ARTE

Manifesta 15 se 'desparrama' por Barcelona

Grandes citas internacionales

Los contenidos de la XV edición de esta 'bienal nómada europea' se distribuyen ya entre la capital catalana y once localidades de su cinturón metropolitano con desiguales resultados

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'Prehension' (2024), de Asad Raza, en Las Tres Chimeneas (Sant Adrià de Besòs) Iván Erofeev

¿Cómo abarcar una cita tan vasta como Manifesta 15, la bienal nómada europea que cada dos años toca con su varita mágica un destino del Viejo Continente? ¿Cómo asumir sin desfallecer sus grandilocuentes discursos en torno a la capacidad del arte para ' ... equilibrar conflictos', para cuidar el entorno y aprender a cuidarnos, para imaginar futuros más justos inclusivos y ecológicos?

Tercera parada en España (atrás quedan las comparecencias en Murcia y San Sebastián), que por primera vez en la Historia de una cita que ya cumple 30 años –y en Barcelona– renuncia a una única sede en pos de congregar hasta 12 localidades, las que configuran buena parte del cinturón metropolitano de la capital catalana. La propuesta final, «incubadora de cambios socio-culturales», como la define su directora, Hedwig Fijen, atiende así a un área geográfica de 3.000 m2 y 5,3 millones de habitantes: la mitad de la población de Cataluña; 12 veces la superficie de la anterior convocatoria, la que se desplegó en la capital kosovar de Pristina.

Una entrega particular

Este cambio de rumbo da pie a una edición con sus propias características: de un lado, el gran peso de lo archivístico en la convocatoria (evidente en la editorial Gustavo Gili, sede de Manifesta en Barcelona y con tres exposiciones volcadas en lo pedagógico; también en la revisión que en las Tres Chimeneas, en Sant Adrià de Besòs, mapea la historia industrial de esta localidad); segundo, una tendencia a la producción de conocimiento participativa, basada en lo que han denominado Asamblea Metropolitana organizada con población local y agentes de los más variados ámbitos (artistas, activistas, profesores...), de la que nació el marco conceptual de la propuesta; tres: su perspectiva ecologista, que asimismo humaniza los ríos (El Besòs, el Llobregat) y la montaña (Collserola), precisamente los límites naturales de la ciudad de Barcelona; cuatro: el deseo de generar sinergias entre localidades que, de natural no se relacionan (y donde es evidente el centralismo de la capital: todo pasa por ella); y, por último, influidos por lo que los organizadores denominan «la tradición catalana del igualitarismo cultural» (sic), en cristiano, una descentralización también de las responsabilidades entre la directora de la Manifesta, los dos mediadores locales (Filipa Oliveira y Sergio Pardo) y hasta 13 representantes artísticos de las distintas localidades (Barcelona cuenta con dos: Tania Safura y Germán Labrador).

Fuegos en el jardín De arriba abajo, 'Para construir un jardín necesitamos de un trozo de tierra y la eternidad', de Enrique Ramírez en Casa Gomis; 'Nudo en la garganta', de Jonathas de Andrade, en el jardín del Museo de Ciencias Naturales en Granollers; 'Exudados', de Eva Fàbregas, en la cárcel de Mataró Helena Roig / Cecilia Coca / Iván Erofeev

Solo queda explicar la estructura de esta cita descentralizada: una edición que se organiza en lo que se ha venido en llamar tres clústers (la Barcelona archivística se queda al margen), que son temáticos y geográficos, cada uno con un edificio-emblema como sede a partir del cual se irradia el resto de propuestas: 'Equilibrando conflictos' en el delta del río Llobregat, donde se personifica la lucha entre la expansión industrial y urbana y la necesidad de proteger entornos naturales.

Por eso, no podía ser otra que la Casa Gomis, con el ruido del aeropuerto del Prat en el cogote y la amenza de expropiaciones por su ampliación, sede natural de un recorrido que contempla a Cornellà, L'Hospitalet y el Prat. 'Cuidar y cuidarnos' (Terrassa, Granollers, Sabadell y Sant Cugat del Vallès, con su monasterio como kilómetro cero), para hacer hincapié en el poder sanador del arte. E 'Imaginando futuros' (Santa Coloma, Mataró, Badalona y Sant Adrià). Es este área la que contempla la densidad de población más alta de toda Europa y con las recién rehabilitadas Tres Chimeneas, vestigio de un pasado industrial reconvertido para la cultura, la denominada 'Sagrada Familia del arte obrero', como mejor laboratorio para analizar miradas utópicas y positivas a un devenir incierto.

