CRÍTICA DE:

'El libro de las hermanas', de Amélie Nothomb: la indiferencia de los padres

NARRATIVA

La escritora belga retoma ese tono de fábula que ya tiene dominado ('Riquete el de Copete' o 'Golpéate el corazón')

Otros textos del autor

La autora belga Amélie Nothomb

Amélie Nothomb ha convertido su literatura en un regreso, como hiciera Woody Allen con su cine, y eso son buenas noticias para los que cogen muchos trenes o aviones o no saben qué hacer los domingos: a sus novelas ya se vuelve como al verano, ... y buscando lo mismo, o sea, ligereza, risas, frases bellas y un escepticismo para observar los días laborables que nos quedan por delante. Ahora publica 'El libro de las hermanas', donde retoma ese tono de fábula que ya tiene dominado (se me viene a la cabeza 'Riquete el de Copete' o 'Golpéate el corazón') para contar la historia de unos padres que ignoran a sus hijas de tan enamorados que están. Como solo quieren tocarse, las dejan crecer como a la mala hierba.

Y es esa pasión que no se agota, un deseo de media humanidad, la tragedia de estas niñas. Ellas, claro, son inteligentísimas —Nothomb descree de muchas cosas, pero nunca de la inteligencia, que es la excusa perfecta para sus diálogos afilados—, y en el salvaje mundo de la infancia, donde solo se tienen la una a la otra, donde son ellas contra el resto, una decide hacerse lectora voraz (además de profesora y madre sustituta) y otra aspirante a estrella del rock.

NOVELA

'El libro de las hermanas'

  • Autora Amélie Nothomb
  • Editorial Anagrama
  • Año 2025
  • Páginas 176
  • Precio 18,90 euros

El trauma, parece decir Nothomb, nos empuja al arte (ella también cree en la cultura, aunque no como salvación sino como refugio: leer —insiste— no nos hace mejores, pero al menos nos ofrece compañía).

Más que la trama, que corre en la dirección del disparate, un disparate gozoso e irónico, pero no absurdo, el atrevimiento del libro (y de Nothomb) está en esos sentimientos difícilmente confesables con los que ella levanta sus novelas. Por ejemplo: «Quería a su hija, pero no sabía cómo hacerle compañía (...) Simplemente, no sabía 'qué hacer con ella'», lamenta la madre, un personaje abyecto y reconocible. Y el padre le suelta a su hija mayor, loco de celos: «¿Ya has terminado tu numerito de niña prodigio?». Aquí Nothomb es cruel con los adultos, pero nunca con sus víctimas.

A veces, el tono de fábula de la novela se va por la caricatura («a los veintidós años, Bobette tenía cuatro hijos. Si le preguntabas con quién los había tenido, te acusaba de ser un facha»), pero siempre vuelve rápido al asunto central del libro: cómo se llena el vacío que dejan unos padres indiferentes, cuándo cicatrizan las heridas de la infancia. Es lo que lleva preguntándose esta autora toda su vida.

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