Crítica De:
'Luciérnaga', de Natalia Litvinova: infancia radiactiva en Chernóbil
Narrativa
La autora argentina de origen bielorruso ha ganado el Premio Lumen de novela con 'Luciérnaga', la historia de los niños en el fin de la URSS
Otras críticas del autor
![Natalia Litvinova (Gómel, Bielorrusia, 1986)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/24/natalia.jpg)
'Luciérnagas', por radiactivas, es el apodo que les decían a las niñas que habían convivido con los terrenos próximos a la central de Chernóbil, en Bielorrusia, perteneciente a la Unión Soviética, cuando un reactor de la central explotó en la primavera de 1986, coincidiendo ... con el nacimiento de Natalia Litvinova en un pueblo que padeció aguas y terrenos contaminados irremediablemente por el mayor accidente nuclear de la Historia y preludio del desmembramiento de la poderosa Unión Soviética.
Tres años después se vivió la caída del muro de Berlín. Litvinova fue testigo de las consecuencias de tal accidente cuando niña; contaba diez años cuando la familia emigró a Argentina para sobrevivir y donde ha destacado como poeta. Esta es su primera novela y contiene una especie de autobiografía de infancia, a la par que una rememoración en modo poético de las relaciones sobre todo con la parte femenina de su familia, madre y abuela.
NOVELA
'Luciérnaga'
![Imagen - 'Luciérnaga'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/24/1632portapozu.jpg)
- Autora Natalia Litvinova
- Editorial Lumen
- Año 2024
- Páginas 225
- Precio 18,90 euros
Únicamente las últimas treintas páginas de la novela transcurren en Argentina, y cuentan las vicisitudes difíciles de la instalación allí de la familia, en un país que tampoco ha vivido momentos gloriosos. Esta parte última, muy reducida, es la que contiene estilo y formas de crónica narrativa, pues hasta entonces la novela ha discurrido desde la información fragmentada de una mirada infantil, nutrida tanto de imágenes como de cuentos, fábulas y leyendas que una niña rusa escucha a su madre y abuela.
Es muy importante que el lector que quiera saborear lo mejor de esta novela no espere de ella una crónica política y social. No deja de decirse y denunciarse la miseria en que vivía en los estertores del comunismo soviético la población obrera, y lo básico de su manutención, pero tal crónica queda como fondo en el que emergen terribles historias como la vivida por la madre en una Duisburgo sometida por los nazis y no deja el lector de pensar en Europa del Este, no como ente político sino desde las miserias de una población que vivió la alternancia de los dos regímenes más crueles que ha dado la Historia del siglo XX.
Quien escribe es una mujer poeta argentina, quien mira es una niña en sus primeros 10 años
Baste decir que las madres escondían el embarazo por temor a que Stalin matara o se llevara a sus hijos. La mejor condición de esta novela es el reflejo de que tan terribles acciones han sido sufridas por sus mujeres en silencio, y no hablan de ello, como si la condición de pobreza y dolor les avergonzara. Por tal cosa en esta novela lo mejor es la tonalidad de historias contadas en voz baja, con enormes elipsis, o extraídas de elementos metafóricos como el pantano en que todo se hunde, la turba que han de extraer a golpe de manos y pies, o los miedos que han de ser vencidos.
Quien escribe es una mujer poeta argentina, quien mira es una niña en sus primeros diez años. Que Natalia Litvinova haya puesto en sordina a la primera para que emerja la segunda, la niña, es quizá la mejor elección estilística y desde luego la razón de la calidad conseguida en la novela, muchos de cuyos capítulos pueden leerse casi autónomos, como si fuesen teselas de un friso resquebrajado y roto, el de una niña radiactiva que la memoria quiere restaurar, quizá única forma de salvarlo de su destrucción total.
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