PUES DICES TÚ
El final del verano
Para disfrute de los lectores del suplemento, vuelve la añorada y desternillante serie sobre las 'personas normales', de la mano del escritor y cineasta Rodrigo Cortés, premio Mariano de Cavia 2024
Otros textos del autor
![El final del verano](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/04/cortes.jpg)
Las dos personas normales se encuentran en la cola de la panadería, ambas con igual sorpresa. Se señalan en silencio como si la otra no tuviera que estar allí. Detrás de la primera persona normal sólo hay otro cliente, uno nada más, así que la ... segunda persona normal no necesita alejarse mucho para engrosar la cola.
—Pero ¿tú no estabas fuera?
—¿Y tú?
—Ya, ya, pero he preguntado yo antes. ¿No os habíais ido a vivir afuera, a la playa o no sé qué?
—A la playa a la playa no. Era más en segunda línea.
—Lo que sea.
—¿Y vosotros no os habíais ido con vuestros suegros?
—Con los míos sólo; si no, menudo lío. Pero para vender la finca nada más. Nos venimos ya, aprovechando que empieza todo.
—Pues lo mismo.
—Lo mismo lo mismo no, que vosotros os ibais ibais. Nosotros no nos íbamos íbamos.
—Es que nos hemos cansado. Era sólo por probar.
—¿Os habéis cansado de mar?
—Nos hemos cansado de casa, que es que se nos queda muy pequeña.
—Ya os lo dije.
—Ya. Pero como los chicos no iban a ir...
—¿Y entonces?
—Pues que al final sí que iban, que se pasaban el día allí. Iban muchos fines de semana, el pequeño decía que a estudiar. Como si no pudiera estudiar aquí.
—Pero si no cabéis.
—Pues eso.
—Pues que no vayan, ¿no?
—Ya. Pero, si no van, los echas de menos.
—La pescadilla esa.
—Y qué quieres que te diga. Para eso, nos venimos. Así estamos todos juntos.
—Casi más cómodo, ¿no?
—Pues sí.
—¿Y se quedan sin mar, entonces?
—A saber. Dicen que igual van a veces. Pero, si tienen que limpiar ellos...
—Cómo son los chicos, ¿eh?
—Y las chicas.
—Para matarlos a todos.
—Y a todas.
—Y a todas, que yo a la mía la mataba muchas veces. ¿Y vosotros la finca? ¿La vendisteis bien o qué?
—La vendimos normal. Se la vendimos a uno.
—Hombre, claro.
—Podría haber sido a una. O podría haber sido a un holding. De los que hacen 'feedback'.
—¿De los que hacen 'feedback'?
—De los que hacen 'start-up'.
—¿Seguro que sabes lo que dices?
—He tenido que empaparme, que mis suegros están ya muy mayores. He tenido que hacer 'outsorcing'.
—Pero ¿de qué hablas?
—Tenemos mucho 'cashflow'.
Las dos personas normales se hablan esquivando la cabeza que tienen en medio. La cabeza se ofrece a dejar pasar a la siguiente, pero la anterior sugiere que pase ella. Después de dos o tres combinaciones, dan con una que deja a todas las cabezas satisfechas.
—Pues dices tú 'cashflow', pero igual vendemos la casa de la playa y nos la quitamos de encima.
—Pues me parece muy bien.
—Es que la playa es muy traidora. En verano se llena de gente y en invierno es un erial. En invierno no hay nada hacer. Al final lees.
—No me digas eso.
—Como lo oyes.
—Pues yo la vendería.
—¡Pero si te lo estoy diciendo!
La segunda persona normal se da cuenta de que está en lo cierto.
—Para leer allí, lees aquí.
—No, no, si yo no leo.
Tú no. Pero el chico, digo.
—El chico es el intranquilo, sí. Que se ha pasado el verano con un libro de cuentos.
—¿Caperucita y eso?
—Qué va, ojalá. Cuentos ni medio normales.
—Caperucita no es ni medio normal tampoco. Que lo normal es que el lobo se la coma sin decir nada y pase directo a la cesta.
—Pues eso mismo pienso yo.
—Y ¿eran así los cuentos esos?
—Un poco sí. Pero vamos, que los hojeé sólo. A ver si me voy a poner a leer un libro a estas alturas.
—No, no. Ni se te ocurra.
—Ni se me ocurre, vamos.
—Y menos sin obligación.
—Como mucho, un libro corto.
—Cada maestrillo tiene su librillo, como digo yo.
—Pues muy bien dicho.
La clientela sigue avanzando, aunque nadie entienda bien por qué hay que seguir haciendo cola en la calle. La segunda persona normal se pierde en hondas rumias sobre los hábitos y el albedrío. «¡El siguiente!», dice la panadera. La segunda persona normal mira a la primera, que parece perdida en sus propias cavilaciones.
—Y entonces… —se atreve a preguntarle—, ¿has vuelto sólo por eso?
—¿Sólo por qué?
—¿Sólo por lo de la playa?
—Bueno… —La primera persona normal tose, algo azorada—. ¿Y tú?
—¿Y yo? ¿Y yo qué? Yo nada. Yo he preguntado primero.
—Como también has vuelto…
—Pues sí. —La timidez de las dos personas sólo crece—. Como ya le hemos vendido la finca a uno, pues…
—Ya.
—Ya.
—Pues un poco como yo, ¿no?
—Pues sí. Pues eso.
La primera persona normal se encoge de hombros.
—Al final, echas de menos a la gente y…
A las dos personas normales les brillan un poco los ojos. Cuando están a punto de abrazarse, la voz de la panadera los salva. Recuperan el movimiento.
—Te toca a ti.
—No, no, te toca a ti.
—Por favor. De ningún modo.
—Venga. Pues me toca a mí.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete