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La pintura española reencontrada en los pabellones 7 y 9
LA OPINIÓN DEL CRÍTICO
Aunque ha ido de moderna y subversiva, el mercado se ha impuesto siempre. Y, en realidad, en la agitada feria madrileña, la pintura ha estado siempre, literalmente, por todas partes. Buscamos algunos nombres
Lea el recorrido crítico de Javier Díaz-Guardiola del día anterior

Hablé, hace años, en plena fiebre del archivismo hiper-conceptual de la pintura como un OVNI, una manera de evitar decir que los cuadros estaban anatematizados, salvo si contenían alguna proclama o, por alguna críptica razón curatorial, eran considerados como derivativamente 'radicales'.
Daba la impresión de que los pintores eran una especie regresiva y atolondrada, un rebaño descarriado que intentaba pastar en tierra baldía. No faltaban los ditirambos hasta romanticoides sobre la condición 'prehistórica' de la pintura, lo que era un flaco favor para mantener fuera de los muros museísticos a los 'retardatarios' de los cuadros.
La pintura estaba fuera de lugar y, hasta en el batiburrillo de ARCO, 'pintaba poca cosa'. Algunos ya ni recordarán que el tsunami fotográfico pareció arrasarlo todo y que, en remotos tiempos, hasta podía uno disfrutar y sorprenderse con imponentes instalaciones. En realidad, en la agitada feria madrileña, la pintura ha estado siempre, literalmente, por todas partes. No puede sorprender porque muchos coleccionistas, aunque no lo verbalicen, lo que prefieren es un cuadro que les alegre la vista antes que una sesuda obra con manual de instrucciones indescifrable.
En busca del arca perdida
Con los estands de ARCO prácticamente 'pulidos', decidí realizar un recorrido en busca de la pintura 'perdida'. La paráfrasis proustiana no es mera pedantería porque pronto pude comprobar que mis visiones tendrían mucho de rememoración. Cuando le comenté a un colega que me había puesto en mi gps mental el destino de los pintores españoles puso cara de sorpresa absoluta y añadió que mi tarea era poco menos que infinita. Efectivamente, encontré cantidad de cuadros y, además, de extraordinaria calidad.
No forzaré mi deriva por la moqueta y el suelo industrial de los pabellones de IFEMA como si hubiera lógicas o tendencias estilísticas, al contrario, sedimentaré los hallazgos en el orden de aparición brujuleante. La primera obra que me atrapó fue un imponente políptico de Luis Gordillo(Carlier/Gebauer) con sus meandros inquietantes. En Formato Cómodo, junto a una histórica escultura minimalista de Nacho Criado que reformula lo pictórico, me reencontré con la esencial pintura de Berta Caccamo.
Los tapices de Josep Grau-Garriga(Sabrina Amrani) impresionan como piezas verdaderamente 'de museo'. Las obras de Nacho Martín-Silva (El Apartamento y Max Estrella) son cromáticamente muy ricas y revelan una imponente capacidad compositiva. En el estand de Juan Silió conversé durante un buen rato con Irene Grau, que me explicó el proceder que sigue para que la Naturaleza y, concretamente, las minas 'ejecuten' sus cuadros en procesos sedimentarios que me recuerdan aquella oxidación que reivindicara Robert Smithson.



En lagalería ADN destacaría las 'apropiaciones' de Julio Anaya Cabanding, especialmente su maravillosa versión de un paisaje de John Christian Dahl que dialoga con la huella del caminante de Friedrich sobre madera de árbol realizada astutamente por Avelino Sala. Un cuadro de gran formato con color verde y gestos post-expresionistas de Miguel Marina (The Goma) me parece especialmente afortunado.
En Espacio Mínimo encontré una marina paródica de Nono Bandera con Francis Bacon melancólico y los tubos de pintura depositados en la arena por el oleaje; un cuadro magnífico de Juana González con una pareja bailando en una discoteca que parece estar a punto de ser colonizada por extraterrestres; y especialmente me impresionaron las obras de Elena Blasco, que es una artista de una desenvoltura lúdica admirable.
La pintura de Juan Uslé aparece en bastantes galerías, con su hipnótica belleza. Aunque las piezas que contemple en Elvira González, Prats Nogueras Blanchard o 1 Mira Madrid o Thomas Schulte son estupendas. La verdad es que sentí que la que expone Miguel Marcos es sencillamente magistral. En la galería de Moisés Pérez Albéniz destacan la vista urbana de Juan Ugalde, la abstracción lírica de Elvira Amor y los fluidos y armoniosos campos de color de Nico Munuera, del que pueden verse unos hermosos papeles en La Caja Negra. Olga Adelantado vuelve a presentar uno de esos cuadros de Rubén Guerrero que me apasionan y también unas piezas constructivamente prodigiosas de Irma Alvárez-Laviada.
El Informalismo impone su ley
En F2 muestran un cuadro impresionante de Federico Miró que simula la textura de un tapiz, unos juegos estupendos sobre el marco de Álvaro Negro y una enérgica figuración esquematizada de Miguel Fructuoso. En el estand de Álvaro Alcázar el color rojo es el protagonista con una tela de Antonio Murado maravillosa, uno de los líquenes de Juan Gopar, piezas vibrantes de Guillem Nadal y un escenario con el telón bajado y una extraña epifanía de Serzo con el complemento de un extraordinario 'biombo' de Nacho Criado realizado hace décadas cuando la sombra del Informalismo seguía imponiendo su ley.
Canogar demuestra, en ese mismo estand con su obra sobre las cuatro virtudes platónicas, que sigue siendo un maestro dispuesto a arriesgar y acertar. Con la mirada satura de buena pintura, todavía tuve un encuentro feliz, valga el juego, con el 'Paisaje feliz' (1970) de Carlos Alcolea(galería Rafael Ortiz) junto a un Gordillo del año 63 en el que dibujó la cabeza de Steinbek, y, en el mismo espacio, una obra excelente de Miki Leal.
No realicé este merodeo pictoricista con anteojeras y eso me permitió detectar otras formas de pensar el 'dispositivo del cuadro', por ejemplo, en las fotografías de la acción de la bola de La Ribot en el Prado (Max Estrella) o en la serie 'Domestic Matters' de Ira Lombardía (Alarcón Criado), con esas fotografías dispuestas dentro de 'muebles' que alegorizan la 'cocina de la pintura' y lo que re-vela en clave de género o racial. La obra 'rothkiana' de Daniel Canogar (Max Estrella) es también un 'velamiento' de noticias, una abstracción que tiene capas de conflictividad histórica.

La pieza que me tuvo más entretenido y refrenó mi paso fueron las diapositivas de historia del arte en una caja de luz de Ignasi Aballí (Vera Cortes) que tuvieron para mí el mismo efecto que la magdalena al comienzo de la inmensa novela de Proust: parecía como me estuvieran guiñando el ojo, de forma cómplice o pícara, Rouault o la Venus de Willendorf.
Pronto comprobé que los colores de las diapositivas que sirvieron para tantas clases y conferencias estaban descoloridos, algunas imágenes casi desaparecidas. Aparté de mí el aire melancólico y recordé que la Historia del Arte, como dijera Warburg, es la de las miradas que se depositaron sobre los cuadros. Mis vistazos en la feria ARCO tal vez han dejado un mínimo rastro.
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