crítica de:
'Fechas que hicieron historia', de Patrick Boucheron: un historiador de pacotilla
ensayo
¿Acaso sabe de algo de lo que habla? En realidad, ¿sabe de lo que escribe? ¡No! Este trabajo está repleto de datos inseguros y opiniones personales carentes de fiabilidad
Otras críticas del autor
![Patrick Boucheron (París, 1965)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/10/patrick.jpg)
Este 'libro' es totalmente prescindible. El capítulo dedicado a España y al año 1492 (casi la mitad del volumen está referido a conmemorar fechas históricas francesas), es decir, a Cristóbal Colón y a los Reyes Católicos es vergonzoso.
Todo el 'libro' de Boucheron es ... el de un impostor. Lo de 'historiador popular' es una calificación que buenamente le ponen sus amigos y compañeros periodistas galos. La impostura de este 'historiador' es de tales dimensiones como el tiempo que quiere abarcar: desde las cuevas de Lascaux hasta el golpe de Estado a Salvador Allende en Chile.
ENSAYO
'Fechas que hicieron historia'
![Imagen - 'Fechas que hicieron historia'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/10/1630portacesar.jpeg)
- Autor Patrick Boucheron
- Editorial Anagrama
- Año 2024
- Páginas 560
- Precio 22,90 euros
Y lo hace sin reparos, como si en su cabeza creciera una enciclopedia. El mismo se refiere en un prólogo justificativo pero egocéntrico, a su «limitación académica». Es decir, ensalza su desconocimiento. Escribe cínicamente, «la voluntad de este 'libro' es diametralmente opuesta a la del relato autoritario que intimida al recién llegado y le exige algún santo y seña extraído de la jerga especializada de los historiadores». «Opuesto al relato autoritario», es decir, al saber y al conocimiento de lo que se habla. Pero, ¿se puede ser un historiador sin estar especializado al menos en algunas cosas de las que se narran? ¿Boucheron acaso sabe de algo de lo que habla? En realidad ¿sabe de lo que escribe? ¡No!
Todo este 'libro' parte de los guiones que se prepararon para la cadena de TV Arte (2017-2020). La serie se llamaba 'Fechas que hicieron historia'. Él hizo también de narrador. Se apoyó en un gran equipo de documentación y guionistas. El apoyo bibliográfico de cada capítulo es escaso, todo francés por lo general. El 'making of de este 'libro' lo es todo. Una persona sola es incapaz de abarcarlo en décadas. Evidentemente esta cosa no constituye ninguna historia universal, pero está repleta de datos inseguros y opiniones personales carentes de fiabilidad. Eso sí, él resume muy bien lo que es su 'libro', 'una colección de cuentos'. Entonces por qué no se nos dice que Boucheron es un cuentista en vez de un historiador.
Su empeño por restar importancia a Colón es colosal. Poco menos que le niega el descubrimiento
El capítulo dedicado a España, como ya apunté, es un despropósito. Alguien, por ejemplo, entiende esto: «Al desplazar el punto de vista de la Alhambra (el lugar donde la memoria se acumula hasta tal punto que no se ve nada) a Santa Fe (el lugar donde la Historia vuelve a ser inteligible) dio comienzo el aprendizaje de una mirada más despejada, más desinhibida». Para él los nazaríes eran lo mejor, mientras que los cristianos lo peor. Es decir, los nazaríes eran demócratas, antirracistas, feministas, igualitaristas, anticlasistas, antiesclavistas, pacíficos, musulmanes no violentos, etc, etc.
En medio del Renacimiento solo habla del esplendor del Al –Andalus perdido. ¿Qué es el Palacio de Carlos V? ¿Por qué Francia, el país de este 'historiador' teniendo en sus entrañas varios millones de musulmanes no ha podido recrear ese paraíso? ¿Qué hizo en Argelia, Túnez o Marruecos? «Boabdil había perdido un estado poderoso y frágil». Pero si solo le quedaban unos remiendos. Se le cae la baba cuando nos recuerda que la Alhambra está embellecida por esta frase «No hay más vencedor que Alá». Y sin embargo critica el nombre de Santa Fe puesto a muchas urbes hispanoamericanas, bajo la «imposición terrible de los conquistadores». Habla de una pequeña ciudad llamada Santa Fe cuando en principio, como todos sabemos, fue el campamento militar de los sitiadores.
