LO MODERNO
Lolita Franco
Fue tejiendo una obra en la que brilla esta joya: 'España como preocupación', con desiderátum de su amigo Azorín y prólogo de Julián Marías, su marido
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Lolita tenía el pelo azabache y unos enormes ojos melancólicos que parecían haber posado para el pintor Romero de Torres, ese Hopper del Sur. También tenía la frente alta y herida por la muerte prematura de uno de sus hijos. Le vivieron otros cuatro, ... que resultaron ser hombres dotados para la creación y el triunfo. Bien pensado, de aquel matrimonio excepcional (Lolita y Julián, «una pareja que parecía extranjera, en el buen sentido», como me dijo el otro día José Luis Garci, que los conoció) no podían sino salir vástagos singulares.
Lolita, esa muchacha de ojos tristes, vivió feliz junto a su marido una vida revuelta de Guerra Civil, cárcel y exilio, donde la literatura vertebraba el hogar protegiéndolos del frío como un acorazado. Y así, en una extensión de libros que iban en línea recta desde New Haven a Madrid, Lolita Franco fue tejiendo una obra en la que brilla esta joya: «España como preocupación», con desiderátum de su amigo Azorín y prólogo de Julián Marías, su marido.
La autora repasa la memoria filosófica de España desde Cervantes a Jovellanos...
Éste explica que ambos se desvivían en su pisito de la calle Covarrubias de Madrid sacando tiempo al tiempo para concebir la obra, tecleando de noche en la cocina en sendas máquinas de escribir este «conjunto de ensayos de la razón histórica» que el filósofo reconoció haber usado en sus 'Meditaciones sobre la realidad española' porque ella, Lolita, supo arrojar como nadie una «extraña luz» sobre los hechos.
En el libro, la autora repasa la memoria filosófica de España desde Cervantes a Jovellanos; desde Larra a Galdós; desde Ganivet a Maeztu a cuya generación, por cierto, llamó «del dolorido sentir» para terminar con la obra de sus admirados colegas Menéndez Pidal y Ortega, reflexionando junto a ellos sobre una «España planteada como problema intelectual». En el prólogo, Julián, melancólico, recuerda un hecho que entonces y ahora es una dolorosa fotografía de España: cuando Ediciones Adán presentó el libro a la censura, ésta respondió que el contenido podía publicarse pero que había que cambiar el título, pues en la portada no podían aparecer juntas las palabras: «Dolores, Franco, España y Preocupación».
Pudieron tal vez usar el bello apelativo de 'Lolita', pero prefirieron la elegancia de los libros, añadiendo al título la palabra «literatura», que es la única respuesta posible frente a la mediocridad y la bajeza. Y así quedó, para la gloria y para el olvido: «La preocupación de España en su literatura».
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