Crítica DE:
'El día de la liberación', de George Saunders: una historia y un libro en el limbo
NARRATIVA
Este conjunto de relatos son una suerte de futurista ciencia-ficción realista y sucia que no nos trae la mejor versión del escritor tejano
Otras críticas del autor
![George Saunders (Texas, 1958)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/02/20/saunders-RfbjGWwXtdL1l7AQlVa50WI-1200x840@abc.jpg)
El problema/solución de todo artista que consigue el muy difícil de conseguir logro de marcar territorio propio e inconfundibles es el de que, con el tiempo (y en este caso con los libros) algunos se alegran por volver siempre allí mientras que otros se ... irritan porque sienten que eso que alguna vez se supuso nuevo es ahora, en verdad, 'más de lo mismo'.
Enfrentado a la pregunta (y en ocasiones apenas velada acusación) de porque escribía siempre, una y otra vez, un solo libro, Vladimir Nabokov respondía sin culpa alguna que siempre le habían intrigado esos escritores que escribían libros muy diferentes entre ellos y, casi compadeciéndolos, se excusaba por no apuntarse a esa partida, porque él ya desde el inicio había descubierto y comprendido para lo que era único y, por supuesto, genial.
RELATOS
'El día de la liberación'
![Imagen - 'El día de la liberación'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/02/20/1605portafresan-U88332360845gBQ-224x330@abc.jpg)
- Autor George Saunders
- Editorial Seix Barral
- Año 2024
- Páginas 336
- Precio 18,90 euros
El caso de George Saunders, entonces. Nacido en Texas en 1958, Saunders fue celebrado ya desde sus inicios con 'Guerracivilandia en ruinas' (1996) como ese cuentista en el que parecían comulgar la hasta entonces imposibilidad de Raymond Carver y Philip K. Dick. Y en 2013 con los relatos reunidos en 'Diez de diciembre' y en 2017 con su novela polifónica 'Lincoln en el Bardo', Saunders subió aún más alto. Cosechó premios y portadas y cinco estrellas y, de algún modo, se le concedió el trono de escritor 'freak' pero sensible que había dejado vacío David Foster Wallace. Después, claro, a Saunders no le quedó otra que consagrarse al ser 'saunderiano': un más bien cursi discurso de graduación bordeando la postal marca Hallmark con un toque de budismo y 'stand-up comedy', una leve fábula ecologista con astucia de viejo zorro, y un muy interesante —pero a su vez cuasi sabático— destilado de sus legendarias clases sobre literatura rusa. Ahora, 'El día de la liberación' es su muy esperado nuevo volumen de cuentos.
Y, sí, es muy Saunders. Y también es más de lo mismo.
Se le concedió el trono de escritor 'freak' pero sensible que dejó vacante Foster Wallace
Pero, atención, no es necesariamente mejor que aquello que Saunders ya 'saunderizó'. Y, sí, bastan unas pocas líneas de la casi 'nouvelle' que da título al libro para que sepamos muy bien (algo parecido ocurre con otro maestro actual de la ficción breve: Stephen Millhauser) que ya sabíamos a dónde veníamos y que aquí estamos otra vez. Lugares comunes del poco común Saunders: viejas batallas norteamericanas representadas como forma de recreación limitando directamente con novísimos conflictos de/por la inteligencia artificial, desacomodadas clases acomodadas, niños disfuncionales, esposas desarticuladas y mujeres al borde, la duda entre elegir el confinamiento seguro o la libertad arriesgada, y una cierta nostalgia por ese Sueño Americano que ha devenido en insomne pesadilla transcurriendo en el más distópico de los no necesariamente divertidos parques de diversiones. En resumen: una suerte de omnipresente y apenas futurista ciencia-ficción realista y sucia.
Y este efecto/defecto marca 'déjà vu' se repite en buena parte de lo que sigue y, claro, he aquí los riesgos de un escritor que se asume como su propia influencia. Pero, claro, la paleta con la que Saunders pinta su aldea tiene menos colores que la de Nabokov aunque —en 'El día de la Madre' y 'Una situación en el curro'— vuelva a demostrar por qué Saunders es quien es y, también, por qué tan pocos se le parecen. Y, de acuerdo, todos estos son reparos a algo y alguien a quien puede considerarse un maestro en el arte de escribir con singular gran belleza (aunque aquí su prosa parece un tanto más intencionalmente no mecánica pero si maquinal que en entregas anteriores) acerca de cuán horrible puede llegar a ser una vida común y cuántas maneras originales e imprevistas (pero previsibles en su frecuencia y muy trágica ligereza) hay de hacerlas aún más desagradables y sufridas. Y graciosas pero con risa/rictus helada/tembloroso.
Así, en la despedida de 'Mi casa' alguien que vendió su propiedad insiste en volver a ella de tanto en tanto para desconcierto, irritación y miedo del nuevo dueño. Alguien, de algún modo y a su manera, como Saunders: quien, en 'El día de la liberación', parece haber descendido del Bardo para caer en el limbo.
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