CRítica de:
'Fiskadoro', de Denis Johnson: el apocalipsis según san Denis
NARRATIVA
Muy didáctica muestra de lo que puede llegar a hacerse y deshacerse en cuanto a eso ahora tan de moda pero que es la por lo general juvenil y hambreada fantasía distópica
Otras críticas del autor
En uno de los ensayos reunidos por la escritora Rachel Kushner en 'The Hard Crowd' destaca una más elegía que necrológica del formidable Denis Johnson (hijo de funcionario gubernamental, circunstancialmente nacido en Múñich en 1949 y fallecido en California en 2017).
Y esa pieza ... de Kushner —titulada 'Earth Angel'— abre con una reveladora revelación. Kushner —revisando los papeles donados por el escritor a los archivos de la University of Texas en Austin— encuentra un documento que produce mezcla de asombro y carcajada: una carta de Johnson a la NASA —enviada en 1991, ya con varios volúmenes de poesía y cuatro novelas a sus espaldas, incluyendo el deslumbrante debut de 'Ángeles derrotados' celebrado por John Le Carré y Philip Roth y Richard Ford y Robert Stone, y esta magnífica 'Fiskadoro'— solicitando, con cuarenta y dos años de edad ingresar al programa de formación y entrenamiento de astronautas.
NOVELA
'Fiskadoro'

- Autor Denis Johnson
- Editorial Random House
- Año 2025
- Páginas 256
- Precio 22,90 euros
¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué pretendía y deseaba Johnson con esto? La explicación para todos inexplicable se le hace, sin embargo, más que transparente a Kushner: «Puedo imaginar exactamente en lo que pensaba. Quería abandonar esta pelota. Viajar al espacio exterior. ¿Qué significa viajar al espacio exterior? Dejar atrás tu vida, escapar de los confines de este mundo, y vivir para contarlo. Y hay otras maneras de salirse de esta pelota, y yo creo que Denis Johnson exploró unas cuantas de ellas».
Entonces, claro, Kushner se ocupa de su vital obra de temas distintos y tramas diversas pero siempre insistiendo en el tema del 'outsider' definitivo. Ya sean los delincuentes en la ya mencionada 'Ángeles derrotados', los 'junkies' epifánicos de 'Hijo de Jesús', los soldados visionarios de 'Árbol de humo', el viudo en-trance de 'El nombre del mundo', los sembradores de rieles en 'Sueños de trenes', las pesadillas africanas de 'Los monstruos que ríen', la comedia-'pulp hermanocoeniana' en 'Que nadie se mueva', los agonistas crepusculares en esa magistral despedida 'post-mortem' que fue 'El favor de la sirena', o él mismo como cronista-'freak' de alto riesgo en 'Viajes a los confines del mundo'.
Pero 'Fiskadoro' es lo más externo y distante y ajeno y elíptico que jamás escribió Johnson a la vez que muy didáctica muestra de lo que puede llegar a hacerse y deshacerse en cuanto a eso ahora tan de moda pero que es la por lo general juvenil y hambreada fantasía distópica.
Sobrevivientes que rinden cultos vudú-radiales a Bob Marley y a Jimi Hendrix en una era conocida como La Cuarentena,
Aquí y ahora (y entonces) unos cayos de una Florida post-apocalíptica (aparentemente el único territorio junto con Cuba donde aún vive/sobrevive alguien) escrita y descrita por Johnson con la misma cadencia que canta Bob Dylan su 'Key West (Philosopher Pirate)'. O con la misma cámara y mirada de algo dirigido por Terrence Malick o Paul Thomas Anderson o George 'Mad Max' Miller con una forma de entender la resaca de una catástrofe que recuerda un tanto a esa cumbre del pastoral-radiactivo que es el 'Doctor Bloodmoney' de Philip K. Dick o a los paisajes entropistas del más climático J. G. Ballard con destellos de 'Fahrenheit 451' y 'Apocalypse Now'.
Ahora y aquí —pero imaginado en 1985, durante esa caliente Guerra Fría patrocinada por Ronald Reagan— sobrevivientes que rinden cultos vudú-radiales a Bob Marley y a Jimi Hendrix en una era conocida como La Cuarentena, a sesenta años no del Big Bang sino del Extra-Large Kaboom. Tribus multi-étnicas que pescan y practican el trueque, fuman, beben y hacen el amor y se expresan en una mezcla de español e inglés trufado de ya disfuncionales y averiados términos tecnológicos acaso víctimas de una amnesia colectiva producto de aquellos misiles y que les hace dudar de algo alguna vez sucedido y conocido como Hiroshima y Nagasaki.
Y de nuevo, lo de antes, lo del principio: otra apología del extraño/extranjero, del afuera de todo, destacando a la centenaria Abuela Wright o al formidable Mr. Cheung —manager de la ruinosa Miami Symphony Orchestra— y empeñado en la preservación de los recuerdos mientras repite los nombres de los estados Made in USA o recita la Declaración de la Independencia, y lee manuales sobre lagartos o 'Fiesta: El sol también sale' de Hemingway.
Encarnación cristiana
Y, claro, el adolescente Fiskadoro —evidente encarnación cristiana— es quien se zambulle y trae a la superficie algo que altera su percepción del presente y del pasado y, por lo tanto, del futuro. Sobre el final, algo que se acerca desde el horizonte puede traer la redención o una nueva catástrofe, quién sabe. De lo que no hay dudas es que el también muy alegórico Herman Melville hubiese aprobado y disfrutado de este escritor que parece descender directamente de sus mareas y mareos y marineros, de sus arpones y naufragios, de sus leviatanes y de sus alucinaciones y de sus sermones.
Y la buena nueva es que aún queda bastante Johnson por descubrir en nuestro idioma: su teatro y sus poemas, y la 'joandidionesca' y, sí, 'rachelkushneriana' 'The Stars at Noon', la 'paulsausteriana' temprana 'Resucitation of a Hanged Man' y esa 100% 'denisjohniana' 'Already Dead': magno monumento del 'californian-noir' con destellos brujeriles.
Todo y todas variaciones sobre una pregunta que Johnson no dejó de hacerse hasta el último día y que formuló en un reportaje: «Todo lo que yo escribo es, en verdad, acerca del dilema de vivir en un planeta caído en desgracia mientras uno se pregunta por qué debe ser así si se supone que hay un Dios»
'Fiskadoro' es una posible respuesta a esa pregunta.
También —mientras Johnson escribía esa carta a la NASA para irse volando lejos de todo esto— es una obra maestra.
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