Cine
La filmoteca de Noé
Un nuevo canon cinematográfico
La Historia del cine está llena de maravillosas películas a las que hay que entender como grandes clásicos de la cultura de todos los tiempos. He aquí una idea de qué títulos deberíamos enviar a la gabarra de Noé
![Secuencia de 'Los 400 golpes' de Truffaut](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/400golpes-RFfCIwXWd3hEZ4xapukouIN-758x531@abc.jpg)
Si en lugar de elegir las 10 mejores películas del cine, como viene siendo habitual, tuviéramos que escoger las 10 obras maestras de la pintura, ¿verdad que tendríamos un problema con P mayúscula? Igual nos ocurre a los cineastas. Ambas elecciones son complicadísimas, algo imposible. ... Pero sigamos unos párrafos más con la pintura.
Me parece que la mayoría de críticos, historiadores, expertos, directores de museos, etcétera, se inclinarían en sus listas por el barroco, con los tres «tenores» como máximos protagonistas, Velázquez, Rembrandt y Vermeer. Estoy seguro que en casi todas las relaciones donde se soliciten las 10 maravillas pictóricas, no faltarán ni 'Las Meninas' ni 'La ronda de noche' (¿o es de día?) ni la 'Vista de Delf'. E intuyo que sería muy difícil que no aparecieran en esas mismas listas Goya, Rafael, El Bosco, Zurbarán, Holbein el Joven o Brueghel el Viejo, Tiziano o el delincuente Merisi (Caravaggio; por cierto, todo un precursor de esa luz culpable de los 'films noir'). O sea –que diría Umbral–, que siempre vamos a favorecer a los grandes maestros y, desgraciadamente, arrinconaremos a buena parte de los genios del movimiento «impresionista», Cézanne, Monet, Camille Pissarro, Renoir…, o a los, sin irnos tan lejos, maestros del Pop-Art, Warhol, Lichtenstein, Alex Katz…, y también, por ejemplo, tienen menos probabilidad de aparecer en el catálogo gente como Hopper, Magritte, Hockney o Pollock, en beneficio de el Giotto, el Greco, Piero della Francesca…, o, en fin, que Caspar David Friedrich siempre saldrá perdiendo ante Pedro Pablo Rubens.
![Imagen principal - En la parte superior, secuencia de 'Picnic en Hanging Rock', de Peter Weir. Arriba, de izquierda a derecha, 'Miliion Dollar Baby', de Eastwood, y 'El príncipe estudiante', de Lubitsch](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/picnic-U81020756643ADC-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - En la parte superior, secuencia de 'Picnic en Hanging Rock', de Peter Weir. Arriba, de izquierda a derecha, 'Miliion Dollar Baby', de Eastwood, y 'El príncipe estudiante', de Lubitsch](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/dolar-U21538883528ewj-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - En la parte superior, secuencia de 'Picnic en Hanging Rock', de Peter Weir. Arriba, de izquierda a derecha, 'Miliion Dollar Baby', de Eastwood, y 'El príncipe estudiante', de Lubitsch](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/principe-U86211411250tuH-278x329@abc.jpg)
En cine, pasa igual. Los autores clásicos no dejan de salir beneficiados en nuestras valoraciones. Sin embargo, ¿cómo no votar las películas de John Ford, Dreyer, Hitchcock, Hawks, Ozu, Spielberg, Walsh, Lang o Renoir? O las de Billy Wilder, Leo McCarey, Lubitsch, Chaplin, Mizoguchi, Kubrick, Welles, Berlanga, Murnau, Minnelli, Buñuel o Rossellini.
Mi «hipótesis de trabajo» para este enojoso asunto –diría un comunicólogo extraviado de cuando Mayo del 68–, es que deberíamos ampliar la famosa lista de las 10 obras. ¿Cómo? Muy sencillo: votando… por épocas. Tendríamos que construir un nuevo arca de Noé en el que cada uno de nosotros diera refugio a, como mínimo, medio centenar de películas o films, que, aunque lo parezca, no son lo mismo. Noé, aquel santo bebedor, acomodó en su barcaza a los animales antes del diluvio, y nosotros, la pandilla de los cinéfilos, también deberíamos pelear por no dejar fuera, a la intemperie, a ninguno de los cineastas que nos han ensanchado –y ensanchado el mundo– desde 1985, cuando el tren llegó a la Ciotat y, muy poco después, Méliès nos llevó a la Luna. Por ello, insisto, propongo votar por épocas para, así, dar cabida a tantos extraordinarios creadores que, habitualmente, se quedan fuera de los 'Diez Mandamientos' de 'Sight and Sound', el 'American Film Institute', 'Cinemanía', 'Positif», John Kobal, y por ahí.
