Reportaje
Escribir a puñetazos: el boxeo como género literario
La épica del peleador ha fascinado a autores como Julio Cortázar, Norman Mailer, Hemingway o Joyce Carol Oates. Toda verdad humana encarna un combate
![El boxeador Jero García y el periodista Javier Chicote en el tercer asalto de literatura, periodismo y boxeo.](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/02/15/box01-RhdvX96Xh0D84jZcUjnw6KL-1200x840@abc.jpg)
En el número ocho de la calle Hilario Sangrador, el tiempo se mide en asaltos. El gimnasio y escuela de boxeo del campeón de España Jero García aloja un planeta dentro de un garaje: sacos, guantes, trofeos, posters y hasta una virgen de la ... Divina Pastora expuesta sobre un casillero. Nada más atravesar la cancela metálica, el visitante se topa con una pizarra escrita con letras de molde: «En una antigua cochera acondicionada, que habla en morse al barrio con los golpes de los sacos». La frase pertenece al periodista y escritor David Gistau (1970-2020), que dedicó a este deporte algunas de sus mejores páginas en la novela 'Golpes bajos'.
La idea de esta crónica nació de la memoria de Gistau. Él cultivó con Jero García la amistad que forjan quienes entienden las reglas de las 16 cuerdas. Entrenaron, combatieron y se retrataron. Gistau lo hizo en aquella historia sobre bajos fondos y altas esferas y Jero García en 'Cola de lagartija' (Temas de hoy), una novela fibrosa, contada en asaltos de autobiografía y belleza. Las vidas de Cola, un joven que ansía boxear, y Fernando, un entrenador que intenta convertir a ese chico en buen hombre y buen púgil, son la puerta de entrada a este reportaje que aborda el combate y la literatura, aunque las imágenes parezcan más de la sección de deportes que de un suplemento literario.
La épica del peleador ha cautivado a cineastas, músicos, pintores, narradores y fotógrafos. También a periodistas y contadores de historias, acaso porque buscar una verdad encarna un combate. Ya sea contra el poder o a favor de la verdad. Por eso esta mañana de invierno, el periodista y escritor Javier Chicote, aficionado al Noble arte y uno de los reporteros de investigación más importantes de España, se pone en marcha para guantear primero y hablar después con Jero García sobre el talento para encajar golpes y propinar palabras.
«Siempre he tenido relación con el mundo de la literatura. Muchos periodistas y escritores han entrado por esa puerta. Grandes amigos como fue en su caso David Gistau, Pedro Simón, Úbeda. Creo que nos admiramos. Esa es la clave. Yo los admiro por cómo escriben. Y ellos me admiran porque en, cierta forma, les hubiera gustado boxear. Me ocurrió con David. Cada uno era de una parte del río. Éramos muy distintos, pero nos admirábamos. En cierta manera quería ser como él y él, en cierta manera, quería ser como yo», dice Jero, este hombre cuyo aspecto, según Pedro Simón, tiene algo de arponero que se hubiese batido también en Terranova.
Tres asaltos
«Vamos a hacer un guanteo. ¿Sabes qué es? Digamos que es el anticipo, la vicaría antes de un combate», explica Jero García mientras se venda las manos y Javier Chicote salta la comba antes del primero de los tres asaltos que librarán esta mañana. Jero ha sido campeón de España, entrenador, presentador del formato televisivo 'Hermano mayor' y presidente de la fundación FAID-Jero García de ayuda a la integración a través del deporte y dedicada a la lucha activa contra el acoso escolar. También es guionista, actor y asesor de coreografías de boxeo para cine. Ha enseñado a boxear a estrellas de cine, pero también a más de 5.000 niños, algunos becados por su fundación.
Javier Chicote es periodista, jefe de investigación de ABC y autor de 'El jefe de los espías' junto a Juan Fernández Miranda. Destapó detalles sobre los casos Gürtel, Palau, Nueva Rumasa, Marsans, así como detalles sobre los negocios de la familia Pujol o Felipe González. A ambos los reúne hoy una técnica, los iguala una pulsión e incluso una curiosidad. Dicen quienes se han dedicado al boxeo, como el actor Hovik Keuchkerian —campeón amateur de pesos pesados en España, en 1997— que el ring hay que estar atado al suelo, tener los pies sobre la tierra. Lo mismo ocurre en un escenario, una novela o un reportaje: el cuerpo ha de saber, a fuerza de repetir y entrenar, lo que debe hacer. Llevarlo muy interiorizado.
