PALABRAS contadas
El papel que nos sobrevive
No hay biblioteca sin infierno, ni existe colección de libros sin maravilla. Ahora vale la pena visitar este mapa
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Si gracias a Irene Vallejo supimos que el infinito cabía en un junco, imagínense cómo engrandeceremos la imaginación si a la epopeya conocida de los papiros le añadimos el papel, los pergaminos miniados, el cartoné, las bandas magnéticas, las máquinas de impresión (desde Gutenberg), ... los avances tecnológicos impresionantes (hasta el iphone y la IA) y los veneros gráficos que acompañan a los textos: los óleos las acuarelas las sanguinas la tintachina el 'offset' el láser el píxel…
Un sinfín de infinitos tan flexibles como juncos, de los que nos hemos servido para transferir conocimiento entre generaciones, de la filosofía a la receta de cocina, de la navegación al nudo de corbata. Todo eso cuenta desde el próximo lunes el nuevo museo de la Biblioteca Nacional. A la vez, y muy cerca, las fuerzas destructoras andan siempre al acecho: la intemperie y el olvido, el tachín/tachón del censor y sus condenas, el fuego que borra, el cerrojo que prohíbe, el tiempo en mareas devastadoras y las plagas de larvas diminutas que dan forma a un infierno del que hay que cuidarse si no queremos dar muerte a la memoria.
No hay biblioteca sin infierno, ni existe colección de libros sin maravilla. Ahora vale la pena visitar este mapa, y vernos reflejados en sus costas como en un espejo: lo bueno y malo que sabemos, escribimos, recordamos, desdeñamos. El recorrido tiene, por cierto, varias capas, a diferentes alturas, porque una banda de cómic narra esta historia para quienes tienen la estatura temporalmente más bajita que la imaginación. No se lo pierdan.
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