CRítica DE:
'Freud en Bloomsbury', de Henriette Michaud: Freud se hace (lo hacen) inglés
ensayo
El mundo anglosajón ha pretendido, de alguna forma, apropiárselo, como bien queda patente en este trabajo
![Freud en el despacho de su casa londinense](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/02/freud.jpg)
La figura de Sigmund Freud ha ido cambiando con el paso del tiempo. Primero fue una de esas grandes bestias negras, como Darwin, como Nietzsche, como Marx, que surgidas en el siglo XIX, conformaron el pensamiento del siglo XX. A diferencia de esos autores (¡ ... incluido Marx!), su influencia ha disminuido un tanto.
ENSAYO
'Freud en Bloomsbury'
![Imagen - 'Freud en Bloomsbury'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/02/1625portaandres.jpg)
- Autora Henriette Michaud
- Editorial Manantial
- Año 2024
- Páginas 208
- Precio 17,90 euros
Muchos, como Harold Bloom (sin duda de forma injusta) defienden su estatuto puramente literario. En una de sus últimas novelas, 'Sin noticias de la tierra', Anthony Burgess nos proporcionaba algo así como el guion completo de una serie de televisión, del estilo de las de la BBC, sobre la vida de Freud. El mundo anglosajón ha pretendido, de alguna forma, apropiárselo, dentro de un movimiento muy característico que consiste en pretender ser siempre los líderes indiscutibles de todo, incluso de aquello que no han construido ni inventado. El hecho es que la Standard Edition en 24 volúmenes, la edición inglesa de sus obras completas, sigue siendo hoy en día la principal referencia sobre Freud, incluso por encima de las ediciones alemanas.
Henriette Michaux ha enfocado su ensayo de forma tan narrativa que a ratos se lee por las mismas razones que una novela: por el placer del cotilleo; por la trama de afinidades, enemistades, amistades y amoríos, y, desde luego, por los detalles de época. Es cierto que la traducción puede presentar algunos problemas. No parece sensato utilizar sistemáticamente el término 'devenir' como sinónimo de 'hacerse' o 'convertirse en' psicoanalista, por poner un ejemplo.
El libro cuenta una gran historia, y la cuenta bien. Comienza con los orígenes del grupo de Bloomsbury y cómo de allí surgen las figuras de James y Alix Strachey, que deciden irse a Viena en 1920 para conocer a Freud, hacerse tratar por él y convertirse en psicoanalistas y, también, 'pasadores' (es decir, traductores, dentro de la curiosa jerga de la traducción) de su obra al inglés.
Como es de esperar, hay grandes cantidades de esnobismo, y muchas risas a costa de un sombrero de mal gusto o una cierta costumbre deplorable del continente, así como numerosos detalles inolvidables: Alix disfrutando como una loca de los cabarés de Berlín; Vita Sackville-West (tan homosexual como su marido) sometiendo a sus hijos a un tratamiento para prevenir la homosexualidad… El mundo de los años 20, por otra parte, parece más sencillo que el nuestro. Después de dos años de tratamiento, los Strachey son admitidos como psicoanalistas y regresarán a Londres para comenzar allí su práctica.
¿Cómo han tardado tan poco tiempo en dominar la técnica del análisis y qué experiencia han podido obtener en un período tan breve? Desde el principio se embarcan también en la tarea de verter (otro sinónimo de 'pasar') la obra de Freud al inglés. Uno sospecha que el entusiasmo de Freud hacia los Strachey se debe sobre todo a que ve en ellos la posibilidad de realizar su sueño de convertirse en un autor inglés.
'Freud en Bloomsbury' está lleno de personajes atractivos, entre ellos Virginia Woolf, gran amiga de los Strachey, en cuya editorial, Hogarth Press, verá la luz el gran proyecto editorial. ¡Y qué curioso que una indagadora tan sagaz de la psique sintiera tan poca admiración por el psicoanálisis!
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