida, oscura y púrpura. Es la luz del cielo y la arena del desierto».

Más allá de sus referencias artísticas y literarias, Scully se ha inspirado en su propia biografía. Su serie 'Landline' evoca el horizonte que separa el mar del cielo, una imagen recurrente en su memoria desde que emigró de Irlanda a Estados Unidos. En sus obras, la tierra, el mar y el cielo establecen una conexión profunda. Esta relación con el paisaje se convierte en una metáfora de su propio viaje personal y artístico. También destacan obras como 'Empty Heart' (1987), inspirada en la muerte de su hijo Paul, en la que el artista transmite un sentimiento de pérdida y vacío mediante franjas verticales en blanco y negro.

Otra de las características esenciales de su obra es la exploración del color como un vehículo para la emoción. En este sentido, Scully se ha considerado un continuador de la tradición de Matisse, afirmando que «el color es el alma de la pintura». Sus combinaciones cromáticas, aparentemente sencillas, encierran una riqueza de matices que dotan a sus composiciones de una gran profundidad. La serie 'Wall of Light', inspirada en los muros de piedra seca de su Irlanda natal y en su viaje a México, juega con bloques de color que recuerdan estructuras arquitectónicas ancestrales.

Más allá de la exposición en La Pedrera, la muestra se expande por la ciudad a través de actividades organizadas en colaboración con instituciones como el Gran Teatre del Liceu y el Palau de la Música. Destaca también el documental dirigido por David Trueba, que ofrece un acercamiento íntimo al proceso creativo del artista en su estudio de Londres y documenta la preparación de la exposición permitiéndonos conocer el esfuerzo tras la propia obra.

Sean Scully

Fundación Catalunya La Pedrera. Barcelona. Paseo de Gracia, 92. Comisario: Javier Molins. Hasta el 6 de julio. Cuatro estrellas.

Además, se han programado conciertos e intervenciones que vinculan la obra de Scully con la música, reforzando su idea de ritmo y cadencia. Con esta iniciativa, la labor de Scully se manifiesta en todo su esplendor, recordándonos que la abstracción, lejos de ser un ejercicio frío y analítico, puede ser un medio poderoso para explorar la condición humana desde la emoción.