No se vayan todavía

Dicho todo esto, no se muevan de aquí. O mejor, inicien su recorrido por la bienal en esta sede. En pocos enclaves se vislumbra mejor una respuesta efectiva a lo que plantea la cita en diálogo con el contexto local. Todo lo demás es una sucesión de lemas bienintencionados y previsibles de cualquier gran cita artística que se precie: inclusión, feminismo, ecología... Eso hace que esta Manifesta, por momentos, podría estar en Londres, Albacete o Lima. Nos recuerda que estamos donde estamos el uso de edificios de gran personalidad (histórica), que en algunos casos sirve para dejar en evidencia al artista y otras es un mero reclamo para atraer visitantes.

Y, hablando de este último gran tema, el gran escollo de la cita, y para nada verde, son las distancias impuestas por la 'deslocalización'. Esta bienal será en coche o no será (cualquiera se atreve con el Rodalies catalán) y pone aún más de manifiesto el centralismo que impone Barcelona en Cataluña y que tanto critica a Madrid. No: reducir la huella de carbono no se basa únicamente en importar producciones de otras bienales (aquí, una por sede). Eso no suele generar conexión con el tejido ni invita a escuchar la memoria del lugar.

Sin embargo, en las Tres Chimeneas sí que se siente la voz de las mujeres que invirtieron el devenir de la fábrica en el luminoso de Claire Fontaine; se habla de resiliencia desde las mismas plantas que se sobrepusieron a la contaminacón en la zona y que usa Ugo Schiavi; se ilustra el renacer (siempre frágil) desde vestigios por parte de Carlos Bunga o Kiluanji Kia Henda; se hace referencia a las 'residencias' de los antiguos trabajadores en la chabola de Mike Nelson; al pasado colonial a través de Gaudí y Güell en Diana Scherer...

Bien trenzados. De arriba abajo, 'Diáspora' (2021-2024), de Binta Diaw; 'Inside the Blooming Surface', de Tanja Smeets, en Vapor Buxeda Vell en Sabadell; y 'Kenyalang Circus. Reconciliation' (2024), de Marcos Kueh (Terrassa) Cecília Coca

En este mismo clúster, aunque en Mataró y su antigua cárcel, se hace inevitable mirar al pasado para construir un futuro con dignidad como lo hace Domènec, mientras analiza la represión en un siglo de arquitectura europea. Tiene sentido el colectivo italiano Masbedo hablando de bombardeos y 'fake news' en Granollers, que fue arrasada en la Guerra Civil por el 'fascio' italiano...

Para volver a encontrar una lectura 'glocal' de la realidad habrá que volver a Gustavo Gili donde, aún así, se generan dos contradicciones: una, el excesivo peso que se le da en toda la bienal a la diáspora negra (se repite en el proyecto de Binta Diaw en Can Trinxet, en L'Hospitalet): Se ha perdido la oportunidad, hablando de inmigración, de incidir más en esa de naturaleza nacional que precisamente convirtió en los 50 o 60 este área metropolitana en lo que es hoy. Ni siquiera se habla mucho de política. La segunda, descubrir que buena parte de ese 40% de autores locales que promete se traduce en entradas de archivo.

Pero no desesperemos y regresemos a La Casa Gomis para encontrar destellos en Lola Lasurt y su investigación sobre Els Amics del Sol o redescubrir a Magda Bolumar. Allí se hace un guiño al Año Tàpies, por la puerta de atrás. Y se le vende únicamente como artista antifascista, cuando fue uno de los creadores que más se benefició de la proyección de modernidad que el franquismo quiso hacer desde el arte. Si releemos la Historia, que no sea para generar nuevas bombas de humo.

Incide Fijen en la capacidad de llamada a la acción del arte, del necesario legado que dejará todo esto (que se pretende revisar al final de la cita en un nuevo simposio) y de la inevitable llegada del de fuera para darte cuenta de tus contradicciones y errores.

Manifesta 15

Distintos emplazamientos de Barcelona y 11 localidades del área metropolitana. Directora: Hedwig Fijen. Hasta el 24 de noviembre

Vistas las propuestas de esta bienal –que tiene además una manía inexplicable por repetir nombres en distintas sedes: Chiara Camoni, Jonathas de Andrade, Tanja Smeets o Felix Blume (este último, que de momento no dobla en Badalona porque «no han llegado los permisos de Madrid». Lo que sí han debido de llegar son los dos millones del Ministerio de Cultura a cargo del presupuesto, de nueve, resultado de la lluvia de euros con los que Iceta regó la cocapitalidad de Barcelona), quizás no se trate tanto de saber lo que te falta o está torcido, sino del dinerito para subsanarlo. El arte –y la chequera– curan.

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