EN PERSPECTIVA
Buscar o encontrar
Cuando abrimos al azar las páginas de nuestras viejas enciclopedias, lo probable es encontrar. ¿Qué? Lo inesperado
![El filósofo francés Diderot, retratado por Louis-Michel van Loo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/02/02/dide-RlpMpT82CQ6cENsbZewcuUK-758x531@abc.jpg)
Cada vez que me topo con mi vieja enciclopedia en mi biblioteca, siento desazón. ¿Qué hacen esos diez enormes volúmenes —en realidad once, pues trae un suplemento— robándole espacio a mis libros, si nunca los consulto? Se trata de la Gran Enciclopedia Larousse, ... que compré a cuotas en los años 80. La que siempre quise tener fue la Británica, pero cuando gané dinero suficiente para comprármela aparecieron las opciones de Internet y desistí del empeño. Las pobres enciclopedias en papel, tan bellas, profusamente ilustradas en blanco y negro, con sus mapas, sus cuidados dibujos, y de vez en cuanto el regalo de una o dos páginas a color, se fueron haciendo desuetas hasta convertirse en reliquias, como la mía.
Leo en Wikipedia que las enciclopedias nacieron hace muchos siglos, en la Edad Media. Pero como sabemos, la más alabada y conocida surgió en el Siglo XVIII por iniciativa de Diderot y D'Alembert, con colaboración de figuras tan destacadas como Voltaire, Rousseau. La presentaron con el simple y rotundo nombre de 'La Enciclopedia', con la orgullosa certeza de que era la más abarcadora de todas las obras que aspiran al saber total. Y para la época lo era, claro, con sus 28 volúmenes, sus 140 colaboradores y sus 72.000 entradas con ilustraciones.
No deja de conmover ese sueño delirante y ambicioso de un puñado de hombres que creían firmemente en la razón, y, sobre todo, en que todo el saber humano, ¡todo! puede ser clasificado y descrito. Abro una página cualquiera de uno de los tomos de mi Larousse, y paso por ensiforme, ensilado, ensoñación…Es un saber en gotas sintéticas, admirable en su minucia, autoritario, sin apelación. Fijado en papel, que es como decir tallado en piedra. Un saber en parte condenado a la obsolescencia. (¿Existe todavía, por ejemplo, Ensidesa, «la empresa siderúrgica española domiciliada en Madrid»?) Y a perseguir, incansablemente, los saberes que no alcanzaron a ser consignados en cada edición, pues la cultura los va creando en su perpetuo movimiento. De ahí que el saber enciclopédico haya encontrado un lugar más apropiado en el espacio virtual, que es móvil, —líquido, diría Bauman— se deja intervenir fácilmente, y en ciertos casos, como en Wikipedia, es más democrático. Con sus consecuencias: «Wikipedia puede ser editada por cualquier persona en cualquier momento. Esto significa que cualquier información contenida en un momento determinado podría ser vandalismo, un trabajo en progreso o simplemente errónea». Estas palabras sinceras y humildes aparecen cuando busco «confiabilidad en Wikipedia».
Las enciclopedias y los diccionarios apasionaron a Borges. Buscando sobre ese autor encuentro en internet estas palabras suyas citadas por Federico Kusko en 'La Nación': «Soy ante todo un lector de antologías, de enciclopedias. No me importan que sean viejas. Yo no busco sólo información. Busco también estímulos». Y entonces comprendo: en Wikipedia uno entra a buscar. Pero cuando abrimos al azar las páginas de nuestras viejas enciclopedias, lo probable es encontrar. ¿Qué? Lo inesperado. Eso que puede abrir un camino a nuestra imaginación o a nuestra curiosidad.
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