EN PERSPECTIVA
Castigar o educar
El Estado debería, como un padre blando y sabio, empujar al ciudadano al camino correcto con información en vez de irrespetarlo con prohibiciones
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![Prohibición de besarse en un parque público de Perú](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/05/31/prohibido-RMynrJTbpm4WU9IS7Aa6bpO-1200x840@abc.jpg)
En estos tiempos, donde un moralismo simplista lleva a la gente a atrincherarse en posiciones irreconciliables, es fácil que, en nombre del bien general, florezca la pasión de prohibir. Las condiciones perfectas las creó la pandemia, que posibilitó imágenes tan absurdas como la de ... guardias civiles reprendiendo a un ciudadano que trota solitario por una playa por estar supuestamente poniendo en riesgo a los demás.
En esa misma tónica van apareciendo leyes que pretenden salvarnos de nuestros excesos. Vaya y venga la prohibición de fumar en recintos cerrados, pues se sabe de los riesgos de enfermedad y muerte del humo del tabaco. Pero ahora van por la sal. En Colombia el gobierno anterior produjo una resolución que regula el contenido de sodio de una serie de productos. Tan fuera de la realidad estaban los prohibidores, que en cuestión de días hicieron desaparecer de los supermercados, porque la ley no los aceptaba, la salsa soya, la mostaza dijon y otro montón de productos tradicionales. El objetivo era «contribuir a la reducción de la hipertensión arterial y de las enfermedades no transmisibles asociadas a esta». Las prohibiciones se ciernen también sobre el azúcar y sobre la comida chatarra. En los Países Bajos se debatió hace algún tiempo la imposición de una edad mínima para el consumo de comida rápida. Y no se si recuerdan que en Singapur se prohibió comer chicle en la calle, importarlo y venderlo, porque «ocasionaba muchas molestias» cuando los consumidores los pegan de todas partes, incluidas las puertas del metro. Ahora bien, la prohibición más descabellada la vi en un parque público de Chiclayo, Perú: «Prohibido besarse en este parque».
En su interesante libro 'La democracia sentimental', que creo haber citado antes en otra tribuna, Manuel Arias Maldonado dedica un capítulo al tema del «paternalismo libertario». Me resulta imposible resumir aquí su argumentación, que es apasionante, o las diferencias entre un «paternalismo duro» de los gobiernos, que, por ejemplo, multa y castiga, o uno blando, que decide optar por campañas educativas o de propaganda, pero me detengo en una idea: para Cass Sunstein, abogado norteamericano, y Richard Thaler, premio Nobel de Economía, una salida a la odiosa prohibición estatal es optar por los 'nudges', o sea, porque el gobierno, a través de políticas públicas, «empuje suavemente» al ciudadano a tomar decisiones correctas pero respetando la libertad de elección, siempre y cuando esto no ponga en riesgo a terceros.
El 'nudge', término intraducible, tiene de interesante que es el resultado de los recientes descubrimientos de la neurociencia, según los cuales individual y colectivamente los humanos nos equivocamos constantemente sin percatarnos, porque somos impulsivos, tenemos sesgos ideológicos, nos autoengañamos y un largo etcétera. Por eso el Estado debería, como un padre blando y sabio, empujar al ciudadano al camino correcto con información, educación, y campañas estimulantes, en vez de irrespetarlo con prohibiciones que atentan contra el libre desarrollo de su personalidad. Más civilizado, aunque no sé cómo se aplicaría cuando de prohibir besos se trata.
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