CRÍTICA DE:
'Don de la insolencia', de Carlos Aganzo: seductor de reinas y urdidor de conspiraciones
Ensayo
El excelente poeta y periodista madrileño nos acerca ahora en su nuevo trabajo a la vida y obra del conde Villamediana
Otras críticas del autor
Juan de Tassis y Peralta, II conde de Villamediana, es una de esas figuras que planean sobre la historia de España como una gigantesca cometa multicolor sobre una tierra yerma y desolada, inundándola de brillo y colorido. Fue uno de los modelos del ... Don Juan legendario, a partir de su formidable éxito con las mujeres (acaso también con los hombres) y de su absoluto desprecio hacia todo aquello que no fuese él mismo.
Narcisista cercano a la psicopatía, guapo mozo, seductor de reinas, excelente jugador de naipes, jinete ejemplar, coleccionista obsesivo de diamantes, urdidor de continuas conspiraciones cortesanas, infatigable a la hora de vivir con una intensidad siempre desmesurada los cuarenta años casi exactos (del 26 de agosto de 1582 al 21 de agosto de 1622) que pasó en este mundo, petulante y presuntuoso con razones sobradas para serlo, infractor de leyes humanas y divinas, poeta memorable (sobre todo). Eso fue, entre otras muchas cosas, nuestro Villamediana.
ENSAYO
'Don de la insolencia'

- Autor Carlos Aganzo
- Editorial Siruela
- Año 2024
- Páginas 408
- Precio 21,95 euros
Después de los trabajos pioneros sobre su vida y obra llevados a cabo por Hartzenbusch y Cotarelo en la segunda mitad del siglo XIX, se ocuparon del conde en el siglo pasado, sin la menor intención de exhaustividad por mi parte, el pucelano ejerciente Alonso Cortés, el poeta y académico Luis Rosales y mi añorado maestro en la Universidad Autónoma madrileña Juan Manuel Rozas. Sin olvidar la edición de su obra poética en dos gruesos tomos de la colección «Letras Hispánicas» de Cátedra ('Poesía impresa completa' y 'Poesía inédita completa') que preparó J. F. Ruiz Casanova y que vieron la luz en 1990 y 1994, respectivamente.
Las citadas aportaciones no son sino una avanzadilla de lo que pueden llegar a ser los estudios villamedianescos en este siglo XXI, pues el perfil del personaje y la complejidad de su obra exigen una dedicación que, partiendo de lo ya estudiado, se ciña a los interrogantes que aún presenta el autor de 'Faetón' y de 'La gloria de Niquea'.
No quisiera dejar de citar aquí dos piezas literarias que se basan en la imponente y a veces antipática figura de Villamediana. Me refiero a la entretenidísima novela de Néstor Luján 'Decidnos, ¿quién mató al conde?' (Plaza & Janés, 1987), y a 'Villamediana', una genial pieza dramática de Ignacio Gómez de Liaño (Siruela, 2008).
Villamediana, sin duda fue uno de los mejores poetas de nuestros siglos áureos
Pero todo lo que antecede no es más que el exordio a lo que de verdad quiero contar aquí. Acaba de aparecer en librerías un precioso volumen, titulado 'Don de la insolencia', consagrado a la vida y obra de Villamediana. Lo ha escrito el excelente poeta y periodista madrileño Carlos Aganzo. En las 140 primeras páginas puede leerse, repartida en catorce epígrafes que incluyen una introducción y una bibliografía selecta, la peripecia biográfica del conde. Contada con amenidad, conocimiento del tema y pluma veterana y fácil, la historia personal de Juan de Tassis atrae al lector con idéntico magnetismo al que pueden ejercer biografías tan apasionadas y apasionantes como las de Lope de Vega o Francisco de Quevedo, por citar solo dos nombres señeros de nuestra literatura clásica.
Antología
Pero es que, además, Aganzo es lector avezado de las espléndidas biografías que, después de la reina de todas ellas, la del Doctor Johnson por Boswell, escribieron biógrafos tan exquisitos como Chateaubriand (su maravillosa 'Vida de Rancé'), Stefan Zweig, Marcel Brion, Emil Ludwig y muchos otros grandes cultivadores del género. Hay un epígrafe, el décimo, titulado '¿Un Oscar Wilde del siglo XVII?', en el que se indaga con sensibilidad e inteligencia en el paralelismo existente entre Villamediana y el autor irlandés, en la medida en que ambos tuvieron serios problemas por sus veleidades homosexuales (no tan evidentes en el caso del conde).
Las restantes 260 páginas ofrecen una bien seleccionada antología de los poemas amorosos, satíricos, líricos y conmemorativos de Villamediana, sin duda uno de los mejores poetas de nuestros siglos áureos.
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