cine
Godard en la rue Campagne Première
Tras los pasos del maestro
Un paseo por la calle en la que el director francés filmó su mítica película. La única relación que ahora tiene esta vía con 'À bout de souffle' es un bar restaurante que lleva su mismo nombre

La Rue Campagne Première de París es una pequeña calle que va desde el Boulevard Raspail al de Montparnasse. La única dirección automovilística es esta. Se encuentra en el distrito catorce. La calle casi permanece idéntica a cómo la filmó Godard hace más de ... seis décadas. Llena de coches aparcados a ambos lados de las aceras. Visto así, simplemente nos daríamos cuenta del cambio de época tan solo por su diseño. Michel Poiccard sale de la casa número 11 que se conserva tal cual y, poco después, sale corriendo Patricia Franchini. Si ambos fueran hacia el Boulevard de Raspail, el trecho sería muy corto, no daría tiempo a consumar toda la acción. El coche del amigo y cómplice de Michel, que le entrega el dinero y el arma; y el coche de la policía que da pie a los cazadores para derribar a la presa que huye. Del número 11 hasta llegar al Boulevard de Montparnasse hay un trecho mayor, el doble o el triple de la dirección contraria.
¿Por qué en el número 11 de la Rue Campagne Première? A Godard le encantaba rodar fuera de los estudios (a Fellini, todo lo contrario), era una de las características novedosas de la 'Nouvelle Vague' cinematográfica francesa. Buscaban ambientes que o bien ya los conocían o simplemente eran aleatorios. 'Una mujer es una mujer', sí se filmó íntegramente en estudio. La habitación del hotel donde transcurre 'Charlotte y su Jules' era la misma donde se alojaba Godard. El apartamento de 'Dos o tres' era el de un amigo. Y el piso de 'La china' era el que el director ocupaba en aquellas fechas para vivir. Otras películas, por ejemplo, el episodio de 'El nuevo mundo', de 'Rogopag' (1962), así como 'Lemmy contra Alphaville' y 'Anticipación', fueron filmadas en lugares abandonados del París de los años setenta. 'Anticipación', las fábulas acerca del futuro, son al mismo tiempo ensayos sobre el presente. Pero de nuevo, ¿por qué del número 11 de esta calle parisina salen, antes y después, Michel y Patricia? La mayoría de las casas de esta calle, aquellas pocas que no han sido sustituidas por otros inmuebles más contemporáneos a nosotros y más feos, tenían y aún tienen en sus patios interiores espacios que fueron habitados por artistas.
Esta calle albergó a relevantes artistas y escritores de la primera mitad del siglo XX
Allí vivían en cubículos mínimos y tenían sus talleres. Por tanto, durante muchos años, esta calle albergó a alguno de los artistas y escritores más representativos de la primera mitad del siglo XX. Con materiales sobrantes de los pabellones de la Exposición Universal del año 1889 levantaron alguno de estos edificios, por ejemplo, el número 9. Los talleres estudio desde la calle ni siquiera se perciben. La instalación de pintores y escultores, fundamentalmente, se llevó a cabo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Abandonaron Montmartre para buscar una nueva inspiración y, quizás también, mejores alquileres y espacio. En el número 7, el escultor François Pompon (1855-1933) vivió y tuvo su estudio.
Donde habitó Rilke
Cuando voy paseando, el portal del número 9 está abierto de par en par y se ven perfectamente estas pequeñas chabolas y un jardín muy agradable. Así le daban una amable utilización a los grandes patios interiores. Othon Friesz (1879-1949), inspirado por Gauguin y Van Gogh, creó sus primeras obras 'fauvistas', y De Chirico meditó sus grandes fantasías. Tras Apollinaire y Picasso se orientaron hacia el surrealismo. Rilke conocía muy bien esta calle. A comienzos del siglo XX había venido a estudiar a París. Vivió aquellos años en la pobreza. Lo explicó en el 'Livre de la Pauvreté et de la Mort'. Su etapa de secretario del escultor Rodin fue un breve paréntesis. En el número 11 de la Rue Campagne Première, en el bajo de la izquierda, hay un KG Super Marché. Y en el de la derecha hay una librería de viejo cuyo nombre exótico es 'La rose de Java'.
Ya desde el escaparate se observa que, como en casi todas las librerías de viejo del mundo, es un caos. Llevaría horas el poder revisarla, pero la escenografía es fantástica. Michel en vez de morir en un paso de peatones no señalizado, podría haber sido muerto mirando el escaparate de 'La rose de Java'. ¿Pero el establecimiento estaba abierto por aquellos años? No es la única librería de la calle. Entrando por Raspail hay otra muy moderna que también sirve de papelería. Me voy de 'La rose de Java' sin ver a un alma. No sé si estaba alguien en la trastienda o había salido. El robo en un lugar como este requiere de mucho conocimiento y afición, cosa que no abunda ni siquiera en París.
