LA GRAPA
Mi no comprender
No es que no sepamos leer —que no sepamos juntar los grafemas y construir frases— sino que no sabemos analizar críticamente lo leído
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«Cuando yo salía con Marilyn Monroe, lo que más nos gustaba era sentarnos en un banco del parque de Albacete y hablar de nuestras cosas». José Luis Cuerda escribió este 'tuit' en 2013 y era habitual que, riéndose, contase su sorpresa al ... leer la respuesta de un usuario: «Anda, venga: los cojones». Viendo los resultados de nuestro país en comprensión lectora publicados en un informe de los gobiernos europeos, hoy reacciones como la de ese lector de Cuerda se han multiplicado. Desde 2016, España ha caído siete puntos, más de un 10%, en este ámbito.
Quizá las nuevas generaciones dejen las letras escritas y apuesten por los emoticonos
No es que no sepamos leer —que no sepamos juntar los grafemas y construir frases— sino que no sabemos analizar críticamente lo leído. Uno de los primeros fenómenos de este declive lo resume la anécdota del cineasta: la literalidad. El primer gran damnificado: el humor. Cuando no se pueden captar las ironías o los dobles sentidos acabas llamando «joputa» al cómico porque piensas que sus chistes son en serio.
Pero la comprensión lectora va mucho más allá: nunca hemos leído más y comprendido menos. Es decir: nunca hemos estado más indefensos ante la manipulación o la mentira. Un analfabetismo funcional donde todo debe referirse al ámbito sentimental: sentencias cortas, descripciones audiovisuales, anglicismos y frases hechas provocan en la audiencia una reacción potente pero la despojan de la posibilidad de raciocinio. Otra damnificada: la frase subordinada. Más allá del lenguaje académico, el uso de estas oraciones sirve para expresar la complejidad del mundo. Mejor utilizar un lenguaje Pocoyó: «Qué bueno eres», «Hay que jugar», «La felicidad es lo primero»...
Ante esta deriva en Suecia han aplazado su plan digital en las escuelas y regresan al libro de texto. Parece lógico: sabemos que una 'tablet' permite leer pero no está claro que, envuelto el alumno en un mar de estímulos, permita leer críticamente. Sean positivos: si seguimos así quizá las nuevas generaciones dejen las letras escritas y apuesten por los emoticonos. Dónde va a parar.
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