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'Dataland', el primer museo para el arte IA, una obra de Refik Anadol
ARTE DIGITAL
El artista turco inaugurará en Los Ángeles un museo sin precedentes en el que la visualización de los datos convivirá con la creatividad asistida por la inteligencia artificial
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Fue a punto de concluir el milenio pasado cuando recibimos de manos del cine un nuevo mito: el de la realidad simulada y el héroe sincrético heredero de diferentes mitologías que es capaz de ver la codificación del sistema incluso dentro de la ilusión del ... mismo.
A bordo de la Nabucodonosor que se escabulle entre las cloacas de un planeta devastado, la tripulación observa pantallas donde se suceden incesantemente hileras de símbolos: el lenguaje con que las máquinas han escrito parte de su propia realidad, un entorno para mantener entretenidos a sus esclavos que no saben que lo son.
Desde su posición, Tanque, Ratón o Dozer miran la codificación y visualizan lo que significa: en su mente se produce el milagro de la transmutación de las ideas que supone la lectura, pero ellos se encuentran al otro lado de la obra de las máquinas, y es solo el Elegido quien tiene la capacidad de ver los dos planos del sistema virtual.
Ahora, un cuarto de siglo tras el estreno de la película, la profecía wachowskiana se ha cumplido y el dato es el nuevo oro: como si el mundo fuese una inmensa matriz, la actividad humana produce una nube de datos que las abejas de las colmenas tech van libando febriles, ese néctar es nuestra sombra digital, un manual de claves para predecirnos.
En los años del big data que han hecho justicia a la profesión matemática con sueldos y oportunidades que nadie contemplaba hace bien poco, los datos son también el pigmento de un nuevo arte, el mineral con el que se esculpen obras tan sorprendentes como las del turco Refik Anadol, piezas que extraen eclosiones oníricas de color y texturas emparentadas con la naturaleza y que han hecho de él uno de los artistas icónicos del momento actual, formando ya parte de la colección permanente de instituciones como el MoMA, y habiendo llevado a otro nivel el mapping con su obra 'Living Architecture' en la fachada de Casa Batlló, creada a partir de un dataset con el legado de Gaudí y admirada en directo por 65 000 personas, o las posibilidades de ultralienzos faraónicos como 'Sphere', en Las Vegas.
2025 será el año de otro gran hito en la carrera de Anadol, y también en la historia del arte asistido por IA, con la inauguración en Los Ángeles de Dataland, el primer museo para la visualización de datos y el arte IA, que se instalará además en The Grand LA, diseñado por Frank Gehry.
El ecosistema Dataland acogerá a pioneros en diversos campos, como las artes, la ciencia, la investigación en IA y la tecnología de vanguardia bajo la dirección artística de Refik Anadol Studio, y tal y como se ha anunciado, sus exhibiciones inaugurales se expresarán a través del Large Nature Model desarrollado por el estudio, el primer modelo de IA de código abierto basado exclusivamente en datos de la naturaleza, un puente de Bïfrost de arcoíris ardiente que une aquello de lo que venimos con aquello a lo que vamos.
El quid de la cuestión de Dataland, lo auténticamente disruptivo, es el concepto de la visualización de datos, un enfoque que es honesto y presentista, y al mismo tiempo un enlace al futuro: en manos de artistas como Anadol, los datos, moléculas de información, transgreden la perversión que ha hecho de ellos codiciada materia prima para el negocio, y así, por medio de técnicas a caballo entre lo artístico y lo tecnológico, han sido sublimados como arte de un tipo en el que todavía está todo por descubrir y hacer.
Pero además: en el nuevo horizonte artístico que abre la visualización de datos la creación exige técnica. El pintor-escultor del dato no introduce 'prompts' sin más: genera 'datasets' a los que da forma por medio de un conocimiento avanzado que ya no es exclusivo de las Bellas Artes, aunque sigue ligado a ellas. Es su visión la que articula las instrucciones que la herramienta ejecuta, no tan lejos de un pincel o un cincel como puede parecer.
El nuevo museo de Anadol es una de las apuestas más consistentes para el mañana del arte: donde otras propuestas reeditan lo que ya existe con otro aspecto que en lo esencial no cambia demasiado lo que ya tenemos, Dataland ofrecerá una experiencia genuinamente nueva. En este templo del dato el visitante, como un moderno Neo –valga la redundancia–, será capaz de leer el mensaje estético que encierra esa sombra que proyecta la realidad física, e incluso pensar si esta denominación sigue teniendo sentido.
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