ABCDEARCO
Una feria madura e interesante
LA OPINIÓN DEL CRÍTICO
Un apunte final y, tal vez, un poco desordenado de lo que ha dado de sí la última edición de ARCO, en la que ha cumplido 43 años como si tal cosa
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Lo bueno que tiene escribir sobre ARCO al final de la feria es que ya se ha dicho todo lo que se tenía que decir. Ya se han techo todas las recomendaciones que se tenían que hacer y a mí me queda ser más libre que el viento, que no cesa en estos días.
Vaya tiempecito el que nos ha dado este ARCO que cumple 43 años, que muda de fecha cada edición como si huyera de cumplir años, de hacerse vieja, como si quisiera burlar el destino por aquello de no tener fecha fija en el calendario, ni en el DNI… Y algo de esto hay porque, ¿cómo seguir pareciendo joven, mantener el tipo, si el tiempo y sus circunstancias caen cual losas, si lo nuevo se convierte en viejo en cuestión de décimas de segundo?
De aquel 10 de febrero de 1982 en el que todo comenzó hasta este 6 de marzo en el que parece que hemos acabado hasta nueva orden o estrategia, ha llovido, nevado y salido el sol. Pero, no crean que ARCO va buscando arrimar el ascua a la primavera para que los coleccionistas tomen copas en el 'terraceo' madrileño tan extendido. Aquí, durante ARCO, las copas siempre se han 'empinado' de noche.
Todo tiene que ver con la competencia despiadada de otras ferias que antes no había y que ahora aprietan y ahogan como no estés listo para pegar el salto hacia delante. MACO le pisó los talones a ARCO unos días antes y, como me comentaba Eugenio Merino nada más entro este año en el Pabellón 7 de Ifema, allí hubo un poco más de frescura en las propuestas que acá. Y él no se siente culpable de que no nos topemos ya con 'eugenios merinos' que levanten ampollas, que alteren la calma chicha. Yo tampoco. No obstante, sí se lamenta por ello buena parte de la prensa que cubre la feria, casi siempre en busca del arca perdida del escándalo.
Miel a los labios
En los pabellones 7 y 9, ya no hay polémicas que llevarse como miel a los labios del cotilleo. A veces, parecemos tan antiguos que acabamos convirtiendo en atracción de feria la escultura gay ('Manuel'), de Rodrigo, en José de la Mano, cuyo origen se remonta al arranque de los años 80. Pero, ¿no debería estar todo esto superado, normalizado? Pues no. Ya saben que vivimos tiempos regresivos.
A Rodrigo le exponía por aquel entonces una señora que se llamaba Fefa Seiquer (que descubrió a tantos artistas que luego otros le birlaron) y dirigía ARCO Juana de Aizpuru. Fefa se nos fue de este mundo hace mucho tiempo (¿y quién se acuerda de ella?, pues este es un buen momento) y Juana se ha despedido de ARCO con Homenaje Real incluido (aprovecho estas líneas para pedir perdón porque no llegué a tiempo para escribir el texto que me solicitó la dirección de la feria como homenaje a la galerista para incluir, junto al de otros colegas, en el libro que se le entregó en ese acto).
Como ya confesé que iba a ser libre en este recorrido, me lo he tomado con mucha tranquilidad, despacio y sin rumbo fijo. Lo mismo me entretiene alguien para contarme un chascarrillo sin importancia que para anunciarme que el año que viene la Junta de Andalucía no va a llevar estand y va a dedicar ese dinero en comprar obras de artistas andaluces presentes en la feria que luego se sumarán a los fondos del CAAC de Sevilla.
Jimena Blázquez, su flamante nueva directora no exenta de polémica, me lo cuenta porque ella tiene el mérito de haberlo conseguido (dixit). El año que viene comprobaremos si así ha sido o si la promesa se quedó en nada, en unas buenas palabras entre las prisas. Minutos antes de esta parada, había saludado y charlado con el director saliente (cesado) del CAAC, Juan Antonio Alvárez Reyes. Veleidades del destino en los pasillos de ARCO.
Como no llevo brújula, igual aterrizo en una de las galerías que entonan el canto más clásico con los clásicos de altura (Tàpies, Chillida, Torres-García, Miró, Picasso…) que en el zigzag desorientado me topo con algunos de los artistas que ya forman parte de la colección del Museo Nacional Reina Sofía, pues la nueva dirección ha optado, tras el paseo (ojeo) de los primeros días, por gastarse 553.000 euros en obras.
No puedo avanzar ni una línea más en este desordenado recorrido sin comentarles que Manuel Segade ya ha marcado un nuevo estilo en las formas del Museo. Con él todo son buenos gestos, sonrisas, fotos aquí y allá, que vemos subidas a instagram en cuestión de minutos. Lo mismo que su colega, y compañera inseparable de trabajo hasta hace bien poco, Tania Pardo, quien también luce y reluce como nueva directora del CA2M (una felicitación aquí y allá). La nueva generación de gestores ya está aquí. No cabe la menor duda de que los tiempos han cambiado.
553.000 euros se ha gastado el Museo Reina Sofía y 2.500.000 cuesta el picasso que vende la galería Guillermo de Osma. Más caro aún es un miró, muy cerca de él, en Leandro Navarro. Con esta horquilla de precios y presupuestos, se lo digo todo. Ni Picasso ni Miró estaban en mi 'lista' de favoritos (no me llama la atención su presencia), pero sí los numerosos Tàpies que han florecido en este año de su centenario y recién inaugurada la muestra conmemorativa en el citado Museo, comisariada por su anterior director, Manuel Borja-Villel, cuya salida también estuvo regada con el emponzoñado elixir de la polémica.
Si hace poco alguien me comentaba que Tàpies había caído en sus cotizaciones bajo mínimos tras su fallecimiento hace más de una década, ahora ha vuelto a recuperar los valores perdidos. Me resulta grato reencontrarme con el artista catalán, lo mismo que comprobar que la pintura se resiste a morir.
Pero, claro, también echo de menos más fotografías de gran formato. Lo del vídeo y su desaparición, mejor ni hablar. Las mujeres ya no son una minoría sino (casi) una igualdad ganada a pulso. Nada de cuotas. ¡Qué se lo digan a Aurèlia Muñoz! Maravillosos sus textiles como los lienzos cosidos de Sonia Navarro, como las obras de otras tantas artistas, diecisiete de las cuáles forman ya parte de la colección del Museo Reina Sofía: Nuria Güell, Regina José Galindo, la citada Navarro, Ana Laura Aláez, Lola Bosshard… Pioneras muchas, excelentes todos.
Si, finalmente, las cuentas salen (siempre salen en ARCO, aunque nadie da los números exactos), pues nos vemos el año que viene
No quiero rematar esta crónica desorientada sin citar la escasa, pero interesante, presencia de Sandra Gamarra, nuestra representante en la Bienal de Venecia, en la galería brasileña Leme y en la peruana Livia Benavides.
Tampoco quiero despedirme sin criticar la venta de productos ajenos al arte a las puertas de la sala Guest o la desangelada ubicación de aquellos espacios que no son galerías, llámense medios de comunicación o espacios autonómicos.
Y ahora sí que va la última estrofa: ARCO ha cumplido 43 años, es una señora Feria, madura e interesante. Y llegar a la madurez y mantener el tipo no es fácil. Si, finalmente, las cuentas salen (siempre salen en ARCO, aunque nadie da los números exactos), pues nos vemos el año que viene. Aquí paz y después gloria.
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