En El Centenario de La muerte de Kafka
Rainer Stach: «En Kafka, el humor y el horror se tocan»
Si alguien puede definir el significado de kafkiano es el autor de su monumental biografía en tres tomos
Kafka & Kafka, por Rodrigo Cortés

Diccionarios de las lenguas más diversas aceptan el apellido del escritor de Praga como legítimo adjetivo, a la altura de Cervantes, Shakespeare o Borges. Pero si alguien puede definir el significado del atributo kafkiano y aplicarlo a nuestro tiempo, ese es Rainer Stach, quien ... ha escrito su monumental biografía que le ha ocupado tres tomos. A través de sus páginas, Kafka desvela su verdadera identidad, lejos del estereotipo de autor oscuro y obtuso. En su casa de Berlín, con vistas al río Spree, recuerda cómo comenzó su fascinación personal por el autor que le llevó a escribir esta obra enciclopédica.
-Tenía veintitantos y leí sus cartas y diarios. Ya conocía su obra, pero en Alemania nos habíamos acostumbrado no a disfrutar, sino a interpretar la obra de Kafka. Leer a Kafka había sido para mí más bien un trabajo. Pero sus cartas me dieron una perspectiva completamente nueva y comencé a leer muchos documentos. Quedé impresionado porque eran alta literatura, al mismo nivel que los libros, algo que no suele suceder, así empezó mi descubrimiento.
-Y cien años después, ¿qué tiene que decir Kafka al mundo? ¿Por qué sigue siendo tan atractiva su lectura?
-Por dos razones. La primera es que durante mucho tiempo sólo se han leído sus obras principales -'El proceso', 'La metamorfosis'- sus obras más oscuras, y muchos lectores no conocían su obra más humorística, como las narraciones en las que los animales hablan, son cinco o seis y muy cómicas. Poco a poco, en los últimos 20 años hemos descubierto otro Kafka en esas otras obras y han empezado a surgir piezas de teatro, exposiciones... Y esa imagen antigua ha sido superada porque ahora lo vemos en perspectiva... Otra razón es que antes se veía a Kafka como el profeta de la violencia de los totalitarismos del siglo XX, pero si miramos cuidadosamente, no se trata tanto de violencia como de control, de la pérdida de la intimidad y la esfera privada, como Josef K., que puede seguir yendo a trabajar pero es constantemente vigilado y por eso no es libre. Es como hoy en las redes sociales o la vídeo vigilancia en las calles. Hay un poder de control desconocido que destruye la esfera privada y no sabemos siquiera quién lo maneja. ¿Un hombre o una máquina? Y por eso nadie es responsable. Sobre esto escribe Kafka. También, como en 'El Proceso', recibimos hoy gran cantidad de información, pero las preguntas decisivas no reciben respuesta, como quién tiene realmente el poder. Son temas propios del siglo XXI, reconocemos perfectamente esa atmósfera.
-Sobre el existencialismo de Kafka se ha escrito mucho, pero usted valora especialmente la vertiente humorística del autor.
-Sí, no es que en Kafka haya algunos pasajes cómicos, sino que el sentido del humor subyace a todo, está siempre ahí. En Kafka, el horror y el humor se tocan, como en Samuel Beckett. Creo, de hecho, que Beckett es la herencia de Kafka, que usa el humor como única salida para nosotros, los humanos. ¿Sabe que había chistes judíos sobre la persecución nazi en los años 30? Era su forma de libertad. Y Kafka hace eso, cuando la realidad es demasiado absurda se aferra a esa capacidad humana. Fíjese que los animales pueden sentir tristeza o dolor, pero no pueden reír, no tienen sentido de la comicidad, una potestad exclusivamente humana, una forma de libertad muy importante para Kafka y que nos hace humanos.
-A Kafka le fascinaba Berlín. Vino en 1910 y en 1923. ¿Reconocería hoy la ciudad?
-Siempre quiso volver a Berlín. Praga era una ciudad relativamente provinciana y Berlín era todo lo contrario, internacional y moderna, bastante americana. Kafka veía en Praga sólo pasado, monumentos y cementerios, pero Berlín era joven, viva y cosmopolita. Y todo eso lo sigue siendo. Tenemos muchos museos, pero con un pasado relativamente joven en comparación. Seguiría reconociendo la modernidad de la ciudad.
-¿Qué significa kafkiano? Se puede describir a Kafka con sólo un adjetivo?
-Demasiado difícil.
-Dejemos a un lado la acepción sobre el absurdo. ¿Si sólo pudiese elegir entre sensible o reflexivo?
-Reflexivo. Él mismo habla en sus diarios de su omnipresente reflexión sobre todo. Escribe la frase «todo me da algo que pensar, si veo al revisor en el tranvía empiezo a pensar cómo acabará ese hombre el día, ¿tiene familia? ¿cuánto gana?». Pensaba y pensaba. Muchos son sensibles, pero este grado de reflexión no es fácil de encontrar.
-Y estructura toda esa reflexión en un particular equilibrio entre la realidad y la ficción.
-Tenía una enorme y doble capacidad de observación hacia dentro y hacia fuera. La realidad virtual no le habría gustado. A él le bastaba con su riquísimo mundo interior, no necesitaba una segunda realidad. De hecho, él tenía su mundo interior y su mundo exterior, la realidad virtual habría sido un tercer mundo para él, demasiado estrés.
-El aniversario está sirviendo, por tanto, para confirman que Kafka sigue vivo.
-No está siendo un aniversario normal. Desde hace años se percibe una ola de interés por Kafka, pero esto no es una ola, es un 'tsunami'. Todos los medios alemanes están llenos de Kafka, sin excepción. No esperaba tanto. Me pregunto si cuando pase el aniversario pasará todo y se olvidarán de Kafka, pero no creo porque quedan cosas interesantes, como la directora polaca Agnieszka Holland, que trabaja en un 'biopic'. Debía estar ya listo pero problemas políticos retrasaron el rodaje. La veremos en diciembre o en la Berlinale. Esto sigue. Y además es la gente joven la que más se interesa ahora por Kafka. Acabo de dar una conferencia en la Sociedad Goethe, en Hannover. Allí, ya me entiende, yo suelo ser el más joven, los miembros tienen todos setenta u ochenta. Y, cuando entré en la sala, me sorprendí al ver un público mayoritariamente de treinta. Nunca les había pasado algo así, la sala llena de gente jóven. Kafka vive.
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