PUES DICES TÚ
La inteligencia normal
En una, como siempre, desternillante conversación las dos personas normales hablan sobre la Inteligencia Artificial (IA). ¿Nos vencerá a los humanos?
![La inteligencia normal](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/10/02/CORTES.jpg)
Las dos personas normales se chocan sin querer en una de las calles —bulliciosas y algo caóticas— del barrio. La primera persona normal está consultando el móvil. La segunda persona normal iba con la vista arriba y los ojos bizcos, tratando de leer sin éxito ... los letreros de los comercios.
—¡Pero si eres tú! Eres tú, ¿no?
—Sí, claro. ¿Te parecía otra persona o qué?
—No, no, era una forma de hablar. Cuando me choqué contigo, pues no sabía quién eras, pero ahora está de lo más claro. ¿Qué mirabas?
—Estaba buscando un locutorio. ¿Y tú?
—Yo estaba mirando las noticias. Como las cambian todo el rato... Pero ¿aún hay locutorios? ¿No tienes teléfono en casa?
—No, no, de los de internet. En casa sí que tengo teléfono; fijo, digo; pero no lo uso. Yo creo que el teléfono de casa no es para usar, ¿no?, es para tener, sólo. Te lo ponen con lo de las series, pero luego lo dejas así, bien apartadito a un lado, para que no moleste. A saber si sonará.
—Mucho mejor que no suene. Si no, qué susto.
—Sí, sí, eso sí. Yo ya no tengo ni idea de cómo suena el mío. El fijo, digo.
—No, no, ni yo el mío.
—Sonará tirurí, tirurí, digo yo.
—Digo yo.
—O sonará hasta ring.
—Por eso, mejor que no suene. ¿Y para qué quieres internet? ¿No dices que tienes en casa, que tienes series y todo, que para eso te has puesto teléfono?
—Ya, pero lo que no tengo es lo de la inteligencia artificial, que ahora le dicen la «ya». Y quería preguntar en el locutorio si ellos sí que tienen «ya».
—Y ¿para qué quieres la «ya» tú?
—Pues es que me ha dicho el pequeño que va mejor que el Google. Que le puedes preguntar más cosas y que te las contesta mejor. Y como yo a veces hay cosas que no sé...
—¿Y tú te crees todo eso?
—¿Yo? Sí. Me hizo una demostración, no creas. Pero, claro, en su teléfono, no en la internet de casa. Y no voy a estar pidiéndole el teléfono al pequeño todo el rato.
—No, no, claro. ¿Y qué hizo?
—Pues se metió en el Google y le dijo (porque el pequeño habla con el teléfono que es un espectáculo): «Okey, Google, ¿tú qué?». Y el teléfono le dijo: «Tú qué. Canción de no sé quién». Y luego la letra entera: «Yeah, todos ellos hablando, todos nosotros riendo...», y salió uno de esos de ahora que cantan como si estuvieran en un tubo. Pero luego se metió en la «ya» y le dijo: «¿Y tú qué?». Y la «ya» le respondió que muchas gracias por interesarte, que la verdad es que estoy muy bien, que es un día precioso, que si quieres saber algo más del día que hace o de lo que quieras, y ni salía un mamarracho cantando ni nada. Y para eso quiero yo la «ya», para que me entretenga y me solucione la vida, porque por lo visto se lo sabe todo, que luego le preguntó el pequeño si 'Centauros del desierto' era de Spielberg, y la «ya» le dijo que claro que sí, y que si quería saber algo más de Spielberg o de desiertos, o hacer un trabajo sobre desiertos para clase o algo, porque por lo visto ahora los trabajos se hacen con la «ya», menos los que hace el mío, que es tonto de remate y se pasa el día estudiando porque dice que, si no, se nota, pero, claro, como yo no tengo que entregar trabajos ni nada, que yo lo que quiero es saber el tiempo y cómo se hace el salmorejo y cómo son los castillos en Francia, pues por eso voy al colutorio...
—Al locutorio.
—Al locutorio. Para ver si tienen la «ya». Hasta que me la ponga el chico en la internet de casa o algo, o en el móvil por lo menos, aunque ojalá que no me ocupe mucho, porque igual tengo que borrar fotos, o igual tengo que ponerlo donde el teléfono fijo, que ese sí que ocupa lo suyo. O estar bajando todo el tiempo al locutorio...
—¿Estás bien?
—Muy bien. Pero ¿tú me entiendes?
—Ni jota. Yo creo que locutorios ya no hay, ¿no?
—Pues igual no, porque ya habría visto uno.
—Igual en el centro tienen. A los del centro les ponen de todo, ya lo sabes. Pero aquí, en el barrio...
Las dos personas normales dedican unos instantes a reflexionar sobre las injusticias que se producen en las ciudades, pero enseguida se dan cuenta de que en su barrio están muy bien y que no tienen ninguna gana de meterse en ríos humanos ni de perderse en tiendas de seis pisos.
—Pues dices tú, pero yo creo que mi hija también usa la «ya», aunque creo que no en el móvil. Se la han puesto en el trabajo, me parece. Lo mismo le han comprado un robot.
—Pues lo mismo.
—Y me ha dicho que la «ya» está mucho mejor que la inteligencia normal, porque con la inteligencia normal tardaban casi dos días en equivocarse, y ahora, con la «ya», se equivocan enseguida y ganan muchísimo tiempo.
—Pues qué bien, ¿no?
—Muy bien.
—Por eso te estoy diciendo que hay ponerse la «ya». Tenemos que ponernos la «ya» ya.
Las dos personas normales se ríen con risa franca, encantadas de que haya palabras que se digan parecido. A las dos personas normales les gusta mucho encontrarse donde sea.
—Pues dices tú, pero ¿qué vamos a hacer la gente normal cuando nos manden los teléfonos?
—Los teléfonos ya nos mandan, ¿no?
—Pero cuando nos manden más. Cuando nos digan claro que sobramos. Cuando nos digan que, para hacer lo que hacemos, que mejor no hagamos nada. Que no enredemos.
—Pues tiramos del cable, ¿no?
—Ah, claro.
—Tiramos del cable y ya está.
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