SERIES TV
Resacón en Cádiz
El madrileño Daniel Sánchez Arévalo se estrena como director de series con 'Las de la última fila' (Netflix). andanza amarga de amigas del colegio que él pasa con nota

Daniel Sánchez Arévalo deslumbró en su debut como director con 'Azuloscurocasinegro'. Después seguimos viendo sus películas con agrado, pero con la sensación que tienen algunos profesores ante esos alumnos dotados que parecen conformarse con el notable. Muchos lectores ya habrán descubierto en Netflix, ... aunque el estreno es reciente, la primera serie del madrileño, que deja un gran sabor de boca e incluso renueva las esperanzas en su indudable talento.
Un ritual anual
'Las de la última fila' cuenta en seis capítulos la escapada de cinco amigas del cole, un rito anual que incorpora un componente amargo. En las primeras escenas, todas se rapan la cabeza en solidaridad con una de ellas, que tiene cáncer. No diremos cuál, no sólo por respeto a la supuesta intriga. El guion, sorprendentemente escrito en solitario (aunque con imprescindible asesoramiento femenino) no desvela su nombre hasta el final; incluso podría habérselo ahorrado. De forma inteligente, la historia se marca una serie de reglas, que las chicas siguen casi a rajatabla: en su viaje tienen prohibido hablar de cáncer y cada día cumplirán el deseo de una de ellas. Los escriben en un papel y los mezclan en una cajita, pauta perfecta para ir trenzando aventuras, no tan sorprendentes.
El conjunto tiene garra y su puntito transgresor, sin el riesgo de ser cancelado (esperemos)
La estructura es brillante y permite abordar un asunto tan manido con un enfoque original. Las normas también obligan al autor y lo llevan por el buen camino. Las cinco protagonistas resultan creíbles e incluso alcanzan la excelencia en sus momentos para el lucimiento. Admito que tenía prejuicios hacia una, con un registro fuera de la norma, pero conozco a alguien que habla de forma parecida. La vida demuestra que a veces se critica por desconocimiento. Itxaso Arana, Mónica Miranda, María Rodríguez Soto, Mariona Terés y Godeliv Van den Brandt tienen mucha más calidad que fama y parece que llevan años yéndose de viaje juntas.
Y sin eclipsarlas en ningún momento, otro acierto de la serie es su excelente plantel de secundarios: Macarena García, Michelle Jenner, Javier Rey, Carmen Machi y Antonio de la Torre son estrellas con un pequeño papel, a cual más jugoso, ninguno de mero adorno. Hasta la aparición de Rigoberta Bandini, que podría ser un pegote, tiene mucha gracia.

Porque otro de los grandes aciertos de la serie es su vertiente cómica. Quien quiera llorar, tendrá ocasiones de sobra, pero esta peculiar despedida de soltera, casi de vida, alterna muy bien las bolas cortas y las largas y se sube sin vergüenza al carro de los sentimientos, sin dejarse arrastrar por ellos.
Mientras la veía, me preguntaba si Sánchez Arévalo había sabido crear una historia tan femenina sin contaminarla de masculinidad más o menos inocua. Parece que antes sometió sus guiones a los suficientes filtros para evitar ahogarse en los peores charcos.
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En ese punto tan delicado, su mayor mérito es descorrer la cortina con la mirada limpia y, después, conseguir que el relato no quede descafeinado. El conjunto tiene garra y su puntito transgresor, sin el riesgo de ser cancelado (esperemos). Quizá con una coguionista se podría haber llegado más lejos, aunque tendría menos mérito.
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