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Quién nos robó el paraíso perdido
La industria ha formateado un espectador pasivo que solo admite el brochazo grueso y que ha convertido en un hit de Google el concepto «final explicado»
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![Jessica Lange cumplió 74 años y se retira](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/10/18/jessica-RZzRuIo0Eu1YHskSubTUeLO-1200x840@abc.jpg)
Algunos actores icónicos anuncian estos días su retiro por vejez y prudencia; otros por razones más vibrantes: Jessica Lange cumplió 74 años y acaba de informar que abandona el oficio por «la falta de creatividad» de la industria. Su denuncia me hizo recordar las ... ocasiones en que participé de guiones o desarrollos de series y películas; en cada una de esas experiencias quedé invariablemente perplejo: los señores de ese negocio, incluso los más «literarios», respondían siempre a mis ideas con plagio. Lo que yo proponía se podía hacer imitando tal o cual escena de un clásico o de alguna cinta menor, o simplemente de algún éxito televisivo más o menos reciente.
Un artista o un buen artesano madura cuando deja de replicar lo que ha visto o leído, y lo reemplaza por la más libre y riesgosa imaginación o por la apropiación sublimada de la realidad pura, que siempre es más original. Pero la lógica secreta imperante consiste en copiar lo que ya se hizo para ir por lo seguro; he allí la explicación de por qué últimamente todo nos sabe a sopa recalentada. Sumemos a eso que un guionista antes tenía que ingeniárselas para sorprender y mantener el suspenso con palabras y situaciones: hoy los efectos digitales le permiten ser menos riguroso, tomar el atajo, caer en el facilismo y producir un espectáculo ampuloso pero vacío. El gigantismo como salida hace que la respuesta a un tiburón blanco sea un Megalodón: parece que el tamaño es lo único que importa. Y la respuesta a una niña endemoniada, son dos niñas poseídas, como sucede en la nueva secuela de 'El exorcista'.
Su flamante director, David Gordon Green, declaró: «Cuando me puse realmente en serio con esto, y decidí volver a la película original, noté la extraordinaria ambigüedad que hay en toda ella, que es impresionante. El público de hoy quiere definición. Quiere saber quién, qué, por qué, cómo. Es una evolución interesante». No, David, no es para nada interesante, y se trata en verdad de una penosa involución. Que William Friedkin te perdone, nosotros no podremos hacerlo.
La industria ha formateado un espectador pasivo que solo admite el brochazo grueso y que ha convertido en un hit de Google el concepto «final explicado». Antes gustábamos de completar las dudas y los huecos con nuestra inteligencia; podías salir del cine y discutir los misterios y significados. Estábamos acostumbrados a ver sólo la punta del iceberg y adivinar lo que se escondía bajo la superficie. Ahora necesitamos de manera perentoria nuestros teléfonos para que nos den la papilla en la boca. Añadamos, por supuesto, la necesitad codiciosa de que todo emprendimiento deje miles de millones de dólares de ganancia, y por lo tanto que sea digerible a la vez para niños de ocho años y adultos de ochenta.
Guillermo del Toro explica como nadie el problema de la producción: su filme 'La cumbre escarlata' fracasó precisamente porque le dieron «más dinero del que necesitaba». Lo que iba a ser una sutil película fantástica, debió virar entonces al puro terror para recuperar la inversión, y se perdió por el camino la —¡ay!— ambigüedad. Los cinéfilos dolientes, como verán, seguimos intentando comprender quiénes y por qué nos han birlado nuestro paraíso. Un paraíso perdido.
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