'Ciudad victoria'
La vuelta de Salman Rushdie: un mito indio contra el fundamentalismo musulmán
Después del ataque terrorista que le costó un ojo y que le dejó una mano «tocada», reaparece con la magistral 'Ciudad Victoria'
Salman Rushdie no es una víctima
Salman Rushdie (Mumbai, 1947) ya lo venía avisando: luego de varias novelas 'Made in USA' —'Dos años, ocho meses y veintidós noches' y 'La decadencia de Nerón Golden' y 'Quijote'— iba siendo hora de volver a casa sino en cuerpo sí, en alma ... y mente. Lo que no significaba necesariamente que Rushdie al irse de allí hace ya tantos años no hubiese llevado consigo a Manhattan la potencia mítica de la India. De hecho, buena parte del atractivo de sus últimos títulos pasaba por leer y contemplar, maravillados, como el autor de esas indiscutibles e incuestionables obras maestras de lo para nosotros exótico —'Hijos de la medianoche', 'Los versos satánicos' y 'El último suspiro del moro'— contaminaba a la vez que curaba a los cada vez menos Unidos Estados adentrándolos en la «Era Donde Puede Pasar Todo». Fortalecía así al raquítico realismo crónico en el que se habían sumergido buena parte de las Grandes Novelas Americanas de los últimos tiempos. Acaso, intentando despegarse de las ocurrencias desaforadas del realismo no mágico sino ilógico imperante en 'Trumplandia'.
Ahora, de nuevo, viajar a la india 'Ciudad Victoria' —presentada juguetonamente por Rushdie como «traducción» de épico mito clásico y no como su novelesco Opus 15, en un paisaje inocurrente y saturado de vistas testimoniales y auto-ficticias— equivale a experimentar un brusco paso revelador de la domesticidad previsible del Súper-8 y 'home-video' al más expansivo de los CinemaScope con 3D de última generación y Odorama salpimentado y azafranado con esos trucos encantadores durante la proyección de aquellas películas de William Castle.
NOVELA
'Ciudad Victoria'
![Imagen - 'Ciudad Victoria'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/02/07/1554portafresan-U54780804750JSg-224x330@abc.jpg)
- Autor Salman Rushdie
- Editorial Random House
- Año 2023
- Páginas 362
- Precio 22,90 euros
Todo regido y dirigido por aquel que —como evocó muchas veces— descubrió lo que quería hacer y cómo hacerlo expuesto en su infancia a las radiaciones esmeraldas del filme 'El mago de Oz'.
Y de acuerdo: nada nuevo. De nuevo lo mismo en 'Ciudad Victoria' y qué bueno que así sea, porque Salman Rushdie ya es un género literario que empieza y termina en sí mismo. Es decir, aquello cada vez menos frecuente y que alguna vez, se suponía, debería ser la más común de las aspiraciones literarias: ser personal siendo original para luego consagrarse —dickensianamente y en la más feliz de las paradojas— como clásico de lo que se fundó. Sí: aquí Rushdie reincide una y otra vez en lo que es Su Tema, que no es otro que las idas y vueltas en el arte mágico de relatar historias y del cómo es posible que haya personas que no desean que se las cuenten.
Muñeca ventrílocua
Rushdie —como se dice de uno de los personajes de 'Ciudad Victoria'— tiene «historias que contar a todo aquel que quisiera escucharlas, y no eran las típicas historias anodinas de la cotidianeidad del mundo, sino de sus maravillas; mejor dicho, eran historias que insistían en que la vida humana no es algo banal sino extraordinario» siendo plenamente consciente de que «la ficción podía ser tan poderosa como los hechos históricos». Lo que equivale a ser capaz de atravesar esa «membrana» que —como postuló en 'El suelo bajo sus pies'— separa a lo poco nuestro de la inmensidad de todo aquello.
Tigres gigantes, palacios cósmicos, amnesias cuasi macondianas, batallas colosales
Eso (que bien podría ser definido como el evangelio según san Rushdie y que está más que claramente predicado en varios ensayos de 'Los lenguajes de la verdad', que Seix Barral publicará a finales de marzo) es la piedra fundamental y columna maestra y viga del tejado que sostienen esta maravillosa y poderosa ficción histórica que cobija a otra de esas portentosos y —antes de que fueran obligatoria moda— a otro de esos empoderados personajes femeninos marca de la casa.
Conozcan entonces a la formidable de nombre formidable Pampa Kampana, nativa de Vijayanagar, al sur de la India. Mujer casi divina que alcanza los 247 años de edad (pero a quien conocemos desde sus nueve años siendo testigo de un hecho traumático que la pone en contacto con potencias superiores convirtiéndose en una suerte de vehículo—recipiente— muñeca ventrílocua para la diosa Parvati) con la sola misión de mantener el orden en una ciudad con una muy 'rushdieana' inclinación por el más gozoso de los caos.
Ficción histórica que cobija a otro portentoso personaje femenino marca de la casa
Así, Pampa literalmente alienta a la esmeraldiana Bisnaga (nombre que se traduce como «ciudad victoriosa») con la potencia de su imaginación. Tigres gigantes, palacios cósmicos, amnesias cuasi macondianas, batallas colosales y, sí, la arquitectura de leyendas expandiéndose hasta el cielo y más allá del horizonte con más de un guiño cómplice y agradecido y reverente de parte de Rushdie a otro de los sitios favoritos y fundacionales de su credo: la Tierra Media de Tolkien.
Poder y decadencia
Semejante esplendor, inevitablemente, culmina en ambición de poder y decadencia y catástrofe y, tanto tiempo después de conocerla, nos despedimos de una Pampa quien ahora sabe que esos «eran los últimos días de su vida y buscaba el consuelo de los viejos textos antes del final, por más que ya no pudiera leerlos». Entonces, llama a las puertas «el ángel del final, la Muerte en persona, conocida en los relatos de la antigüedad como 'la Destructora de Placeres y la Divisora de Sociedades, la Arrasadora de Viviendas y la Acaparadora de Cementerios'». Y todo lo sólido se desvanece en el aire.
Es un final tan grandioso como crepuscular pero con la alegría de quien se sabe maestro en lo suyo y sabedor, como Pampa, de que «todo lo que queda son las palabras» y que «las palabras son los últimos vencedores». Alcanzada la última página, se impone el consuelo y alivio de que, sí, 'Ciudad Victoria' no fue ni será a lo último a lo que Rushdie nos llevará de viaje y que volveremos a su mundo. Un mundo en el que los dioses inspiran el amor a personajes geniales y fundamentales y no —como en el nuestro— enceguecen de odio a fundamentalistas psicópatas indignos de ser puestos por escrito y mucho menos contados o tomados en cuenta.
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