A la sazón

La milicia contra la malicia

Mi estirpe es la de Wodehouse, la de Cunqueiro y Rodrigo Cortés. Prefiero la sátira menipea a la burla corrosiva de la sátira romana

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El escritor gallego Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981)

Hay una risa que muerde, acosa y despedaza. Una risa que «desatraílla jaurías de sarcasmos» y «silba en el aire como la correa de un látigo». Eso dijo Wenceslao Fernández Flórez en su discurso de ingreso en la RAE. Se refería a Quevedo.

¿ ... Exageraba? Seguramente no. Quevedo fue un niño cabezón que al nacer ya traía una arruga en la frente. Así lo dejó dicho Torrente Ballester en un artículo inolvidable, y sin embargo olvidado. Sea como fuere, Wenceslao no hablaba en realidad de Quevedo, sino de la literatura española. A su juicio, no había en ésta un ápice de humor, sino solo malhumor.

¿Somos los españoles niños cabezudos con un surco vertical en la glabela?

¿Somos los españoles niños cabezudos con un surco vertical en la glabela? Quizá, pero con excepciones. Hay quienes eligen andar con el ceño fruncido y la barba sobre el hombro, recelando de todo quisque. Pero también hay quienes, entre los que me incluyo, preferimos enrolarnos en la «milicia contra la malicia», por decirlo con Gracián, y vamos por la vida a humo de pajas, aunque luego nos roben la cartera.

A los chuchos mestizos se les llama mil leches. Son seres indefinibles, afables y transigentes que, por una cuestión de carácter, liban almíbar donde otros solo extraen acíbar. En cambio hay perros —y personas— de pura raza, inveterado pedigrí y ocho apellidos autóctonos que van con la cara a media asta y demudado la color, y a los que bien cabría tildar de malaleches.

¿Mala leche? Es el calostro mefítico, el tósigo que, aparentando nutrir, solo envenena. ¡Alejen de mí ese cáliz! Disfrute, quien así lo desee, de los flujos biliares de Evelyn Waugh o de los navajazos inclementes de cualquier umbraliano de almoneda. Mi estirpe es la de Wodehouse y el 'Saturday Night Live', la de Cunqueiro y Rodrigo Cortés. 

Prefiero la sátira menipea a la burla corrosiva de la sátira romana, y prefiero el escepticismo cervantino al cinismo quevedesco. Antes que con 'South Park' o con 'Charlie Hebdo' me quedo con Faemino y Cansado o con Gila. Es mejor ser un mil leches que un malaleche.

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