Silente y mágica
El cinematógrafo atesora una maravillosa Edad Antigua, silente, mágica, llena de talento, humor y amor, el equivalente a las pinturas rupestres de Altamira. La Edad Media (que se inicia en los años 30' y llega hasta mediados los 70', más o menos desde 'Luces de la ciudad' a los dos primeros 'Padrinos', 'Tiburón' y 'La guerra de las galaxias'); esta Edad, a la que igualmente podríamos definir como Clásica, decía, rebosa de centenares de películas únicas e irrepetibles (como la vida), en cada género, western, melodrama, musicales, 'epics', cine policíaco, romántico, 'noir', comedias locas y cuerdas, películas de terror, de «suspense», bélicas…; es una era cuyo equivalente habría que buscarlo en la Grecia de Homero, Sócrates y Esquilo, o en el Siglo de oro de la narrativa española.
La Edad Moderna, por su parte, ya liberada del poder y la influencia de los Estudios de Hollywood, asimilado y reconducido el virus de las 'nouvelles vagues', es una época sometida al predominio de la televisión y la publicidad, y a la que hay que añadir el despertar de otras cinematografías en África y Asia, la llegada del vídeo (y su desaparición) o el inagotable inventario de las historias de Bollywood; todo ello, bien mezclado (no como los martinis de Bond), produjo un cambio en la industria mayor aún del que vivimos con el paso del cine mudo al sonoro. Finalmente, la Edad Contemporánea, y como es bien sabido, se inicia con la llegada del nuevo milenio, Internet, lo digital, Twitter, la realidad virtual, las plataformas, el metaverso, un tiempo que, además, coincide con una terrible pandemia y un amenazador cambio climático. Aún así, la Contemporánea ha cumplido ya su mayoría de edad, felicidades, y está a punto de inaugurar su temporada número 23.
Sencillas
Las películas que deberíamos enviar a la gabarra de Noé, que la imagino muy parecida a la lancha motora que había en el Estanque del Retiro, y en la que, de niños, nos montaban nuestros padres a peseta el viaje; a la Filmoteca de Noé, repito, tenemos que enviar el cine que mejor pueda perdurar. El Arca, pues, se transformará en un museo gigante y popular, que, ojalá, regale a sus visitantes la alegría de lo perdurable. Allí esperarán ser queridas y admiradas las películas que más gustaron y los films inteligentes, innovadores, complejos y misteriosos. Los cineadictos del futuro –un futuro que ahora sí que está aquí– descubrirán que la herida del tiempo apenas perjudicará las obras sin pretensiones, humildes, sencillas, sensatas, y, en cambio, sí dañará, y mucho, ese cine elitista, «a la moda», pomposo, de «codazo moderno», «tan» comprometido, «tan» progre. Quizá me equivoque, pero dudo que los cinéfilos que nos sucedan estén más cerca de 'El árbol de la vida' (Terrence Malick) o 'Deserto rosso' (Antonioni), que de 'Perdición' (Wilder) o 'Detour' (Ulmer). Incluso apostaría, tres a uno, que 'Río Bravo' agrupará más fieles que 'Persona'.
![Imagen principal - En la parte superior, 'El árbol de la vida', de Terence Malick. Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, 'Perdición', de Wilder y 'Río Bravo'. de Hawks](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/arbol-U18045382402NDg-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - En la parte superior, 'El árbol de la vida', de Terence Malick. Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, 'Perdición', de Wilder y 'Río Bravo'. de Hawks](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/perdidicin-U61467358701SZU-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - En la parte superior, 'El árbol de la vida', de Terence Malick. Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, 'Perdición', de Wilder y 'Río Bravo'. de Hawks](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2022/11/10/rio-U36745880015ZeO-278x329@abc.jpg)
Mi propuesta, por tanto, es que votemos listas con cuatro apartados; de esa manera no tendremos que elegir nunca más entre 'La culpa ajena' (Griffith) o 'Imitación a la vida' (Sirk), o inclinarnos por 'Casablanca' (Curtiz) en lugar de por 'Cold War' (Pawlikowski). Es decir, ¿Picasso o Patinir?, si lo llevamos a la pintura, ¿Van Gogh o Leonardo?
Así, pues, el «canon de Noé» constaría de:
10 películas mudas; 20 del período clásico; 10 de la Edad Moderna; y otras 10 contemporáneas (del 2000 en adelante). Cada votante, enhorabuena, elegirá 50 obras. Estoy convencido que, de esta forma, obtendríamos una valoración más justa, lógica y objetiva de los grandes autores de la Historia del cine, de un arte que ya no está en las salas aunque sí en nuestras casas, y espero, que pronto, en los museos de todo el mundo. Y, bueno, ya no tendré que elegir entre 'El príncipe estudiante (Lubitsch)' y 'Los 400 golpes' (Truffaut), o entre 'Picnic en Hanging Rock' (Peter Weir) y 'Million Dollar Baby' (Eastwood). Podré escoger las cuatro.
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