libros
Monterroso, el dinosaurio que se disfrazó de hormiga
Narrativa
En el veinte aniversario de su muerte, recuperamos la obra y la figura de uno de los pocos autores latinoamericanos que supo responder al acertijo de cómo escribir después de Borges
Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 1921) murió el 7 de febrero de 2003. Podemos apropiarnos del título con el que la editorial Navona recientemente ha reeditado la obra completa del escritor guatemalteco para afirmar, veinte años después, que ‘El dinosaurio sigue aquí’.
Esta publicación supone el cierre ... casi palindrómico de un ciclo narrativo iniciado en 1959 con su primer libro, ‘Obras completas (y otros cuentos)’, donde Monterroso ya tomaba una temprana distancia de los afanes de totalidad y consagración en la literatura.
Al recorrer su obra de cabo a rabo y en orden cronológico, da la impresión de que Monterroso fue ante todo alguien que leyó a Kafka y a Borges y decidió tomárselo con humor. Y no solo porque al leer estos clásicos contemporáneos un escritor aprende de inmediato qué es la literatura, es decir, justamente aquello que nunca podrá hacer, sino porque tanto Kafka como Borges son autores verdaderamente humorísticos.
OBRA COMPLETA
'El dinosaurio sigue aquí'

- Autor Augusto Monterroso
- Editorial Navona
- Año 2023
- Páginas 1.280
- Precio 45 euros
Esta condición de rezagado será una marca distintiva de Augusto Monterroso, que oscilará entre un sentimiento de rebeldía y minusvalía con respecto al mundo de la educación formal, y entre la disciplina y pereza en lo que respecta a la vocación literaria. «No terminé la primaria», rememora en una entrevista incluida en ‘Viaje al centro de la fábula’. «Subconscientemente, todavía estoy haciendo la primaria, preparándome para la primaria», agregó.
Entre su clasicismo, persistieron la pasión y el rencor político que marcaron su juventud
Esta perenne sensación de ignorancia lo condujo, paradójicamente, a convertirse en uno de los mejores lectores en un lugar y en una época, como lo fue Ciudad de México en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, en los que sus compañeros de generación fueron escritores como Juan Rulfo, Juan José Arreola, Rubén Bonifaz Nuño o Ernesto Cardenal. Por no hablar de maestros ya consagrados para entonces como Luis Cardoza y Aragón y Alfonso Reyes.
Animal de sus fábulas
Se trató de una autopercepción parcialmente auténtica y parcialmente estratégica. «Probablemente yo me haya estado disfrazando de hormiga por el temor de presentar demasiado blanco ante el público o mis amigos», dijo también. Como un animal de sus fábulas, Monterroso aprovechó el azar de su corta estatura para convertirlo en mecanismo de camuflaje, de seducción y de defensa. En humorada, en principio estético y en herramienta crítica.
Sus constantes chistes al respecto («los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista»), así como el haber escrito la más breve y genial novela de la historia de la literatura (’Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí’), contribuyeron a crear una imagen personal y de su obra que tiene todavía mucho de confusión e inercia. Por ejemplo, que fue un autor exclusivamente de minificciones, de textos ligeros y risueños, más cercanos al divertimento que a la literatura «de verdad», o que su obra es ajena a las tensiones políticas de su tiempo. Un escritor, a fin de cuentas, que fue importante para otros escritores pero de menor importancia en el contexto de la literatura hispanoamericana.
Nada es menos cierto. Quien hoy se tome el trabajo de releer a Monterroso (los clásicos, ya se sabe, nunca se leen por primera vez) encontrará a uno de los pocos escritores latinoamericanos que supo responder al acertijo de cómo escribir después de Borges, y que cultivó, como el argentino, las formas breves escapando de modas, etiquetas y exigencias comerciales en la literatura. Lo que explica su vigencia y lozanía cuando muchos de aquellos grandes nombres de los años 60 y 70 han caído hoy en el olvido. Así como también su condición de precursor secreto de autores que se asumieron como la negación o la superación del Boom latinoamericano. Pienso en los casos de Ricardo Piglia, César Aira y Roberto Bolaño.
Aprovechó el azar de su corta estatura para convertirlo en mecanismo de camuflaje
De igual manera, el modo alegórico en que Monterroso decidió abordar los conflictos políticos, económicos y sociales, como en su famoso cuento ‘Mr. Taylor’, le han dado a esta parte de su obra una fuerza atemporal que la convierte en espejo constante de las constantes injusticias que todavía sufren nuestros países. Pues, en las entrelíneas de su clasicismo, su humorismo, su pereza, su timidez y su silencio, persistieron la pasión y el rencor políticos que marcaron sus años de juventud, cuando fue un firme opositor de la dictadura de Jorge Ubico, en Guatemala, o diplomático del truncado gobierno revolucionario de Jacobo Árbenz.
Condición de exiliado
Experiencias que condicionarían su desde entonces irrevocable condición de exiliado. Esta etapa menos conocida de su vida ha sido muy bien reconstruida y narrada en ‘Augusto Monterroso, en busca del dinosaurio’, la biografía que Alejandro Lámbarry publicó en 2019, a partir de investigaciones en los archivos personales de Monterroso que hoy reposan en las universidades de Oviedo y Princeton. En noviembre de 2021, con motivo del centenario del nacimiento de Monterroso, Lámbarry publicó en la revista ‘Letras Libres’ algunos de sus nuevos hallazgos en dichos archivos.
La posibilidad de más descubrimientos, no obstante, está al alcance de cualquier lector que se asome por las páginas de este escritor, uno de los más originales de las letras hispanas. Solo hay que entrenar el ojo para encontrar al dinosaurio en la hormiga.
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