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LIBROS

La herida abierta de Hiroshima

ENSAYO

A través de los relatos de los supervivientes de la bomba atómica, Agustín Rivera reconstruye la tragedia con la mirada puesta en el presente y en el futuro

Marginación, olvido y secuelas físicas: así ha sido la vida de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki

Un hombre mira los restos de un edificio tras la caída de la bomba de Hiroshima ABC
Israel Viana

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Los testimonios recogidos por Agustín Rivera en Japón son muy duros y te noquean desde la primera página: «La temperatura era cien veces mayor que la de ahora. Algunas personas caían al río y se ahogaban. En el agua flotaban muchos cadáveres. Olían a ... muerto, como si fueran pescado podrido. Todavía veo el color negro de los cuerpos descompuestos. La poca gente que había en la calle tenía la espalda carbonizada. De los cadáveres putrefactos salían gusanos, mientras los heridos caminaban en silencio», recuerda Mori-san en el primer capítulo sobre aquella espantosa tarde del 6 de agosto de 1945.

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