De la misma manera iletrada afirma la unidad de las Coronas ibéricas, cuando ya Portugal era un reino independiente y únicamente se fusionaron Castilla y Aragón. Claro que la reconquista continuó en Orán y Trípoli. Si hubieran ganado los turcos, probablemente Boucheron no hubiera podido escribir tantas simplezas. O quién sabe, a lo mejor más. E insiste en algo insultante para la mayoría de lectores españoles, «en la Nueva España los conquistadores se inventaron islams imaginarios para armarse de valor y reducirlos a escombros». ¡España redujo a escombros América! ¿Cómo alguien mínimamente sensato puede decir tal sarta de mentiras? Y además no se conforma con esto y añade: «Hay que buscar en estos hechos, los trágicos orígenes de lo que pasaría a la historia como el Siglo de Oro Español». O sea que nuestro Siglo de Oro estuvo basado en sangre. Lope, Calderón, Cervantes, Quevedo, Góngora, Velázquez y demás escritores y pintores mojaban sus plumas y pinceles en sangre.
Solo se mete con los españoles pero no con los británicos, los alemanes o los suyos propios
¿Podemos permitir esto? Claro que fue terrible la expulsión de judíos y mozárabes en el siglo XVI. Pero por qué Boucheron no pone como fechas a estudiar los acontecimientos del Velódromo de París o de Drancy, durante la Segunda Guerra Mundial. No hace ni siquiera un siglo. O ¿por qué no dedica otro capítulo a las atrocidades que hicieron sus recientes antepasados en Argelia? Cómo se puede insultar a los demás teniendo las manos manchadas. Y solo se mete con los españoles pero no con los británicos, los norteamericanos, los alemanes o los suyos propios.
Su empeño por restar importancia a Colón es colosal. Poco menos que le niega el descubrimiento. «Un genovés con una flotilla». Otro desprecio para los italianos. Colón para él no fue más que un escalón, y no muy importante, de un «cronomismo». Y además de amargarnos el pasado de nuestro país, nos quiere también amargar el futuro: «No se celebrará el 2092, pues las estatuas de Colón serán sustituidas por mujeres indígenas». Sí cubiertas con chador. Y, además, sin venir a cuento ensalza a los portugueses citando a un gran escritor lusitano sin nombrar para nada a alguno español. «, finisterre de finisterres, donde zarparon las expediciones de Enrique el Navegante. Nos lanzamos desde lo alto de esa roca blanca al abismo azur. Y nos hemos descubierto. Y nos hemos visto universales en todos los rincones del globo, pero sobre todo en el seno de nuestra propia perplejidad».
No aporta nada
¿Pero no estaba hablando de España y Colón? Acaso no podría haber citado a Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Borges, Octavio Paz o Marías. Es que la escasa bibliografía de este capítulo es toda francesa. ¿Dónde están los historiadores españoles o hispanoamericanos? ¿Dónde los grandes hispanistas franceses, ingleses, norteamericanos o alemanes? Ni un solo libro citado.
Para Boucheron Colón no fue un héroe de la modernidad sino un «heraldo escatológico». No se proponía acelerar el compás de los tiempos sino ralentizarlo, «de modo que su victoria fue acaso la más amarga de las derrotas». Pero qué más derrota que este libro. El resto del volumen no aporta nada que usted no pueda encontrar gratis en Internet. Pero todo lo dicho no será óbice para que nuestro actual ministro de Cultura, anticolonialista de pro, le entregue la Gran Cruz de Isabel la Católica. Y el autor de este libro prescindible, la acepte y venga a recogerla.
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