Popular y burgués
El edificio número 11 tiene un portal de madera muy trabajada. La fachada de la casa es blanca con grandes ventanales y solo tiene tres pisos. Mientras estoy detenido delante del portal, este se abre como invitándome a entrar. Pero no es así, pues aparece una joven arrastrando su bicicleta. Nos miramos y muy seriamente le pregunto si allí vive Patricia Franchini. Ella me responde que no la conoce. La única relación que ahora tiene esta calle con 'À bout de souffle' es un bar restaurante que lleva su mismo nombre. Hay edificios populares y otros en piedra más burgueses. 'À bout de souffle' no es el único restaurante de la calle. El otro se llama 'La Mère Agitée,' sirve la comida tradicional francesa. Título más poético imposible. Librerías, restaurantes, alguna tienda de ropa, la Societé de Psychanalyse Freudienne, un cardiólogo, o el Institut Calice du Bien Être de l'Esprit. En realidad se podría vivir sin salir de la Rue Campagne Première. Comida selecta, médicos selectos, cultura abundante, libros de todas las épocas, papel-lápices-ordenadores de la librería-papelería, y una gran selección de coches para robar si aburridos de tanta felicidad quisiéramos huir.
Se podría vivir sin salir de la Rue Campagne Première. Comida selecta, médicos selectos, cultura abundante, libros de todas las épocas...
En esta calle aún se mantiene en pie el Hotel Istria. Está muy bien rehabilitado. Aquí se cobijaron pintores como Picabia, Duchamp, Kisling o Man Ray. Y por aquí pasaron, con mayor o menor permanencia: Kiki de Montparnasse, el músico Satie, o los poetas Tzara, Maiakovski o Aragon quien le dedicó estos versos a su amada Elsa Triolet: «Nunca se apaga lo que brilla…/ Cuando tu descendías del Hotel Istria/ Todo era diferente en la Rue Campagne Première/ En mil novecientos veintinueve, hacia la hora del mediodía.» («Solo existe el París de Elsa»). Los pintores Picasso, Foujita o Modigliani también estuvieron aquí como estrellas fugaces, lo mismo que el novelista Miguel Ángel Asturias.
Tres estrellas
Hoy el Hotel Istria ostenta tres estrellas. Casi al lado hay un edificio muy llamativo, de aires modernistas y con azulejos coloreados. Y ya llegando al Boulevard de Montparnasse se ve el rascacielos que sobra por su fealdad, sobre el cielo de París. En este cruce de caminos las señales de circulación anuncian la dirección hacia Saint-Germain-des-Prés y la Gare Montparnasse. Desde el paso de peatones donde cae mortalmente herido Michel se percibe, al otro lado de la avenida, el palacete que aparece como fondo de la puesta en escena. Los árboles crecidos en parte lo ocultan. El paso de peatones en el filme no tenía las marcas de cebra que ostenta ahora. Michel muere directamente sobre el asfalto. Como homenaje a la película, tendrían que pintar la silueta de este «ángel» caído. Así como la silueta de los zapatos de Patricia. Esta magistral escena final en la cual Michel agoniza recriminándole amorosamente la traición a su amada, concuerda inmejorablemente con los versos de Pavese: «Vendrá la muerte y tendrá tus ojos…».

El final de la Rue coincide con el Square Yves Klein (1928-1962). El artista tuvo su estudio en el número 9, desde el año 1958 hasta su muerte en el 1962. Y vivió en el 14. El mismo se autodenominó como «Yves le Monochrome». La esquina es un pequeño jardín muy cuidado y romántico. Para entrar hay que atravesar una verja. Buen lugar para sentarse a esperar el retorno de los protagonistas del filme. ¿Belmondo y Seberg regresaron alguna vez? En el número 13 bis, Bernard Naudin, el diseñador, vivió desde el año 1900 hasta el 1906.
Moribundo
Godard explotó el melodrama que es uno de los recursos intrínsecos de sus argumentos, caracterizado por la exageración, el enfrentamiento y la opacidad de la acción. Bajo todo esto subyace una nostalgia romántica. Godard no dio tregua a la retórica de los personajes, cuando una discusión entre dos individuos se volvía aburrida y tediosa, la interrumpía con un corte durante el montaje. La muerte violenta como final se produce igualmente en otros títulos suyos tales como: 'El soldadito', 'Vivir su vida', 'Los carabineros', 'El desprecio', 'Masculino femenino' o en 'Pierrot el loco'. Godard como Pavese idealizan románticamente el amor.
El amor como ficción esencial y el error mismo. La vida es dolor, y el goce del amor -aunque sea muy temporal- es anestésico. Amor correspondido, pero especialmente el desgraciado. La inexpugnabilidad del ego del amado ejerce una hipnótica atracción para la imaginación romántica. Estilo perfecto que nace de la total indiferencia, por eso amamos locamente a quien nos trata así. El amor y su plenitud son proyectos sin esperanza.
Michel sale del número 11 de la Rue Campagne Première. Finalmente va a disponer de medios y podrá hacer su tan deseado viaje a Italia con Patricia. Su amigo le ofrece la fuga, le da el dinero y, además, le entrega algo inesperado, una pistola. El cómplice desiste de convencerlo y se va en el coche. Michel es herido por la policía. Huye hacia el Boulevard de Montparnasse. Corre, se tambalea, se apoya en los coches, aún no conoce la triste realidad. Finalmente cae al suelo que yo ahora piso. Patricia se planta frente al moribundo. Ella es la propia muerte, y la muerte siempre es una asquerosa traidora. ¿Entre el dolor y la nada?
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