«El boxeo es vida, vive duro». Ese es el lema de la escuela de Boxeo de Jero García y el título de su primer libro. En sus palabras encierra una verdad: la vida puede ser más dura que el boxeo. «Cuando menos te lo esperes, el golpe va a llegar. Es una pelea contra uno mismo. Tanto en la literatura como el boxeo, la base es el control: pegar y que no te peguen». La misma idea se repite en otros territorios muy distintos, por ejemplo, la página del periódico. «Cada vez que escribo algo, sé que voy a tener un enemigo nuevo, un tipo que normalmente tiene más poder que tú y que no quiere que se sepa ese dato que esconde. Cuando publico, sé que voy un combate», explica Javier Chicote, campeón en la categoría 'tocar las narices al poder'.
Últimos gladiadores
Allá arriba, en el cuadrilátero, el lenguaje y velocidad son distintos. Es el código morse contra un saco del que hablaba Gistau se convierte en movimiento gracias a una combinación de golpes básicos, los rectos y los curvos, entre los que destacan el jab, con el puño cerrado hacia adelante; el directo, con la izquierda, los pies bien plantados en el suelo y girando la cadera al golpear; el croché, un golpe curvo a la cabeza; el gancho, uno de los directos más utilizados; el uppercut, desde abajo para conectar con el mentón y el swing. El golpe atiende a unas reglas y una lógica. El esfuerzo físico salpica de sudor a quien toma notas y deja claro que los pies han de estar bien pegados al suelo y la cabeza en su sitio.
Se boxea por dinero, por vocación, por necesidad, por hambre, por miedo o por disciplina. Descrito como el Noble arte, el boxeo revela la naturaleza rocosa de la vida. «Te acerca al carácter primario. El conflicto, el combate, es inherente al ser humano. El gran filósofo del siglo XX, Mike Tyson —Jero ríe— aseguró que todo el mundo tiene un plan hasta que llega la primera hostia. No solamente en el ring, sino en la vida. Aquí —señala el cuadrilátero—. Aquí peleo con uno de los miedos más inherentes en la vida, que es la vergüenza, a lo que piensen los demás, la timidez», dice Jero refiriéndose a quienes acuden a su Escuela de boxeo.
«A mí me vienen chavales con mucho miedo, niños con trastornos, con problemas de salud mental, que tienen miedo a que los miren y, sobre todo, a lo que piensen los demás». Justamente por las fuerzas que se reúnen, el boxeo es un deporte al que nadie llama juego. Así lo escribió Manuel Alcántara, uno de los cronistas pugilísticos más notables de España y así lo explica Jero García antes de subir al cuadrilátero. «Somos los últimos gladiadores. Cuando yo era pequeño y mi abuelo me llevaba a las veladas de boxeo, yo veía a mis superhéroes ahí. Todavía tenemos ese rol y que mucha gente nos mira con ese punto de admiración, con ese punto de miedo a lo que nos pueda pasar algo, porque el boxeo profesional es un deporte peligroso, pero luego está el boxeo sin contacto. Para sentirte boxeador, no tienes que pegarte con nadie, con un saco puede bastar». El combate se lleva siempre dentro, como un fuego o un miedo.
De Kid Azteca y Alí a Scorsesse y Mallarmé
La novela, el ensayo y el cine han bebido del boxeo como territorio épico. «Existen muy variados lenguajes del cuerpo, y el boxeo profesional es uno de ellos», escribió Norman Mailer sobre el combate entre Muhammad Alí y George Foreman. Para Joyce Carol Oates, no hay boxeador que actúe como un hombre normal cuando está en el ring. Por tanto, todo talento debe desplegarse en la lucha. En 'Final del juego' (1956), Cortázar narró las hazañas de Justo Suárez, el Torito de Mataderos, y en 'La vuelta al mundo en 80 días' comparó a Kid Azteca con Mallarmé. El boxeo es un imán. Hemingway, Fitzgerald, Jack London o Gay Talese glosaron el combate. Manuel Alcántara retrató la edad de Oro del boxeo español en sus crónicas. Por supuesto, David Gistau con sus 'Golpes bajos' y José Luis Garci, quien, además de convertir el combate en un aroma que atraviesa su filmografía, publicó 'Campo del gas'. John Huston, que fue campeón de boxeo, rodó 'Fat city. Ciudad dorada' (1972). 'Toro salvaje', de Scorsese, regaló al público un Jake LaMotta y un Robert De Niro a punto de caramelo. También destacan han bebido del arte noble: la saga Rocky —ojo 'Rocky I', advierten García y Chicote— o 'Million Dollar Baby', de Clint Eastwood
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete