Lydia Lunch, el arte como confrontación y la existencia como rebelión
La indómita y polifacética artista neoyorquina llega el 25 de junio a la sala El Sol de Madrid para presentar su espectáculo de homenaje a Suicide junto a Marc Hurtado
Muere Alan Vega
![Lydia Lunch y Marc Hurtado](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/20/lunchhh-RGPPVhUGTeUlUgH0saWtX5N-1200x840@diario_abc.jpg)
Cuando aún la llamaban por su nombre real, durante su infancia en Rochester (Nueva York) a principios de los setenta, Lydia Anne Koch escribió un poema que trataba sobre… matar a sus padres. «La familia nuclear puede ser a menudo un microcosmos del abuso de ... poder, transmitido de una generación a otra, imitando el patriarcado en su peor expresión. Escapé de la prisión de la restricción de mi comportamiento huyendo a Nueva York a los dieciséis años. Necesitaba empezar a enfocar mi rebelión de forma creativa», sintetiza la cantante, actriz, poeta, fotógrafa, guionista y escritora que poco después renació como Lydia Lunch.
Al llegar a la ciudad que nunca dormía en 1975, aquello le pareció «una zona de guerra» («ahora también lo es, pero de guerra financiera», puntualiza) que, sin embargo, le ofreció irresistibles atractivos a la adolescente con ganas de insurrección vital. Por ejemplo, la escena de punk y 'no wave' que se gestaba en los garitos de Manhattan. En uno de ellos conoció a Alan Vega y Martin Rev tras presenciar una actuación de Suicide que la dejó «noqueada», y esa misma noche entablaron una relación artística y personal que le abrió un mundo nuevo. «Había diez personas allí, así que no fue difícil acercarse a ellos», recuerda la polifacética artista, que desde entonces no ha dejado de agitar la realidad fundando bandas de espíritu subversivo como Teenage Jesus and The Jerks, 8 Eyed Spy, Beirut Slump, Harry Crews, The Immaculate Consumptive o Big Sexy Noise, y colaborando con infinidad de artistas transgresores como James Chance de The Contortions (que justo acaba de fallecer esta semana), Nick Cave, Kim Gordon y Thurston Moore, Michael Gira o Marc Almond. Con Suicide grabó el disco 'Frankie Teardrop' y salió de gira en 1977, y muchos años después, en 2010, se reencontró con Alan Vega en el disco 'Sniper', donde también participó Marc Hurtado, músico, intérprete, poeta, pintor, productor y cineasta que había cofundado el dúo francés Etant Donnes con su hermano en el año cero del punk.
Él ya había conocido a Vega y Lydia Lunch en su álbum 'RE-UP' de Étant Donnés en 1999; formó el proyecto My Lover The Killer en 2013 con Lunch, y desde 2014, los dos unieron fuerzas para un espectáculo de homenaje a Suicide y Alan Vega que ha recorrido medio mundo y que el 25 de junio tomará la sala madrileña El Sol por asalto. «La primera vez que vine a España fue en 1984, y desde que aterricé me encantó la actitud de la gente, su pasión y su resistencia, y supe que acabaría mudándome a este país. Viví ocho años en Barcelona. Y ahora acabo de regresar de actuar en la noche inaugural del Festival Internacional de Poesía de Barcelona con Ian White», cuenta Lunch, a quien interesa profundamente «la yuxtaposición de la monstruosa historia de España con el fascismo, las cazas de brujas, el colonialismo, la rebelión contra la tiranía del anarquismo y el genio de Dalí, Lorca, Gaudí, Buñuel, Goya, Juan Goytisolo y más recientemente el Sr. X, Anton Unai, Jordi Colomer, Vinz, Axel Void o Concepción Arenal».
En los diez años que lleva interpretando este show inspirado en «la perversa mezcla de lo erótico y lo violento de la música de Suicide, de reivindicación obligatoria en estos tiempos», la experiencia con el público siempre ha sido «intensa», por decirlo suavemente. Sin embargo, cuando vuelve a la soledad del camerino tras el exorcismo, se siente «como si fuera la hora del coñac» porque para ella «es muy natural exhibir la multiplicidad de emociones humanas, con la esperanza de aportar una catarsis».
Después de casi cincuenta años de carrera en los que ha visto pasar todo tipo de modas, unas más sumisas al mercado y otras menos, Lunch se refugia en «el 'out jazz' mezclado con spoken word post-Gil Scott Heron & The Last Poets» y en grupos actuales «como Tina Kit y The Last Dinner Party y The Art Grey Noise Quintet», a los que ensalza defendiendo que «el rock agresivo y sexy tiene que volver». Y promete que ahondará en su carácter alter-renacentista con un combo de proyectos multidisciplinares que quita el hipo: «Haré más 'spoken word', más jazz noir, más música psicoambiental, más 'performances', otro libro, una obra de teatro… Y acabo de terminar un documental llamado 'Artists-Depression, Anxiety and Rage'. Entrevisté a 25 artistas, escritores y músicos sobre sus luchas diarias. Pero yo no tengo depresión ni ansiedad. Mi rabia habla por sí sola».
Vaya sí lo hace, especialmente cuando diserta acerca de «la sobreabundancia de corrupción política y el sinfín de patrañas con las que nos alimentan a diario», particularmente en su país. «La situación política es tan ridícula que no importa quién gane. A Estados Unidos se le da muy bien proyectar una reputación de la que no está a la altura. La cantidad de personas sin hogar, la pobreza, la corrupción empresarial, la contaminación, la población carcelaria, la estupidez y arrogancia del noventa por ciento de los políticos, son sólo algunas de las razones por las que sigo rebelándome. Pero, ¿es realmente muy diferente a la mayoría de los demás países?».
Y en este sentido, opina Lunch, el delirante aumento de nuestra dependencia de la tecnología. «Destruye la capacidad de la mayoría de la gente para vivir en el mundo real, donde el placer es una búsqueda activa, no un teclado frente a un televisor en el dormitorio o el salón. No buscar la belleza, el placer, la comunidad, la naturaleza, es negarse a sí mismo los mayores regalos que se nos ofrecen. Y que son gratis». Con el paso del tiempo, a esta «confrontacionista, más que artista», lo que le llena de vida es «la capacidad de resistir, de prosperar, de no estar hastiada y de disfrutar de cada bocanada de aire que respiro. Mi propia existencia es la máxima rebelión».
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