Una mirada académica
Por un lenguaje claro
Si al empobrecimiento léxico unimos el crecimiento de una jerga opaca, los resultados, tanto en lo individual como en lo social, pueden ser catastróficos
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Hay que celebrar que el tema de la necesidad de un lenguaje claro, que tanto nos desazona a innumerables hablantes del español —aunque no trascienda a eso que se denomina «el gran público»—, haya sido meticulosamente tratado en una Primera Convención de lo que ... se llama Red Panhispánica de lenguaje claro, precisamente, y que, conformada por la Real Academia Española y numerosas instituciones de todo tipo –políticas, jurídicas, académicas, universitarias, editoriales, bibliotecarias…— del más alto nivel, tanto españolas como hispanoamericanas, y con moderadores y ponentes de notable calidad profesional e intelectual, ha tenido su primer encuentro en Madrid.
La Convención, notablemente concurrida, clausurada por SM el Rey Felipe VI, trató de temas muy importantes referidos al asunto central: la necesidad de un lenguaje diáfano, nítido, incuestionable, en la legislación, la justicia y la administración; en la educación; en los servicios de interés general y las universidades; en las expresiones de especialidad; en los medios de comunicación; en el panorama de la llamada «inteligencia artificial».
Este es un asunto clave para el futuro, si además consideramos el continuo y excesivo uso de la comunicación cibernética
Lo cierto es que, en los tiempos que vivimos, este es sin duda un asunto clave para el futuro, si además consideramos que el continuo y excesivo uso de la comunicación cibernética por parte de la ciudadanía más joven está restringiendo de modo progresivo el uso habitual del lenguaje ordinario. Si al empobrecimiento léxico unimos el crecimiento de una jerga opaca y de difícil comprensión en tantos aspectos fundamentales, los resultados, tanto en lo individual como en lo social, pueden ser catastróficos.
Refiriéndose concretamente al lenguaje jurídico, el director de la RAE, don Santiago Muñoz Machado, ha expresado en una entrevista que «… un lenguaje oscuro es un lenguaje corrupto». No puedo estar más de acuerdo con ello, y pienso que todo lo que se haga por aclarar y hacer más inteligible la expresión pública de las instituciones y de las personas, sólo puede beneficiar y fortalecer la democracia que nos sustenta.
Sin duda esta Primera Convención de la citada Red Panhispánica ha supuesto la señal de partida en un proceso imprescindible, si consideramos que, aparte de la riqueza de sus contenidos, concluyó presentando los recursos académicos panhispánicos de apoyo al lenguaje claro, y anunciando algo tan esperanzador en el tema como la confección de una Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible, lo que supondrá una considerable ayuda en un terreno tan confuso, peligroso y amenazador.
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